𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾 / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]

25

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 25

—Entonces... —le dijo Nina a Ilian.

Las dos estaban desnudas, sudorosas. Ilian se había sentado, con la espalda contra la pared. Tenía los ojos cerrados y la respiración agitada aún. Una de sus manos descansaba sobre la espalda de Nina. Quien, en cambio, estaba acostada boca abajo, con los codos apoyados en el colchón, sin poder apartar su atención de los pechos de Ilian.

—¿Qué? —cuestionó ella.

—¿De verdad quieres que me quede?

—Sí —abrió los ojos por fin. Nina sonrió. Se incorporó para darle un beso—. O podríamos irnos juntas a la ciudad —sugirió.

—Donde sea —dijo Nina, sentándose en sus piernas—. Pero contigo.

—Todavía no puedo creer que estés aquí, que en verdad hayas venido por mí.

—Pues aquí estoy —se inclinó hacia ella, empezando a besarle el cuello—. Y ya no me voy a ir. No pienso dejarte.

Ilian la besó en los labios mientras deslizaba las manos por todo su cuerpo. Nunca antes había sido consciente de cuánto la había extrañado. Pero ahora lo sabía. Y también sabía que, pesar de todo lo malo del pasado, ella y Nina estaban destinadas a estar juntas. Podía sentirlo.

—Y ahora yo no te voy a dejar ir —susurró en su oído. Nina sonrió al sentir que los dedos de Ilian le rozaban la entrepierna—. Esta vez serás mía hasta la eternidad. ¿Es eso lo que quieres?

—Si —jadeó. Ilian había empezado a moverse en su interior.

Cuando los colmillos le rasgaron la piel, Nina cerró los ojos y contuvo la respiración. El que Ilian la hubiera mordido mientra la tocaba, le resultó lo más excitante de su vida. Fue doloroso y no lo iba a negar, se estaba muriendo del miedo, pero las caricias de Ilian lo compensaban todo. Y para ella, haber probado la sangre de Nina fue un sueño hecho realidad.

—¿Estás bien? —le preguntó. Nina tenía la frente apoyada en el hombro de Ilian, con la respiración agitada. Toda el área del cuello le dolía horriblemente. Estaba empezando a sentirse diferente.

—Lo estoy —susurró. Ilian la abrazó. Dejó un beso en las dos pequeñas marcas que le había hecho—. Pero tengo sed. Y hambre. Como nunca antes.

—De acuerdo, vamos a prepararte algo —le sujetó el rostro para besarla y sonrió al notar cómo sus ojos adquirían un tono amarillo—. Es bueno ver que lo estás tolerando.

—Creo que me voy a desmayar —dijo antes de desvanecerse en los brazos de Ilian. Ella la sostuvo y la abrazó aún más fuerte.

Un segundo después Ilian acomodó a Nina en medio de la cama para cubrirla muy bien con la sábana. Ella sabía que eso era algo normal, así que mantuvo la calma, se vistió y se acostó a su lado a esperar que reaccionara. Ilian ni siquiera era capaz de describir o calcular la  felicidad que la llenó al darse cuenta de que ahora iba a tener a Nina para toda la vida.

—¿Cuándo regresarás a casa, mami? —cuestionó Lou. Ella, Larissa, Anne y Claire estaban sentadas en una banca del parque, comiendo helado.

—No lo sé, mi amor —respondió Larissa. La pregunta la había tomado desprevenida. Anne, en cambio, estaba muy concentrada tratando de cubrir el rostro de la bebé con la mano. El sol brillaba en todo su esplendor—. ¿Quieres que te ayude con eso? —le preguntó Larissa.

—No, estoy bien.

—¿Pero será pronto? —insistió Lou. Larissa suspiró sin poder evitarlo. Anne rio, aunque en el fondo el asunto le causaba tristeza.