Capítulo 25

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Adela

—Y entonces ¿Qué es lo que querías decirme?

Él se retorció un momento los dedos con la mirada baja antes de responder.

—Quiero pasar algunos meses con mi abuela.

Guardé silencio mientras una especie de alarma sonaba en mi cerebro. En lugar de alterarme dejé que se explicara.

—¿A qué viene eso?

Hubo otra pausa y él tomó un poco de aire antes de responder.

—Cuando decidí tomarme el año sabático... no estaba seguro de qué quería hacer ¿sabes? Es decir, siempre pensé que lo sabía, pero después de todo lo malo estaba bastante perdido. En medio de eso, pensando y recogiendo mi pasado y... tratando de entender cómo llegué hasta el punto en que llegué, pensé que tenía que ir más allá de mi propio pasado, al tuyo y al de la abuela. Sentí que había algo ahí que me ayudaría a entender mejor mi vida y a mí mismo, como si necesitara recuperar algo...no sé si pueda darme a entender, pero en cuanto llegué a esa conclusión, no pude quitármela de la cabeza...y por eso...

Tuve ganas de soltar un quejido exasperado y gritarle ahí mismo. La vida no es una maldita película de Hollywood en la que puedes irte un día a un sitio lejano y encontrar todas las respuestas que necesitas. Iba a perder el tiempo allá y al regresar cargaría con una gran decepción. Quise advertirle eso, sin embargo, una parte egoísta de mí retuvo las palabras. Sé que suena terrible, pero quería descansar de León, apartar por un momento de mi vista a ese chico confundido y perdido, que me hacía sentir frustrada por ser incapaz de ayudarlo, que me recordaba con su sola existencia mis propios errores.

—Está bien... —exhalé, como si me costara decir las palabras.

Después de que discutimos algunos detalles sobre el viaje León se fue a su cuarto. Lo último que hizo antes de desaparecer fue preguntarme si quería acompañarlo. Seguro ya se esperaba mi respuesta.

Simplemente no podía volver, por mucho que a veces quería intentarlo. Mi madre era una mujer que insistía en ignorar las cosas malas, si regresaba ignoraría cualquier rencor o tristeza para volver a ser una familia unida, ignoraría mis errores, mi distancia, lo que sucedió con mi padre... No estaba segura de poder soportar eso.

Tampoco aguantaría ver de nuevo a Matilde después de todo lo que pasó. No quería verla con una mirada de odio, ni con un hijo de dieciséis años, igual que tampoco quería detestarla. Temía que, si volvía a encontrarme con ella, descubriría que no cambié nada, que seguía siendo igual de cruel. Odiaba pensar que mi madurez era solo un castillo de naipes que construí para sentirme mejor conmigo misma.

Me levanté para servirme un vaso de lo que fuera. Pasé un buen rato delante del refrigerador antes de reunir la suficiente fuerza de voluntad para tomar agua. Pensé en León y en el hijo de Matilde, quien tal vez sería tan dulce como ella, tan tranquilo como ella, o quizá todo lo contrario, y deseé que jamás se volvieran amigos.


◇◆◇◆◇

Gracias por leer.

De momento esta es solo una probadita del punto de vista de Adela, pero realmente me emociona publicar este capítulo. Ya quiero que vean el resto de su historia. 

Motas de polvo en la historia del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora