Epílogo

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sᴇɪs ᴍᴇsᴇs ᴅᴇsᴘᴜés

ʀᴇᴄᴏᴍᴇɴᴅᴀᴄɪóɴ ᴍᴜsɪᴄᴀʟ: ᴛɪᴍᴇʟᴇss - ᴛᴀʏʟᴏʀ sᴡɪғᴛ.



—¿Estás lista? —le preguntó Anne a Larissa.

—Tengo la sensación de que ya viví este momento —mencionó.

Una de las manos de Larissa se aferraba a la de Anne y mientras las dos caminaban, la otra se extendía hacia el frente, tratando de palpar lo que estaba a su alrededor. Anne se había encargado de preparar una sorpresa para ese día. Era su cuarto aniversario de bodas.

—¿Un deja vú?

—Sí.

—Bueno, tal vez ya lo vivimos en nuestra anterior vida.

Anne sonrió, enternecida por el comentario. Se detuvo a admirar a Larissa por un momento. Cuatro años juntas. Cuatro años como esposas. Y Anne aún la seguía viendo con los ojos desbordantes de amor. Como la primera vez. Como aquella noche en Nevermore cuando le pidió que la besara.

—Me gusta esa idea.

Al estar en el pequeño corredor del jardín, Anne le echó un último vistazo a todo. Cada cosa estaba en su lugar. Las flores, la mesa, los anillos. Era absurdo que se sintiera nerviosa, pero lo estaba. Las manos le sudaban y el corazón se le iba a salir del pecho. Todas las sensaciones que Larissa despertaba en ella continuaban teniendo la misma intensidad que en el principio.

—De acuerdo, aquí vamos —le soltó la mano para pararse detrás de ella—. Recuerda, que te quite la venda no significa que puedas abrir los ojos aún.

—De acuerdo —asintió.

Larissa también estaba nerviosa, además de entusiasmada y ansiosa. Anhelaba ver por fin lo que Anne le tenía preparado. Durante el último mes la había visto ir de un lado a otro, hacer llamadas y compras. Le gustaba saber que todo eso lo hacía para ella. Larissa estaba orgullosa de lo mucho que su matrimonio había mejorado. Las terapias en pareja sin duda estaban dando resultado.

—No abras los ojos aún —le dijo Anne antes de retirar la venda. Larissa solo asintió. Entonces Anne se paró al frente y agitó la mano ante ella para asegurarse de que no estuviera haciendo trampa. Le causó ternura ver cómo Larissa apretaba los párpados mientras se tronaba los dedos.

—Ya puedes ver.

Lo primero que enfocaron los ojos de Larissa fue la silueta de Anne, luciendo ese vestido de satén blanco con tirantes. Detrás de ella, partiendo desde donde inciaba el césped hasta llegar al centro del jardín, se extendía un precioso sendero surcado por tulipanes blancos. Larissa estaba atónita, con una sonrisa en el rostro.

—¿Te gusta?

—Es todo muy hermoso, Anne —la miró otra vez. Dio un paso más cerca—. Me has dejado sin palabras.

—¿Si? Quiero que seas sincera. Me llevé semanas en esto —cuando Larissa puso una mano en la mejilla de Anne, ella cerró los ojos y sonrió.

—Me encanta, es perfecto —dijo Larissa. Se inclinó para darle un beso—. Todo lo que haces es perfecto, mi amor

—Vamos, te mostraré cada detalle.

Anne guió a Larissa por el sendero de tulipanes. En el recorrido podían observarse finas varillas de metal que sostenían fotografías de ambas. Habían incluso algunas de cuando eran adolescentes. Eran pocas, pero sin duda hicieron que el corazón de Larissa desbordara felicidad, además de nostalgia. Fue bueno ver que esas fotos aún existían.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora