𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾 / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]

26

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 26

Cuando Anne y Larissa dejaron de besarse, se sonrieron entre sí, aún sintiendo toda esa energía y felicidad que desprendía de sus cuerpos. Al instante se abrazaron, cuidando de no lastimar a Claire. Ese momento, el hecho de estar así con Larissa y con las niñas se convirtió uno de los mejores recuerdos de Anne.

—¿Te limpio, mami? —Lou apoyó la cabeza en el hombro de Larissa y pasó la mano por su mejilla, en el sitio donde le había quedado un poco de labial.

—Gracias, mi amor —respondió, sin dejar de ver a Anne. Ella las miró a las dos con una pequeña sonrisa—. Tú también tienes un poco... —señaló. Anne se enjugó los labios con el dorso de la mano.

—Creo que... —miró a Lou y después a Claire. Estaba empezando a sentirse nerviosa. Necesitaba conversas con Larissa a solas, de inmediato.

—Es hora de que tomes tu siesta, Lou —le dio un beso en la mejilla, haciendo que Lou se encogiera mientras reía—. Vamos a prepararte el biberón, ¿quieres?

—¡Si! —asintió.

Anne permaneció de pie frente a los tulipanes, acariciando la pequeña espalda de Claire. Al darse cuenta de que la bebé quería el pecho, se sentó en el sofá para alimentarla. No podía dejar de pensar en el beso con Larissa. Cada vez que el recuerdo llegaba a su memoria, de manera inevitable una sonrisa se formaba en su rostro.

Larissa estaba tan feliz o más que ella. Durante todo el tiempo que estuvo acompañando a Lou, repasó cada segundo del beso, cada centímetro de los labios de Anne. Había sido mágico, tal como lo era todo lo que vivía a su lado. Pero el hecho de haberla besado otra vez después de un mes, frente a todas esas flores y con sus hijas de por medio, lo hacía más maravilloso todavía.

—Lou está profundamente dormida —le dijo a Anne cuando bajó de regreso—. ¿Necesitas algo más?

Anne estaba sentada en el sofá, con una taza de café en las manos. Claire también estaba dormida, pero en la pequeña cuna que permanecía en la sala. Después de asegurarse de que la bebé estuviera cómoda, Larissa se sentó al lado de Anne.

—¿Vamos a ignorar el hecho de que me besaste? —cuestionó, mirando hacia la taza.

—¿Te besé? —inquirió con el ceño fruncido. Anne echó la cabeza hacia atrás y soltó una risa suave. Sabía lo que Larissa estaba haciendo—. Yo no lo recuerdo.

—No voy a caer en tu juego esta vez —se levantó para ir a la cocina cuando Larissa se acercó más.

—No entiendo de qué hablas —se apresuró a seguirla. Miró atentamente cómo Anne dejaba la taza en el lava vajillas. Ella, una vez que acabó, se volvió hacia Larissa, que estaba detrás.

—Lo que quieres es que te demuestre lo que hiciste y no... —suspiró al sentir las manos de Larissa en su cintura. Bajó la mirada hacia ellas y por instinto contuvo la respiración, en espera de otro beso. Pero lo que Larissa hizo fue cargarla para acomodarla sobre la barra.

—¿Qué ibas a decir? —tenía la mirada fija en los labios de Anne. Se estaba muriendo por besarla otra vez. Ansiaba tocarla ahí mismo.

—El beso —dijo. Estaba nerviosa, no lo iba a negar. Y el hecho de que Larissa tuviera las manos sobre sus muslos solo le empeoraba la situación—. Hicimos un trato y lo acabas de romper. Nunca habías hecho eso.

—Bueno, siempre hay una primera vez. Y cuando de ti se trata... —le acarició el rostro con el pulgar—. Soy capaz de cualquier cosa, Anne.

—Pero...