David
Busqué a mi madre al terminar la película y un vistazo rápido me sirvió para darme cuenta de que estaba en su habitación, cuya puerta permanecía abierta hasta que llegaba la hora de dormir. En su celular sonaba música y ella parecía escribir en una libreta con un bolígrafo rosa con estrellas y nubes plateadas. A su lado tenía una carpeta con recortes y una lapicera rosa llena de objetos de papelería cursis, poco acordes a su edad, que utiliza para decorar diarios que no le sirven para nada. La parte amable es que los años de trabajo sí que han rendido frutos; tiene una gran habilidad para la caligrafía, el manejo de las tijeras y el pegamento, junto con un buen gusto que ya quisiera tener.
—David ¿pasa algo? —dijo ella al notar mi presencia. Le puso la tapa al bolígrafo que tenía en la mano y volteó a verme.
—¿Te acuerdas de la novela que veía doña Fina? ¿En la que salían los chicos estos que eran gays?
—¡Sí, claro! la de «Mi marido tiene más familia» ¿verdad?
—Sí, hoy se estrena el spin-off, y doña Fina dijo que podíamos ir a verlo a su casa.
—Oh —dijo ella como si le hubiera explicado un término nuevo. Luego frunció el ceño y ladeó la cabeza—¿y tú quieres ir?
—N-no, no... Obvio no, pero si tú quieres ir te puedo acompañar. Además, puedo entretenerme burlándome de lo que pase, y de las reacciones de León, y comiendo lo que sea que vaya a preparar doña Fina...
Ella me sonrió con dulzura y yo adopté una postura más firme.
—¿Qué pasa? ¿por qué me miras así?
—Por nada.
◇◆◇◆◇
Como estábamos de vacaciones mi madre se preocupó solo un poco de que el estreno fuera de noche. Hubiera querido ser de esos chicos que pueden ir a un estreno en el cine de madrugada, pero salir de noche acompañado por mi madre era lo que tenía. Seguro hay adolescentes que han pasado noches de sábado más patéticas, o directamente horribles, sin embargo, tampoco era genial ir a ver el estreno de una telenovela mala en compañía de mi madre, un veinteañero nini y mi casera de sesenta y dos años ¿Quién presumiría algo así? ¿Qué chico les diría a sus amigos con orgullo, «sí eso hice el fin de semana»? Nadie, y a pesar de todo fui a casa de doña Fina con la emoción a punto de comerme vivo y ganas de reír como loco.
Desde la tarde ya sonreía por esa extraña diversión que a veces provoca la vergüenza ajena, recordando escenas aleatorias de «Mi marido tiene más familia», cuando recibí un mensaje de León (peor escrito a como lo pongo aquí):
«Dime la verdad ¿Qué tan mala es la novela? ¿Nivel Rosa de Guadalupe o telenovela promedio?»
Solté una breve carcajada.
—Este pendejo... —murmuré entre dientes tecleando con rapidez.
«Prepárate para llorar sangre»
«D:»
◇◆◇◆◇
De camino a la casa de nuestra casera mi madre observó el cielo nublado, seguro rogando porque no lloviera al irnos. Aunque fue lo bastante precavida para cargar una sombrilla igual sería problemático subir las escaleras descubiertas (que son un invento del diablo y desconozco por qué algunas personas optan por ellas).
El viento sopló de una forma inquietante, sin embargo, el exterior quedó opacado por la calidez de la sala anfitriona. Con sus paredes amarillas, los cuadros colgados, los sillones de madera y ese particular olor que tienen las casas de los ancianos, la sala parecía envolvernos en un abrazo protector.
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Motas de polvo en la historia del mundo
Teen Fiction¿Qué se hace cuando tu vida no es lo que quisieras que fuera? ¿Qué se hace cuando eres incapaz de cambiarla? *** David es un adolescente que lleva una existencia bastante aburrida. Es la única persona de su edad en el barrio donde vive, detesta la...