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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 29


—¿Eres consciente de que estamos casadas? —preguntó Anne. Ella estaba sentada en la cajuela del auto, abrazando a Larissa por la espalda.

—Sí —respondió sin mirarla. Toda su atención estaba en el mar, en el suave oleaje. Por momentos admiraba el nuevo anillo también. Nunca esperó que Anne hiciera algo como eso.

—Tres años. Tres años de casadas —Anne se inclinó para darle un beso en la mejilla. Entonces Larissa decidió voltear.

—Sí, mi amor —sonrió, acariciándole la mejilla.

—Y una bebé salió de mí. Increíble, ¿no? ¿Cómo pude hacerlo? ¿De dónde saqué tanto valor?

—Y esa bebé es nuestra hija —le recordó, sonriendo tan ampliamente como Anne—. Lleva una parte tuya al igual que la mía.

—Pues la parte que se supone que es mía no la veo por ningún lado —bromeó, haciendo que Larissa soltara una carcajada—. Llevé a Claire dentro de mí siete meses y dejé mi vida en ese parto. ¿Para qué? Para que acabara siendo una réplica tuya.

—Claire tiene tus ojos, deja de ser celosa —le dio un beso furtivo a Anne cuando ella estaba viendo el cielo—. ¿Y si tenemos uno más?

—¿Otro bebé? —cuestionó con el ceño fruncido. Larissa asintió. No lo decía en serio. Pero le gustaba ver la reacción de Anne. Siempre arrugaba el rostro—. No, gracias. Al menos que seas tú quien se embarace. Si no, estoy fuera. Y déjame decirte que el parto es una experiencia que no te recomiendo.

Larissa volvió a reír y volvió a robarle un beso también. Anne la rodeó el cuello con los brazos. Mientras la besaba no le dio chance de separarse de ella ni un centímetro. Hasta que ambas tuvieron que tomar oxígeno nuevo. Miró a Larissa en silencio, con una tierna sonrisa.

La belleza de Larissa hipnotizaba a Anne. Cada día de los que estuvo separada de ella, despertaba y lo primero que hacía era ver su fotografía, anhelando poder besarla. De alguna forma fue como volver al pasado, cuando eran amigas y tenía que admirarla en secreto.

—Eres la primera florecilla que llegó a mi vida —le dijo con una sonrisa tierna. Le alzó la mano para darle un beso en el dorso—. Te amo.

—Y yo te amo a ti —respondió Larissa, abrazándola. Cuánto amaba que Anne la llamara de esa forma. 

Ese lugar para ambas era mágico. Les recordaba a sus días con Lou siendo bebé, a sus primeros meses de casadas, cuando viajaban casi todos los fines de semana. Larissa pensó en que era tiempo de retomar esa costumbre ahora que tenían a Claire.

Era agradable estar ahí, lejos de todo, escuchando nada más que el sonido de las olas y del viento. Sentir el frescor de la brisa golpeándoles el rostro con suavidad, alzándoles el cabello con ligereza, como si fuera un plumaje. Pero eventualmente tuvieron que marcharse.

Los encuentros con Eden continuaron por las siguientes dos semanas. Ella preguntaba todo cuánto podía. Los gustos de Lou en la comida, en los juguetes, sus pasatiempos favoritos. Quería dejar de verla solo por videos o fotografías. Ansiaba poder cargarla al fin y darle todo el cariño que ya le tenía.

Larissa ya no se sentía tan preocupada por ese asunto. Eden les había demostrado ser inofensiva. No exigía nada y respetaba los límites que ellas marcaban. Pero con Anne las cosas eran diferentes. Ella aún no confiaba en Eden por completo. O al menos no como Larissa. Aún tenía la idea de que Lou las dejaría.

Y ese pensamiento creció durante una noche, cuando estaban preparando a Lou para dormir. Mientras Anne le masajeaba el cabello desde afuera de la tina, Larissa jugaba con ella en el interior de ésta. A Lou le gustaba hacer burbujas y quitarle los pétalos a las flores para dejarlos caer en el agua.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora