capítulo 52 : traicionado por el deseo

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Dilan

Comencé a desvestirla, deseoso de poseerla la miraba ahí, un ángel mirándome con ojos de lujuria.

Comencé a besarle su bello rostro, continué bajando lentamente hacia su cuello, tomándola por los hombros para recostarla en la cama. Bajé a sus senos y me detuve más de lo planeado en ellos ¡Dios es tan hermosa!

Realice un inocente camino de besos en su vientre, deteniéndome a darle uno más largo a su ombligo. Descendí hacia su feminidad, pude sentir como se estremeció cuando comencé atrevidamente a besarla.

Levanté la mirada y pude verla tímida, excitada y dudosa de querer que yo siguiera. Me imagino la controversia que cause en su mente, le brinde una sonrisa amigable, y continúe con mi labor.

Darla me tomaba por el cabello, jadeante y deseosa de más, y yo como buen mozo, atendiendo a lo que ella me pidiera.

- ¡Para, para! - dijo respirando agitadamente, temblorosa- necesito tenerte dentro de mí-.

En un movimiento rápido me quité la ropa que me estorbaba y sin previo aviso me adentré en ella, Darla arqueo su cuerpo, y tuve que poner mi mano sobre su boca evitando que el grito que iba a lanzar fuera escuchado.

- ¿dolió? - pregunté apenado de mi salvajismo.

- duele – dijo apretando los ojos – pero continua que me gusta-.

¡Mierda! Esa mirada que me lanzó terminando su frase, tan sensual, tan perversa, tan todo.

Comenzamos a juguetear probando distintas posiciones, cada una más deliciosa que la anterior. Sentía que en cualquier momento se aproximaba mi clímax, pero quería atrasarlo lo más posible, pero era casi absurdo, con tan solo sentir su cuerpo sudado cerca del mío era suficiente para sentir un éxtasis incontrolable.

- Quiero estar arriba – dijo jadeante y mirándome, con esa mirada que solo ella tiene, de ternura y deseo.

Salí lentamente de ella, acostándome para que ella, entusiasta pudiera cumplir sus deseos. Con poca gracia se posiciono arriba de mí, pero a pesar de la torpeza con la que subió, ahí estaba ella, en todo su esplendor.

-no te burles – dijo dándome un tierno, pero eficaz golpecillo en la cabeza.

- no lo hacía – respondí sonriendo de lado.

Comenzó tímida a moverse, lentamente y con miedo de hacer algo mal.

- No soy muy buena- dijo deteniéndose

- eres P E R F E C T A – respondí dándole su deliberado énfasis a cada letra.

Ella me sonrió en la oscuridad de su habitación y continuo sus tiernas embestidas. Pero de repente, dio un giro inesperado, mi tierna y tímida Darla se convirtió en una experta, moviéndose ahora segura de sí misma, divertida de mi cara de satisfacción.

- ¡Darla espera! - dije temeroso de no poder aguantar más.

- ¡No! - respondió divertida por un segundo, después atrapada por la pasión comenzó a gemir en voz baja, mordiéndose los labios para evitar dejar salir alguno más sonoro de lo permitido en esta situación.

En cuestión de minutos, mi orgasmo llego, traicionando mi deseo de tardar más, puse los ojos en blanco, disfrutando los segundos de placer que sentía. Ella seguía moviéndose sobre mí, la observé, por su rostro pude percibir que su orgasmo estaba muy cerca.

Antes de lo que hubiera apostado, ella se recostó sobre mi pecho, ahogando ese gemido mayor, proveniente del placer recibido...

Duramos así unos segundos, siendo uno mismo, un mismo latido, una misma respiración. Ella se quitó de encima para poder recostarse a mi lado.

- No creo que sea conveniente llevarte...- solté de repente 

nota: Darla en galería 

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