Capítulo 35

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Matilde

Esa noche David me pareció mucho más joven de lo que era. Por lo general taciturno y adusto, en ese momento su expresión y pose eran las de un niño asustado, temblando como una hoja y con la cabeza gacha.

¿Lo asusté? ¿Estaba siendo demasiado agresiva? ¿Quizá dejé ver lo estresada que me sentía? Traté de alejar esos pensamientos de mi cabeza «no te distraigas, céntrate en cómo reacciona y luego ve que haces con eso».

Esperé, y entonces David volvió a alzar el rostro con una mirada cristalina. Por un momento pareció que estaba por abrirse, sin embargo, el arrepentimiento nubló su rostro.


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Motas de polvo en la historia del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora