David
Al día siguiente, a pesar de la decisión que tomé, no dejaba de mirar a mi madre ansioso por preguntarle sobre Adela ¡puede que incluso me contestara! Sin embargo, la realidad es que era poco probable. No hablábamos de las cosas que nos preocupaban, ni siquiera cuando mejor nos llevábamos. Hablábamos de lo que nos hacía felices, de quejas superficiales, de aquello que veíamos o leíamos, pero nunca de nuestra tristeza, rabia o vergüenza más profundas. No le hablé de cuando me escapé de la clase llorando, ni de lo mucho que odié el año 2017, ni de porqué abandoné mis antiguas pasiones, ni de las preocupaciones extrañas que me asaltaban a veces.
Mi madre, que no había podido desayunar conmigo durante los últimos meses por cuestiones de horario, cocinó con gran humor mientras su celular reproducía canciones de Flans. Me preguntó si quería ayudarle, y yo le dije que en otra ocasión porque estaba cansado. Ella se tomó bien la respuesta. En ese momento no le tomé importancia a la pregunta, hasta me pareció un poco molesta, pero más tarde creí comprender por qué la hizo; cuando me enseñó a cocinar fue el último momento divertido que pasamos juntos y tal vez quería recuperarlo.
Me hizo unas picadas de frijol y tomate que comí bastante a gusto, acompañadas por una taza de café. Pese al calor insoportable que hace la mayor parte del año en Tuxtepec me cuesta resistirme a esa bebida. Mi madre alguna vez me preparó una versión fría, pero no era lo mismo.
Después de comer lavé los platos y le avisé que salía al patio.
—¿Vas a ver a León? —preguntó con una sonrisa.
—Eh... no —dije medio trabándome, antes de acelerar el paso. Por supuesto que no iba a ver a León, ni que fuera su sombra. Solo quería salir al patio.
Caminé en círculos un rato sin saber que hacer, y me di cuenta de que necesitaba hacer una lista de actividades para las vacaciones, o iba a pasar otro verano aburrido como el del año pasado. Me detuve para vislumbrar el área de lavandería, cubriéndome los ojos con la mano a modo de visera. Ese fue el lugar en el que ocurrió la gran pelea, donde aparentemente terminó una amistad. Me pregunté cómo fue en aquel entonces, como se habrían visto ellas de adolescentes, mientras subía las escaleras. Al llegar León estaba sentado en el banco con su libreta cerrada en el regazo.
—Buenas tardes —dijo con neutralidad. Su rostro era tan sonriente que me costaba verlo así de desganado.
—¿De verdad te vas a rendir con tu investigación? —dije acercándome.
—Es difícil ¿verdad?
—La gente podrá criticar todo lo que quiera a las viejas chismosas, pero todos tenemos un poco de una en el alma —dije haciéndolo reír. Me permití disfrutar de esa risa antes de agregar—¿Qué vas a hacer ahora?
—¿En este momento o...?
—¿Qué vas a hacer durante las vacaciones? Digo, te vas a quedar todavía un mes y pico y no hay nada que hacer aquí.
—Serás tú el que no tiene nada que hacer. Yo voy a seguir dibujando y visitando a Lupe, también voy a ver si me compro algunos libros, me pasearé por el muro o la unidad deportiva, recorreré la ciudad a ver si encuentro un rincón interesante y...dormiré, comeré la comida de la abuela y te haré bullying.
—¿Soy tu payaso o qué? —le dije fingiendo molestia, siguiéndole el juego.
—Tal vez.
Hice como si lo fuera a jalar del cabello y él retrocedió al toque, sonriendo con diversión.
—¿Y a qué te refieres con «rincón interesante»? Sé honesto conmigo León ¿Te quieres drogar? —él se rió y yo continué—¿o quieres conseguir una prostituta? ¡A ver, dime!
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Motas de polvo en la historia del mundo
Teen Fiction¿Qué se hace cuando tu vida no es lo que quisieras que fuera? ¿Qué se hace cuando eres incapaz de cambiarla? *** David es un adolescente que lleva una existencia bastante aburrida. Es la única persona de su edad en el barrio donde vive, detesta la...