Capitulo 3

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Esa noche después de cenar Dami se reunió con Jungkook en el porche para disfrutar un rato de la puesta de sol. Era un porche largo y amplio, y es que la casa que se levantaba tras el era de buenas dimensiones. El marido de Dami no habia escatimado al construir su hogar. Como ambos eran del Este, estaban acostumbrados a las comodidades.

Unos años después de su llegada a Tejas habian añadido un segundo piso a la casa para albergar a los hijos que esperaban tener. Dami no sabía por qué no habian sido bendecidos en ese sentido. No era por no haberlo intentado. Suponía que no tenía que ser.

Desde el barracón les llegaron las notas suaves de ina guitarra. Jimin era muy hábil con ese instrumento, y casi se había convertido en un ritual que tocara unas canciones por la tarde mientras los hombres se relajaban tras una jornada de trabajo. Dami siempre lo oía de lejos. El barracón era el único sitio del rancho al que se prohibía a si misma el acceso.

Jungkook dormía con el resto de los hombres, pero como era el hijo del ranchero mas rico de la zona, nadie consideraba extraño que Dami insistiera en que cenara con ella en la casa. También acostumbraban a ser solo ellis dos quienes ocupaban el porche al anochecer. No siempre charlaban. El rancho funcionaba tan bien que, la mayoría de los días, lo que había que comentar se decia en la cena y el rato del porche quedaba destinado a una introspección silenciosa.

Dami iba a hacerlo asi esa noche, pero la mirada ausente de Jungkook y la dirección que tomaba, la llevo a sospechar que pensaba en su padre. Ella también pensaba a menudo en DoYeon, si bien de otro modo.

Le sorprendía que DoYeon no hubiese averiguado aún que Jungkook estaba en el Twisting Barb. Habían alvertido a los peones de que no mencionaran nunca al joven cuando fueran al pueblo, pero con la cantidad se alcohol que fluían en esas visitas, era imposible estar seguro de que no se le escapara a alguno. Y sabian que DoYeon había contratado algunos de los mejores rastreadores para encontrar a Jungkook.

Aunque no habia nada que rastrear porque la tormenta que lo habia conducido hasta ella había borrado su rastro. Y nadie, ni siquiera DoYeon, sospechaba que hubiese recalado tan cerca de casa, a sólo unos kilómetros de distancia. De todos modos, si Jungkook extrañaba su hogar, Dami no intentaria impedir que solucionara los problemas con su padre. Los dos habían estado siempre unidos, a pesar de discrepar en muchas cosas.

—¿Le hechas de menos? —pregunto Dami en voz baja.

—Ni hablar —soltó Jungkook en un tono quejoso que la hizo sonreír.

—¿Todavía no estas preparado para volver a casa?

—¿Qué casa? —contestó él con sarcasmo—. Se habia convertido en un circo con la presencia de Momo y su madre. Papá había concertado ese matrimonio sin siquiera comentármelo, y las instalo en casa hasta el dia de su boda. Todavía no me puedo creer que hiciera algo asi.
—Es simpática —comentó Dami, en defensa de DoYeon—. La conocí hace unos años, en una de las barbacoas de tu padre. Y también es hermoso, si no recuerdo mal.

—Aunque fuera la cosa más linda a este lado de Rio Grande, saldria corriendo en sentido contrario.

—¿Por qué DoYeon la eligió para tí??

—Sobre todo por eso —admitió Jungkook—. Pero si hay un apice de inteligencia de esa chica, está ahi por casualidad.

Dami intento contener una carcajada pero no lo consiguió.

—Supongo que no hable lo suficiente con ella para percatarme de ello —contestó.
—Considérate afortunada.

Dami no insistió. Estaba contenta de que no quisiera volver a casa pero a la vez triste porque tanto él fomo su padre debían estar pasandolo muy mal con aquel distanciamiento. Lo cierto era que extrañaria a Jungkook. Puede que no hubiese amado a su marido, pero por lo menos habia sido una buena compañía y, desde su muerte, se habia sentido sola.

El cielo se veía aún rojo cuando el jinete llegó s la casa, golpeando a toda velocidad.

—Sera mejor que entres, Jungkook. Creo que es el repartidor de correo, y si te ve bien, te reconocerá.

Jungkook asintió y se metió en la casa. Dami se levantó para recibir al jinete.

—Buenas noches, Siwon. Un poco tarde para hacer una entrega, ¿no?

—Si señora. El caballo perdió una herradura y me ha retrasado unas horas. Pero pensé que podia ser importante y no quise esperar hasta mañana. —Le entrego la carta que tanto se habia esforzado en llevarle y se toco la punta del sombrero a modo de salido— llegare tarde a cenar, buenas noches.

Dami le dijo a Dios con la mano y entró cojeando en la casa para detenerse en la lámpara más cercana a fin de leer la carta. Jungkook había recogido el sombrero y estaba a punto de irse a dormir.

La exclamación <<El muy cabrón>> que solto Dami, lo detuvo en la puerta principal.

—¿Qué?

—Mi hermano se ha muerto.

—Lo siento. No sabía que tuvieras un hermano.

—Desería no haberlo tenido, así que no lo sientas. Jamás nos llevamos bien. De echo, seria bastante exacto decir que no podíamos vernos. Por eso esta carta no tiene ningún sentido.

—¿Por qué te lo comunican?

—Porque a dejado a sus hijos a mi cargo. ¿Qué rayos esperaba que hiciera con sus hijos a mi edad?

—¿Tenía alguna otra opción?

—Supongo que no —contestó Dami con el ceño fruncido—. Me imagino que ahora que Seonho ha muerto soy su única familia. Teniamos otra hermana, que era gemela mía, pero murió hace mucho.

—¿Ningún familiar por parte de madre?

—No, ella era la última de su linaje, aparte de sus hijos —Dami siguió leyendo, y añadió—: Vaya por Dios. Parece que voy a tener que pedirte otro favor, Jungkook.

—Ni se te ocurra —exclamó, horrorizado por un instante—. Ni siquiera estoy casado, no voy a criar...

—Tranquilo, hombre —le interrumpió Dami, divertida por su error—. Solo necesito que alguien vaya a buscarlos a Galveston y los acompañe hasta aquí, no que los adopte. Al parecer, salieron a la vez que esta carta, por caminos distintos, pero el correo no es siempre más rápido, ya podrían haber llegado. Yo iría, pero me temo que está torcedura me retrasaría demasiado.

—Es una distancia muy larga, ir y volver podrías llevar una semana.

—Sí, pero una buena parte del trayecto puede hacerse en tren, y la mayoría del resto, rn diligencia. Solo es incómodo el último tramo. Pero ya se lo pediré a otro. Siempre se me olvida que estás escondiéndote.

—No, ya iré yo —aseguró Jungkook mientras se sacudía el sombrero contra la pierna—. No importará demasiado que a estas alturas, papá me encuentre. Saldre mañana a primera hora

Un Hombre Para Mi (KookJin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora