C: 66 - ABUELO GREENGRASS

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Francia-

Mansión del abuelo Greengrass-


-Una semana había pasado, pero todo empeoró el día de ayer. El abuelo, quien ya estaba débil desde semanas antes de llegar, estaba empeorando.

Hoy estaba una curandera en la gran mansión Greengrass, se encargaba de cuidar la salud del abuelo, pero hoy en la mañana escuché gritos de mi padre dentro de la habitación y desde entonces ni él, ni la curandera, ni mamá, ni mi tía Brenda habían salido de la famosa habitación del abuelo.

Daphne, Leila, Astoria y yo estábamos preocupados, ninguno sabía nada, y tampoco nos querían dejar pasar, Awon era el único que aparecía y desaparecía dentro y fuera de la habitación, pero por ordenes de mi padre, no nos decía nada-

Daphne: Ya no aguanto más. -dijo frustrada- Quiero saber cómo está.

Astoria: ¿Se pondrá bien, Beni? -me miró abrazándome con tristeza-

-Mi hermanita menor se aferro a mi y escuche pequeños sollozos, Astoria había empezado a llorar, y eso me partía el corazón, pero debía ser fuerte por ella y las otras dos mujeres que tenía a mis lados, alguien debía darle fuerzas-

Ben: No quiero prometer algo que no sé, As. Pero el abuelo es fuerte y si se tiene que ir, se irá como el mejor mago que hemos conocido, ¿entendido? -pregunté intentando creer en mis propias palabras-

-Aún así, Astoria asintió un poco esperanzada y se separó del abrazo.

Pasaron en total dos horas más cuando la puerta por fin fue abierta y mi padre salió con lágrimas en sus ojos, intento ocultarlas y quitarlas de su rostro lo más rápido posible, pero no le resultó, ya todos lo habíamos visto.

La primera en acercarse fue Leila quien lloraba desde que los gritos nos despertaron a todos esta mañana. Ella agarro del brazo a mi padre y con una mirada débil, preguntó-

Leila: ¿Cómo está el abuelo, tío? -preguntó con un hilo de voz-

Gareth: Deberían entrar y despedirse, niños. -suspiro cansado y cabizbajo-

-Y mi mundo se vino abajo. Sentí un dolor en mi corazón al escuchar esas palabras, sabía lo que significaba.

Daphne, Astoria y Leila entraron primero y a toda prisa. Yo me acerque a papá y lo abracé, escuché pequeños sollozos de él y suspire abrazándolo con mayor confort-

Ben: Tranquilo, padre. Él va a estar bien. -sonreí débil- Todos nos vamos a ir tarde o temprano.

Gareth: Lo sé. -sonrió débil una vez nos separamos- Anda, ve. Quiere verte.

-Yo asentí, mamá salió con lágrimas junto a mi tía y después de que abrazaran a mi padre, entre a la habitación del abuelo dejando a los adultos solos.

Cuando entré, vi a las chicas rodear al abuelo quien la veía a todas con una sonrisa de oreja a oreja. Se veía más pálido, bajado de peso y muy débil, pero aún así les sonreía como si estuviera más sano que el calamar gigante-

Sr. Franklin: ...Son mis bellas nietas, siempre lo serán. -sonrió débil a las chicas- Estoy mur orgulloso de todas ustedes.

Astoria: Te vamos a extrañar demasiado, abuelo. -se aferro a su mano y lloró como Magdalena-

Leila: Quédate, no será lo mismo sin ti.

Daphne: Se supone que vivirías más que Dumbledore, abuelo. -dijo cabizbaja- Esto no es super.

Sr. Franklin: Lamento no cumplir esa promesa, pequeña DaDa.

Daphne: Tranquilo. -sonrió débil- Pero tendrás que esperarme a donde sea que vayas, esperaras mucho porque yo si pienso cumplir mi promesa.

Sr. Franklin: Nada me haría más feliz que esperarte durante años. -sonrió-

Astoria: Al menos estarás con la abuela. -sonrió- Lo siento por eso, sé que te hacía muchas bromas.

Sr. Franklin: Volver a aguantar sus bromas será mi mayor privilegio. -sonrió divertido- Le enviaré sus saludos.

-Las chicas asintieron y se despidieron del abuelo-

Leila: Siempre estarás en mi corazón, pequeño viejito.

Sr. Franklin: Si no lo estaba te vendría a jalar de los pies. -sonrió-

-Leila sonrió débil, le dio un beso en la frente y se acercó a mi. El abuelo me miró con una sonrisa y me pidió acercarme.

Lo hice con lentitud mientras mis hermanas llegaban a mi lugar. Ahora fui yo quien se acercó al viejo de cabello blanco y pocos rubios en su cabeza y sonreí con nostalgia al verlo de tal forma-

Ben: Y pensar que hace cuatro días estabas tomando whisky de fuego con papá y conmigo. -sonreí- Jamás había tomado alcohol.

Sr. Franklin: Y sigue así, solo quería que tu primer gota ingerida fuera con este anciano. -sonrió-

-Yo asentí-

Ben: Jamás ingeriria otra gota de alcohol sin ti, abuelo.

Sr. Franklin: Eso es bueno. Por cierto, saluda a tu chica de mi parte. -sonrió- Dile que me hubiera encantado conocerla, pero que estaré feliz si acepta ser tu novia... y si un día se casan, dile que es la primera pelirroja en llegar a la familia Greengrass y conquistar a un ermitaño como nosotros. -rió débil-

Ben: Lo haré, abuelo. -reí bajo- Le hablaré de ti, lo prometo.

Sr. Franklin: Bien, entonces creo que estarás bien sin mi. -sonrió-

Ben: Tranquilo, estaremos bien. -sonreí agarrando su mano- Ya puedes descansar, yo los cuido.

Sr. Franklin: Es tu turno, Benjamín Franklin Greengrass. -sonrió-

Ben: Será un honor seguir tu legado, Franklin Apolo Greengrass.

-El abuelo asintió y vi como se acomodo mejor en su cama. Cerró sus ojos y sentí como su mano que apretaba la mía, se soltó del agarré y la dejo caer.

Suspiré al saber lo que eso significaba. Las chicas lloraron más fuerte y la curandera se acercó a mi abuelo para revisar sus signos vitales, sabía que eso era en vano, el abuelo se había ido.

Y yo no podía llorar frente a las chicas, debía ser fuerte para ellas. Y eso hice, las chicas llegaron a mi y me abrazaron aferrándose a mi con mucha fuerza y llorando sin control alguno.

Los adultos entraron y nos vieron. Inmediatamente entendieron qué pasaba y solo soltaron un suspiro y se acercaron a nosotros. Las chicas se fueron con ellos y abrazaron a cada uno.

Papá reconfortaba a Daphne, mamá a Astoria, la tía Brenda a Leila y yo solo miraba a mi abuelo quien era tapado con una sabana blanca de pies a cabeza por la curandera-.









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