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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 23


Las primeras semanas después de la separación fueron difíciles. Tanto para Anne como para Larissa, pese a que se veían casi a diario, era doloroso despertar a solas, en camas separadas, en casas diferentes, muy lejos la una de la otra. Y el hecho de convivir por esos pequeños períodos de tiempo y no poder estar juntas como querían lo hacía más complicado.

Las rutinas se establecieron rápidamente y en su mayoría se mantuvieron intactas. Anne y Larissa tomaban turnos para llevar y pasar por Lou a la guardería. Por las noches Larissa las visitaba. Le daba el pecho a Claire o dormía a Lou, veía las caricaturas con ella. Los fines de semana iba de paseo con las dos. Era muy pronto para saber si la situación estaba resuelta.

—Claire ya se durmió —dijo Larissa mientras entraba a la cocina, donde Anne estaba—. Lou está viendo las caricaturas en... tu cama. ¿Necesitas algo más?

—Sigue siendo nuestra cama —murmuró Anne casi entre dientes, de espaldas a Larissa, preparándose un té—. Y todo está bien, supongo. Gracias.

—¿Cómo has estado tú? —inquirió. Caminó hacia la barra, la rodeó para quedar un poco más cerca de Anne y apoyó la espalda en ella—. ¿Qué tal las sesiones?

—Todo en orden —respondió sin darle mucha importancia—. ¿Acaso no te lo informa la doctora?

—Sí, pero quería escucharlo de ti. Aún te amo, Anne. Que estemos separadas no significa que he dejado de preocuparme por ti. Sigues siendo mi esposa. Y aunque no lo fueras...

—No digas eso —negó de inmediato con la cabeza mientras dejaba la cuchara en el fregadero. Miró a Larissa por fin después—. No lo digas.

—Lo siento —dio un paso más cerca. Anne no se movió, pero empezó a sentirse mínimamente incómoda—. ¿Entiendes eso, cierto? ¿Entiendes que te amo?

—Yo también te amo —respondió. Larissa le alzó el mentón, lo sujetó. Se permitió un segundo para observarla.

Miró los ojos verdes de Anne, que estaban ligeramente húmedos, admiró las pecas que se esparcían por su nariz además del fleco recientemente recortado. Le acarició la mejilla con el pulgar y acercó su rostro al de ella gradualmente, hasta que los labios de ambas se rozaron. Anne cerró los ojos, conteniendo la respiración.

Por un instante recordó aquella vez cuando ellas aún solo eran novias, cuando Larissa fue por sus cosas a la antigua casa y también la besó. Para Anne fue como tener un deja vú. Estaba experimentando la misma sensación de vacío y tristeza, pero ahora era una situación muy diferente. Esta vez sus hijas estaban de por medio.

—Esto... no... —Anne intentó alejarse, con un nudo en la garganta. Pero Larissa no la dejó, sino que la sujetó de la cintura y la pegó más contra ella.

—Necesito hacerlo —dijo—. Sé que tú igual.

—Pero no podemos. Las niñas... —colocó la mano en la de Larissa, la que permanecía en su mentón y la apartó con suavidad. Retrocedió un paso—.  No lo compliquemos más. Recuerda que ya no solo somos las dos. No podemos hacer sufrir a Lou. No podemos dejar que Claire crezca en una familia rota. Ninguna de ellas dos lo merece. Nosotras no lo merecemos. Hemos luchado tanto, Larissa.

—Lo sé. Yo... —se limpió el rostro, desviando la mirada. Se sintió una tonta por haber perdido el enfoque. Le dio la espalda a Anne y volvió a rodear la barra. Tenía que alejarse de ella, de lo contrario no iba a poder resistirse por segunda vez—. Lo siento, fue un impulso. Es que te extraño demasiado, Anne. No me acostumbro a tener que dormir sola de nuevo después de tanto tiempo.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora