David
Mi madre trató de animarme desde la partida de León. Me abrazaba, me decía que podía hablar con ella de lo que fuera, me animaba a salir y a veces me llevaba a comer a casa de doña Fina. Yo trataba de no verme tan malagradecido, pero es cansado aceptar los esfuerzos de los demás cuando sabes que son inútiles.
«Quiero estar bien mamá, en verdad quiero estar bien. Si pudiera cambiar lo que soy con solo un chasquido te lo juro que lo haría.»
Ojalá hubiera podido decirle eso.
Lo mencioné al principio, para que mi historia fuera diferente tendría que haber sido una persona distinta.
◇◆◇◆◇
Ayer mi madre me llevó a visitar a doña Fina. Pasado un rato me encerré en el baño para respirar y relajarme, harto de tener que escuchar las voces de otras personas, a punto de rogarle a Dios o al diablo por la extinción de la humanidad.
Al caminar de regreso a la cocina lo hice despacio, en silencio para alargar el momento. Y entonces escuché la voz de doña Fina al otro lado de la pared.
—Oye Matilde, no sé si ya te dijeron, pero hace bien poquito falleció el papá de Cleo ¿tú crees? Ese señor...no me acuerdo como se llamaba, don Arturo me parece.
—¿En serio? —exclamó ella con incredulidad. Tardó unos segundos en formular otra frase coherente— ¿y de qué murió o...?
—Se atragantó y como estaba solito, en su casa pues, nadie pudo ayudarlo. Lo encontraron cuatro días después, porque uno de los vecinos se dio cuenta por el olor. Ay mijita, te lo juro que me causó una impresión escuchar esto, voy a creer que nadie lo buscó en esos cuatro días, nadie Matilde ¿te imaginas? ¿Qué tan solito tuvo que haber estado para que...? ¡Nadie pues! Se diera cuenta de que se murió. Ay no, ¡mira, mira! hasta se me está poniendo la piel chinita nomás de contarlo. Pobre señor, cómo se fue a morir así...
—Qué horror — murmuró mi madre. Puedo imaginar la expresión que puso, con la mirada baja y las pupilas temblando.
—Le hablaras a Cleo para darle tus condolencias.
Estoy seguro de que levantó el rostro con un sobresalto, y que al igual que esa noche en la que León le mencionó a Adela, puso cara de haber visto un fantasma.
—¿Eh?
—Que le hablaras a Cleo, para preguntarle que tal ésta, ver si la puedes apoyar en algo ¿todavía tienes su número? ¿O ya no se hablan?
—Creo que todavía lo tengo, pero hace muchísimo que no hablo con ella, la verdad. Veré si le marco al rato.
—Si, está bien, al rato voy a ver si le hablo a Martina para ver que tal está. Uy, no me imagino como la ha de estar pasando, ta bien que ya no se querían, pero los años que pasas casado con una persona no son cualquier cosa, el cariño siempre queda. No si yo cuando murió Casiano sentía que... pero bueno eso es otra cosa.
◇◆◇◆◇
Pasé el resto de la tarde pensando en esa conversación. En el padre de Cleo, que se atragantó en su casa, murió y nadie se dio cuenta hasta que su olor molestó a un vecino; en Adela, que nunca volvió al sitio donde creció, y cuya última interacción con mi madre probablemente fue la pelea en la terraza; en Cleo, que fue una gran amiga antes de irse y nunca volver. Quien, al igual que Adela, nunca le escribió ni le llamó a mi madre después de irse, hasta donde tengo entendido.
Me di cuenta de que al igual que Cleo y Adela León se fue y no volvió a comunicarse conmigo, y me pregunté si nuestra amistad estaba destinada a desaparecer como lo hicieron las amistades de esas mujeres con mi madre.
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Motas de polvo en la historia del mundo
Teen Fiction¿Qué se hace cuando tu vida no es lo que quisieras que fuera? ¿Qué se hace cuando eres incapaz de cambiarla? *** David es un adolescente que lleva una existencia bastante aburrida. Es la única persona de su edad en el barrio donde vive, detesta la...