Capítulo 66: Hoy te suelto

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Habían pasado un mes desde que había regresado nuevamente a casa. La estancia con mis tíos se sintió como años, pero en realidad fueron tres meses. En total, 4 meses sin saber nada de Dilan.

Decidí que había sido lo mejor; demasiado drama para algo tan pasajero, demasiado amor para alguien que no había querido luchar por mí. Aun recuerdo como decidí olvidarme por completó de él, una tarde, sentada bajo el árbol frondoso que tenia un columpio algo desgastado, demasiado pequeño para sentarme en él. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras recordaba los momentos compartidos, las risas, los secretos y el amor que habían florecido entre los dos o al menos de mi parte así fue.

Todos los momentos se repetían como película, todos los besos, las discusiones y las risas ¿Cómo pude ser tan tonta y no darme cuenta que solo era yo? Decidió no luchar por nuestro amor; yo enfrente a mi madre, poniendo en juego mi relación con ella, deje mi hogar, me deje a mí misma y por nada...

-Sabes cuánto te amo y cómo cada parte de mi ser desea estar a tu lado- recitaba al viento, esperando que le llevaran mis palabras como pequeños susurros a sus oídos- Pero las circunstancias nos han puesto en un camino difícil, uno en el que debo elegir entre el amor que siento por ti y la relación con mi madre. En seguir luchando por un amor quizás unilateral o empezar a reformar mi vida. -

Las lagrimas rodaban sin parar, pero estaba tranquila, no en sentimiento de paz, si no de vacío, ya no tenia nada más que dar, ya no tenia nada más que doler, todo el dolor del mundo ya se había consumado en mi cuerpo y solo estaba el vacío del tocar fondo, aceptación según le llaman.

- ¿Fuiste un error? No lo sé- continúe contándole al viento, como si el viento pudiera darme una respuesta- si lo fuiste, no entiendo como un error tan breve y fugaz, pudo hacerme tan feliz-.

Enamorarme de mi hermanastro me ha traído hasta aquí, un pueblo extraño donde escasamente cada cierto tiempo sucede algo, el efecto mariposa más raro de mi vida. Cerré los ojos y dejé que la brisa acariciara mi rostro. El sol se filtraba a través de las hojas del árbol, creando un juego de luces y sombras a mi alrededor. Respiré profundamente, tratando de encontrar algo de calma en medio del caos que había sido mi corazón.

Mis pensamientos volvían a Dilan una y otra vez. A pesar de todo, no podía borrarlo por completo de mi mente y corazón. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo había dejado que el amor me consumiera de tal manera? Me preguntaba si alguna vez encontraría la paz y la felicidad nuevamente.

Las lágrimas corrían descontroladas por mis mejillas, dejando un rastro salado y amargo en mi piel. Mi corazón se sentía como un cristal roto, y cada fragmento era un recuerdo doloroso de nuestro amor prohibido. Me aferraba a la esperanza de que algún día todo sería diferente, pero la realidad se interponía en mi camino una y otra vez.

Y ahí fue, como sentada debajo de ese árbol, rodeada por el silencio y la naturaleza, me enfrenté a una decisión que me desgarraba el alma. Sabía que para recuperar la aprobación de mi madre y encontrar la paz en mi vida, tenía que renunciar a Dilan. Era la única forma de evitar más dolor y desesperación.

- No puedo expresar con palabras lo mucho que te amo y lo que significas para mí- Las palabras fluían de mi corazón destrozado- pero también he llegado a comprender que nuestro amor es un camino lleno de espinas, uno que solo trae dolor y desesperación a nuestras vidas. -

Él ya había renunciado a mí, pero yo me aferraba a su recuerdo y al dolor, que era lo único que mantenía lo que una vez fue.

-Dilan, amor mío, he decidido renunciar a ti- decía mientras cada palabra quemaba mi garganta- no porque ya no te ame, sino porque necesito recuperar la aprobación de mi madre y encontrar la felicidad en otro lugar. Me duele en lo más profundo de mi ser tomar esta decisión, pero sé que es lo mejor para todos. –

Me estaba prometiendo no llorarle más, no seguir en esto, despojarme del amor que en mi quedaba para él, elegir a mi familia por encima de lo que pudiera o no sentir por él.

-Hoy te suelto...- suspire soltando ese peso.

A lo lejos, escuché el sonido de una puerta cerrarse. Mis tíos habían regresado a casa, trayendo consigo la realidad que había intentado dejar atrás. Me puse de pie y sacudí la tierra de mi vestido antes de caminar hacia la pequeña casa donde nos alojábamos.

Trate de tomar una bocanada de aire antes de entrar para que no me vieran mis tíos así, aunque ya se habían acostumbrado a verme deambular por la casa con los ojos llorosos y con el alma rota. Me acerque a mi tía, pidiéndole ir al pueblo por que necesitaba hablar con mi madre; ella, aunque dudosa acepto.

Ya en el pueblo, me proporcionaron un teléfono, ya que en casa de mis tíos por la lejanía con el pueblo no había señal telefónica.

- ¿Sí? ¿Quién habla? - sonó la voz de mi madre en el teléfono.

-Madre, he tomado una decisión- dije con voz entrecortada. -He decidido renunciar a Dilan. -


Nota: Darla en Galería 

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