Capitulo 56

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Seokjin No sabía muy bien que decirle, o si podría pronunciar alguna palabra con el nudo que te diga en la garganta. ¿Había de creerle, todo ese tiempo había estado seguro de que seguía suspirando por Taehyung?

Todo lo que le había dicho sonaba bien. Demasiado bien. Ese era el problema. ¿Cómo iba a aceptarlo así como así cuando había sacado conclusiones tan distintas? Significaría que había sido un tonto de remate. Que había dejado que sus dificultades con su hermano llegaran demasiado lejos.

Pero le debía una explicación mejor de la que le había dado. Se volvió hacia él, y vio que se había ido.

Se le cortó la respiración de sorpresa. No le había oído marcharse. Si se había ido con la impresión errónea. No podía permitirlo. Él había entrado sin permiso en su habitación varias veces ese día; Seokjin podía hacer otro tanto.

Sin embargo, no estaba en el hotel. Empezó a asustarse al imaginar lo que estaría pensando. Debería esperar a que volviera, pero no podía. No tenía idea de dónde podía estar, pero lo encontraría. No llevaba fuera mucho rato.

Lo encontró en una esquina de centro de la ciudad de pie, con las manos en los bolsillos, como si estuviera haciendo lo mismo que él habia hecho antes: pasear sin rumbo, absorto. Era última hora de la tarde, casi de noche. Las tiendas cerraban; la gente iba de prisa hacia su casa y hacía que tanto las aceras como las calles estuvieran más concurridas que de costumbre. Era probable que ese tráfico denso lo hubiera detenido donde estaba.

Debido a su chaqueta, botas y sombrero de Ala ancha al estilo del Oeste, inusuales en el este, los transeúntes lo miraban con curiosidad. Por lo menos, no llevaba la pistolera. La había dejado desde que habían llegado a Chicago.

Se le acercó desde atrás. Al menos había tenido la presencia de ánimo de volverse a poner el velo. Así que no creyó que pudieran oírlos. Recibió unos cuantas empujones antes de haberse armado de valor para decir lo que tenía que decir.

—En cuánto pensé que tú creías que yo era Taehyung ese día, mi opinión sobre todo lo demás se nubló.

Jungkook se volvió al oír su voz. Consciente de dónde estaban, lo agarró por el brazo y empezó a caminar para que nadie que pasara pues ya era más de una o dos palabras de lo que estaban diciendo.

—Sabia que estabas enfadado. Iba a explicartelo, pero Taehyung no me dio la oportunidad de hacerlo. Estaba horrorizado, más que otra cosa, con su afirmación. En el fondo sabía que tú eras con quien había hecho el amor, pero cuando no contradigiste sus descabelladas insinuaciones, Ya no supe qué diablos pensar.

—Supongo que no tenía la suficiente confianza en mí mismo para decir la verdad de inmediato— indicó Seokjin, qué había empezado a ruborizarse—. Todavía no me podía creer que me prefieras a mí en lugar de a Taehyung.

—No lo prefería a él— insistió Jungkook.

—Dejame terminar. Yo no tenía que ser el hermano elegido por ningún hombre. Estuve mucho tiempo haciendo todo lo posible para asegurarme de no serlo.

—¿Por qué?

—Para impedir exactamente lo que pasó. ¿Por qué crees que Taehyung hizo esa afirmación? No solo era por la herencia. Era porque estaba celoso de que pudieras quererme a mí en lugar de a él. Siempre ha sido así. Por eso trataba de ocultar el hecho de que éramos gemelos. Mi disfraz y los insultos eran para cerciorarme de que los hombres solo se fijaran en él.

—De acuerdo, podía ponerse celoso. Pero eso no era motivo para que cambiaras tu aspecto por completo y vivieras esa mentira indefinidamente.

—Lo era para mí. No fallaba nunca, ¿sabes? Si un hombre mostraba en menor interes por mí, o viceversa, Taehyung lo atraías y a él por cualquier medio, haciendo el amor con él si era preciso. Y, después de haberme restregado por las narices que era suyo, lo dejaba de lado, y le infligía así un gran daño emocional para castigarlo por haber pensado en mí al principio. No quería ver qué te ocurría eso.

—¿No podías haberme lo dicho antes?

—¿Que me había enamorado de ti? No, Taehyung tenía que estar casado antes de que yo pudiera admitir eso.

Jungkook se detuvo, sonrió y le inclinó un poco la cabeza hacia atrás.

—¿Me amas?— le preguntó.

—Yo no dije eso. Lo que dije... No compliques las cosas. Estoy tratando de explicarte...

—Cariño,  nada mas importa si me amas.

Debería aceptarlo, aferrarse a la felicidad y mandar al diablo todo lo demás.

—Si que importa. Aparte de mis sentimientos, todavía no entiendo que pudieras amarme a mí, a mi, ni siquiera sabías cómo era yo en realidad. Es sólo esta cara, su Maldita cara...

—Ya es hora de que calles otra vez, Jin—dijo en voz baja y levantó el velo para poder acariciarle la mejilla—. ¿Crees que no te conozco? Eres el que mostró tanta preocupación por mí que casi me mata cuando me enfrenté aquello salteadores de diligencias. Eres el que mostró un notable valor, o imprudencia, cuando intento, sin pensarlo, atacar a un hombre cuatro veces más corpulento que tú solo para ayudarme. Eres bueno, eres considerado, te preocupas por los sentimientos de los demás, hasta puede que demasiado. Admiro tus agallas; admiró tu talento. De hecho, pienso que eres maravilloso. Fue de ti de quien me enamoré, Jin, y fue antes de haber visto tu cara real, antes de saber que erais gemelos.

—Lo dices en serio, ¿verdad?— lo miraba turbado.

—Quiero que seas mi esposo— aseguró Jungkook, que le sujetaba las dos mejillas con la mano—. ¿Te quieres casar conmigo?

—¡Oh, si, si! —Seokjin le rodeó el cuello con los brazos, riendo—. Si no me lo hubieras pedido, puede que te lo hubiera pedido yo a ti.

Jungkook rió a su vez y empezó a besarlo, Pero alguien chocó con ellos y más escuchó sus disculpas.

El empujón había devuelto a Seokjin la conciencia de donde estaba. No era el sitio para mantener una conversación así. Y le pareció haber reconocido esa voz. Se volvió para ver al hombre, pero no vio a nadie que conociera entre la gente, hasta que sí, y se quedó inmóvil.

—¿Que pasa?— le preguntó Jungkook.

Lo miro con los ojos desorbitados, que lo sacudió la cabeza.

—Nada— afirmó—. Mi imaginación me ha jugado una mala pasada.

—¿Sehun?

—No, era... —No pudo terminar, dirigió de nuevo los ojos caí abajo. Fruncia el ceño—. Sé que es una tontería, pero quiero asegurarme. Enseguida vuelvo.

Corrió en la dirección que había seguido el hombre. Jungkook le iba a la zaga, pero no lo espero. Era imposible que pudiera ser quien había visto, y solo tardaría un minuto en comprobarlo.

Alcanzó al hombre y le tiró del brazo para detenerlo.

—¿Papá?

El hombre se volvió, le dirigió una mirada enojada y siguió su camino. Seokjin se quedó allí de pie, sumido en un asombro total.

Un Hombre Para Mi (KookJin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora