Verano del 2004
Anne está desorientada.
Sus pensamientos se sobreponen uno encima de otro como pestañas en un ordenador.No sabe cómo terminó vestida ni por qué el recuerdo de la muerte de su madre se siente tan fresco. Trata de restarle importancia mientras sale de la cama. Se dice que solo fue otro de esos sueños raros; ya los ha tenido antes. Sin embargo, la sensación es diferente.
Es como aquellas cosquillitas en el cerebro que le dejaba su padre cuando a los trece años él se metía a hurgar en su memoria para saber si le estaba mintiendo.
Es eso. Es exactamente lo mismo.
Asustada, y enojada, en medio de la habitación, piensa en Larissa.
Piensa en el plan.Duda en salir.
Quiere enfrentar a su padre pero teme de lo que Ernest pueda hacerle.Entonces piensa en Claire.
Piensa en lo mucho que la necesita.
Se reprocha no ser tan valiente como ella. Pero sabe que, si estuviera aquí, su hermana sin duda la animaría a huir.
No. Huirían juntas.Impulsada por el enojo, Anne empieza a recoger cada una de sus cosas.
Lo más básico: ropa; zapatos; el collar que Larissa le obsequió; todos sus ahorros y las fotografías familiares, de las cuales arrancó la imagen de su padre.Ahora en esas fotografías solo están las tres: Anne, Susan y Claire. Como debió haber sido siempre.
Transcurren cinco minutos en lo que empaca y en lo que escribe una carta apresurada. Después de todo es una niña; siente culpa por abandonar a su padre. Porque en el fondo sabe que en su extraña forma de amarla, Ernest estará preocupado por ella.
No le dice adónde irá ni con quien, aunque sospecha que él lo sabrá. Sabrá que se fue con Larissa, con la única persona —después de su madre y de su hermana— que la ama sin mentiras ni ataduras.
El corazón le bombea con ferocidad dentro del pecho, y el fuego abrasador del miedo la ha envuelto como una manta. Va bajando la escalera con un nudo en el estómago porque en cada paso que da la madera cruje bajo sus pies. Piensa que en cualquier momento va a vomitar incluso lo que no ha comido.
Avanza y se detiene.
Avanza y se detiene.
Es un juego silencioso
entre ella y la suerte.Cuando escucha el ruido de las palomas en el techo se obliga a contener la respiración.
—Sí, nos mudaremos. No, nunca dije que regresaríamos a París.
Ernest está en la entrada. Anne no alcanza a verlo pero imagina que estará hablando por teléfono.
—No quiero saber nada de París, Agnes. Nada de Francia. Nada que me recuerde a Susan. Annie y yo nos iremos... No sé, a algún lugar en el sur.
A Anne no le gusta la sensación que le ha dejado el escuchar el nombre de su tía.
No le gusta la nostalgia ni la melancolía. Ya suficiente las ha soportado en todos estos meses. A partir de ahora lo único que quiere sentir es amor. Ese amor que Larissa le ofrece y que la eleva a un lugar celestial.La recuerda y mira el reloj en su muñeca.
Está diez minutos retrasada.El ruido de las pisadas de su padre la alertan.
Se están alejando pero no sabe en qué momento Ernest volverá. Entonces se apresura. Casi corre, con una mano apoyada en la mochila en su espalda, y la otra aferrada a un pequeño bolso.El viento sopla fuerte. Le alza el cabello hasta pegarlo contra sus mejillas.
El calor nervioso ha pasado a ser frío y el miedo se convierte en esperanza.El ruido que produce al pisar las hojas secas es todo lo que percibe a su alrededor, y por primera vez desde que abandonó el edificio de la academia, Anne logra ignorar los latidos desesperados de su corazón.
Hasta que da con la figura de Larissa; sentada en una piedra en medio de los árboles.
Esa figura alta e imponente que siempre la ha inquietado. Especialmente ahora.Larissa la vio desnuda.
Le besó cada rincón del cuerpo.
Su mejor amiga y su primer amor.—Hola —susurra. Las manos le tiemblan.
Tal como si estuviera saliendo de un trance, Larissa alza la vista con prisa y se levanta de un salto. También lleva su mochila y en una mano sostiene una bolsa de plástico con cierre hermético que contienen dos sándwiches improvisados.
Los hizo en tiempo récord, con las pocas cosas que encontró en la cafetería.La abraza muy fuerte, como si fuera la primera vez en meses, y como si no lo fuera a hacer nunca más. Es un abrazo de anhelo, de alivio, y de angustia.
—Estaba empezando a creer que no vendrías —le dice—. Qué preocupación. Imaginé que tu padre te había descubierto y casi muero del miedo. ¿Estás bien? ¿Estás lista?
—No.
La suelta.
El corazón se le hunde en el pecho cuando Anne empieza a negar con la cabeza y distingue las lágrimas. Entonces vuelve a abrazarla.Se quedan así; fundidas; en silencio; en pleno bosque; con el viento susurrándoles en la cara, y cada una con un nudo en la garganta. Larissa es quien se aparta primero.
Admira los ojos verdes de Anne casi hipnotizada. Busca su mano y deposita en ella un pedazo de papel arrugado, donde se desdibujan letras y números.—Es la dirección de la hija de George —explica, refiriéndose al chofer de la familia—. Vive en la ciudad y alguna vez me dijo que estaba dispuesta a ayudarme si lo necesitaba. Podemos buscarla. Nos quedaremos con ella hasta que consigamos algo mejor para ambas.
Le acuna el rostro, frío y rosado, y le presiona los labios en la frente.
Anne cierra los ojos.
Se obliga a permanecer serena.—Todo va a estar bien, Anne. Nos tenemos. Yo te tengo. Y no voy a soltarte. ¿Entiendes? No voy a soltar a mi florecilla.
—Quiero volver a París —pide en voz baja—. Quiero volver a casa. Quiero estar cerca de todo lo que mamá amaba.
—Iremos adónde tú quieras. Te lo prometo.
Anne se aferra a Larissa como si de eso dependiera su vida. Y en el fondo ella lo sabe: de esto depende su vida. Ahora solo la tiene a ella. A partir de ahora su futuro es incierto; una página en blanco. Tiene miedo pero hay una motita de paz titilando en el corazón de Anne: Lejos de Ernest está a salvo.
-⋆✦⋆-
ℋℴ𝓁𝒾
Wenas. ¿Cómo están? Espero que bien uwuEste fue el extra del que les hablé. Tenía esta idea desde hace rato pero no sabía cómo estructurarla. ¿Les gustó?
Muy probablemente haga una segunda parte así que pendientes. No saquen la historia de la biblioteca para que pueda llegarles la notificación.
Es todo. Me despido. Recuerden que les quiero mucho.
Besos <3

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𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾 / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]
FanfictionAnne está deprimida y Larissa no sabe muy bien qué hacer. Y empiezan a creer que al final, el amor no lo puede todo. -⋆✦⋆- Hasta ahora, la vida de Anne y Larissa como esposas había ido bien, pero las cosas empiezan a complicarse cuando se dan cuent...