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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 12


—Deberíamos regresar —dijo Anne.

Llevaban casi media hora recorriendo el pueblo en busca de un local. Pero Larissa no quería darse por vencida. Quería consentir a Anne de todas las formas posibles. Ella leía los letreros a través de la ventanilla. Lou las acompañaba, aunque iba muy concentrada en su biberón y en jugar con su oso de peluche.

—Tiene que haber algo —insistió Larissa—. Llama a Jane. Seguro ella y Leah conocen algún sitio.

—¿Dónde está Leah? —preguntó Lou. Anne volteó a verla y le mostró una sonrisa. Le dolía recordar lo que había sucedido ahora que Lou preguntaba por ella.

—Está en su casa, mi amor. 

—Quiero verla —dijo Lou—. ¿Por qué no ha querido jugar conmigo?

—Porque... —Anne miró a Larissa, pero ella tenía la vista fija en el camino. Que Lou tocara ese tema la había tomado desprevenida. Aunque sabía que ella en verdad extrañaba a Leah a pesar de seguir en contacto a través de llamadas y videollamadas.

—Está enferma —respondió Larissa—. Pero no te preocupes, mi amor, pronto volverás a jugar con ella.

—¿Se pondrá bien?

—Claro que sí, florecita —dijo Anne mientras le daba un pequeño apretón en la mano. Lou volvió a jugar con su oso de peluche y Anne le marcó a Jane. Había un sitio, pero estaba a las afueras del pueblo. En el otro extremo—. ¿Estás segura de que quieres ir hasta allá? —le preguntó a Larissa con el ceño fruncido. Se habían detenido por gasolina.

—¿Aún lo quieres comer? —quiso saber. Anne miró al interior del auto. Lou ya había dejado el biberón a un lado y las veía a través del cristal. Sí. Anne aún tenía muchas ganas—. Tomaré ese silencio como un sí —añadió Larissa—. Además, quiero verte feliz.

Anne volvió a mirarla con una gran sonrisa y tomó su mano. Larissa le dio un beso en los nudillos. La abrazó después. Subieran al auto otra vez y Lou empezó a cantar en el camino. Anne la siguió. Larissa simplemente las escuchaba y las miraba de vez en cuando. No importaba lo que tuviera que hacer para verlas así de feliz siempre. Ella lo haría. Siempre lo haría.

Cuando llegaron al lugar, Larissa cargó a Lou. Después tomó la mano de Anne y entraron. Las tres iban en pijama. Y salvo por un par de personas, el sitio estaba vacío, pero no se quedarían. Anne quería estar en casa. Hicieron la orden, aunque debían esperar un par de minutos. Y mientras lo hacían, Larissa le ayudaba a Lou a colorear el menú infantil.

—¿Has soñado con tu hermanita? —le preguntó Anne. Tomó uno de los crayones y empezó a colorear también.

—Sí —respondió Lou sin alzar la vista, con una sonrisa—. Es pequeñita, mami. Quiero cargarla como mami Larissa me carga a mí. ¿Cuándo podré hacerlo? —la miró por fin, permitiendo que Anne descubriera el brillo en sus ojos. A Larissa le pareció que era un comentario demasiado tierno, así que no pudo evitar sonreír y darle un beso en la sien.

—Muy pronto, mi amor —Anne tomó su mano y la acomodó sobre el vientre—. ¿Puedes sentir eso? Ella también quiere conocerte —le dijo con una sonrisa.

Lou sonrió también y reposó la cabeza en la pequeña barriga de su madre. En esa posición podía sentir los suaves movimientos de la bebé. La felicidad que eso le provocaba era inmensa. Era una de sus cosas favoritas. Continuaron coloreando hasta que la orden estuvo lista. Larissa pagó, volvió a cargar a Lou y regresaron al auto. Anne no pudo esperar más, así que empezó a comer en el camino. Y al día siguiente, Lou despertó con fiebre.

𝒟ℯ𝒿𝒶𝓂ℯ 𝒸𝓊𝒾𝒹𝒶𝓇 𝒹ℯ 𝓉𝒾  / ℒ𝒶𝓇𝒾𝓈𝓈𝒶 𝒲ℯℯ𝓂𝓈 [𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora