𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾 / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]

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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 16

—¿Otra vez aquí, Ilian? —preguntó Larissa.

Estaba entrando al hospital e Ilian iba detrás de ella. Durante todas esas semanas había estado al pendiente de la situación. Y aunque Larissa le había dicho que no molestara, ella simplemente se negó. No podía dejar de pensar en Anne. En la bebé. En lo preocupada que ellas dos estaban cuando Anne rompió fuente.

—¿La bebé está bien? —preguntó—. ¿Ya nació? ¿Cómo está Anne?

—Vete a tu casa, Ilian. Déjanos en paz.

—Deberías estar feliz de saber que hay personas que quieren a tu esposa y que se preocupan por ella —dijo con exasperación. Larissa se detuvo en medio del pasillo, con hastío. Dio media vuelta hacia Ilian y la miró con el ceño fruncido.

—Tú no quieres a Anne —replicó. Esa idea no le gustaba en lo absoluto.

—Lo hago. Más de lo que te imaginas.

—Como sea. Vete —volvió a caminar. Con más prisa esta vez. No quería verla, y mucho menos, que estuviera cerca de Anne. Ya no solo porque le preocupara que le hiciera daño, sino que le llenara la cabeza con sus mentiras y falso cariño.

—Quiero verla —pidió con tranquilidad—. Por favor.

Larissa no respondió. Siguió su camino. E Ilian la siguió. En completo silencio también. La vio entrar a la habitación y ella se quedó de pie frente a la ventana. Anne estaba sentada en la camilla, amamantando a la bebé. Le gustaba esa imagen. A Ilian le parecía que Anne se veía más linda, más radiante. Alzó la mano para saludarla, con una pequeña sonrisa.

—Déjala entrar, Larissa —dijo Anne—. Solo quiere saludarme. Le debemos que me haya traído aquí con bien.

—No le debemos nada —respondió de mal humor, con los brazos cruzados.

—Deja de ser tan celosa, Larissa Weems.

—No soy celosa. Solo no confío en ella.

—Solo será un segundo. Además, tú estarás aquí —extendió la mano para tomar la de ella. Larissa se sentó en la camilla, mirando a su hija.

Claire tenía los ojos cerrados y su pequeña mano descansaba en el pecho de Anne. Había sido difícil al principio cuidar de ella. Siendo tan pequeña y sin poder succionar. Para sus madres fue un proceso lento y doloroso, pero al fin la bebé estaba creciendo. Al fin estaba logrando alimentarse por sí sola.

—De acuerdo —respondió por fin.

Anne sonrió y se inclinó para darle un beso. Un momento después, Larissa estaba abriendo la puerta. Ahora Ilian estaba sentada, con la cabeza apoyada en la pared y los ojos cerrados. Llevaba el mismo traje deportivo.

—Ilian —la llamó Larissa. Ella la miró. Se quitó los audífonos—. Puedes pasar. Pero solo un minuto.

—¿De verdad? —preguntó con ilusión, conteniendo una sonrisa.

—Apresúrate que ya me estoy arrepintiendo.

Ilian se levantó de un salto. Caminó con prisa hacia la habitación. Y al entrar y al ver más de cerca a Anne con la bebé, soltó un suspiro de resignación. Le lastimaba el orgullo aceptarlo, pero había perdido. En todos los sentidos. Aunque era un alivio ver que las dos estaban bien.