C: 107 - LA AYUDA DE UNA NOVIA

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Hogwarts-


—Llevaba casi dos horas intentando seguir al rubio, Ginny Weasley en serio intentaba alcanzarlo, pero Benjamín Greengrass era más rápido y escurridizo. Aquello hizo que la pelirroja empezará a cuestionarse si fue criado por Astrid y Gareth, o por magos ninjas del occidente.

Hace dos días que el primer partido de la temporada, donde ambos habían jugado, y Benjamín había conseguido la victoria, había pasado. Ella en serio lo busco, por todo Hogwarts, incluso Astoria la ayudo a entrar a su Sala Común de Slytherin, pero el rubio se encerró en su habitación sin dejar que alguien lo molestara.

Al día siguiente la pelirroja no pudo hacer mucho, fue día de clases, y al ella no estar en el año de su tonto novio, solo pudo preocuparse en vano. Pero las clases apenas acabaron, ella en serio lo busco. Para su mala suerte, Benjamín había pedido comida en las cocinas de Hogwarts, ignorando por completo el Gran Comedor, y haciendo que ella se preocupara más al pensar que no había comido nada.

Pero ese día era el que cambiaría todo, Ginny pensó en que ya no iba a soportar un día más sin hablar o ayudar a su chico favorito, por más que quisiera golpearlo por hacerle pasar tales martirios y agonía por su preocupación extrema.

En ese momento se encontraba siguiéndolo. Las clases habían terminado, la cena comenzaría pronto, y ella tenía al rubio localizado. Benjamín se movía por la Biblioteca, de pasillo a pasillo. Había llegado para buscar un libro que le serviría para iniciar a avanzar con su tarea, pero al sentir la presencia de la pelirroja, simplemente decidió desaparecer, no quería verla.

Especialmente después de estar soñando cosas que creía nunca habían sucedido. Tenía dolores de cabeza horribles, su cuerpo sudaba frío cuando intentaba recordar la razón del por qué estaba en ese embrollo. Su cuerpo era atraído mágicamente a la pelirroja, y sentía tanta tensión al verla, a tal punto de que, al no recordar nada, le aterraba.

Así que ahí estaba, intentando encontrar la manera de salir de la Biblioteca de Hogwarts y regresar a su Sala Común de Slytherin para encerrarse en su habitación, donde estaría a salvo.

Camino con rapidez por el estante lleno de libros de Historia de la Magia o simplemente la Historia del Mundo Mágico-

Ginny: ¡Franklin! -expresó detrás de él, a cuatro metros de distancia-

-Benjamín negó, no se detendría, no la miraría, no la quería ni escuchar. Nuevamente imágenes llegaron a su cabeza.

Él defendiendo a la pelirroja en medio del Gran Comedor. Llevo sus manos a su cabeza, cerrando los ojos y caminando a ciegas al reproducir las imágenes en su mente de forma rápida y precisa. A su mente llegó como todos los veían con sorpresa, y cuando escuchó la razón del por qué, jadeo sorprendido.

Al caminar ciegamente, sintió sus pies tropezar con algo. Unos libros apilados en el suelo habían hecho que Benjamín se tropezara, y estaba a punto de irse de boca, cuando sintió una mano sobre su abdomen, impidiendo que eso pasara.

Al girarse, observó a Ginny Weasley, sosteniéndolo con todas las fuerzas del mundo. La pelirroja no sabía cómo es que lo estaba logrando, ni siquiera sabía cómo es que en el partido de hace unos días había logrado subirlo a su escoba. Quizá fue por la adrenalina, no lo sabía. Pero sí sabía que Benjamín la necesitaba, y ella, aunque tuviera todo el orgullo del mundo, no lo dejaría solo, a pesar de las horribles cosas que él le decía-

Ben: Tú. -susurró asustado-

Ginny: No dejaré que te golpees la cabeza otra vez, Franklin. Suficiente tengo con saber que por eso no me recuerdas, pero no permitiré que dejes el quidditch por un golpe absurdo como caer por libros en el suelo de la tonta Biblioteca.

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