capítulo 27: la fiesta de los Hamilton

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Dilan

Llegué a la oficina un poco tarde, juntarme con Darla me está pegando lo impuntual.

Realmente estoy muy preocupado por ella, anoche sólo alcance a escuchar unos gritos y el golpe de la mano de Elecctra estampandose en la mejilla de Darla.
Yo trate de hablar con ella pero se rehusó a abrirme la puerta del baño.

Baje del ascensor y saludé a Paulina, la recepcionista, es guapa y tuve algo que ver con ella unas cuantas ocasiones, pero es demasiada hueca, nunca me intereso realmente.

Me adentro y paso por la oficina de papá, él esta al teléfono con su escritorio lleno de carpetas y papeles.

Ni siquiera me nota. Así que continuó con mi camino para llegar a mi oficina.

-joven Dilan, hoy se levantó tarde- me dice Tamara, mi secretaria.

Le brindó una sonrisa y una mirada cálida, ella me alegra las mañanas.

-así es Tamara, al parecer las sábanas se me pegaron al cuerpo- le dije tomando la taza de café que traía en su mano.

-su padre me encargo darle personalmente esté caso y un aviso- me respondió acomodando mi cabello hacia atrás- hijo cuantas veces te he dicho que te recortes ese cabello...-.

-Tamara... el aviso- dije quitando su frágil mano de mi cabello.

Ella se acomoda sus lentes y saca la libreta donde anota los recados.

-necesita verte a la hora de la comida, así que no te vayas a ir antes que él...- leyó con su voz tan dulce que tiene.

Noto como se guarda de nuevo su libreta en su chaleco, y después se soba una de sus manos.

- ¿has tomado tu medicamento para la artritis?- respondo tomando un sorbo de café.

-joven Dilan ese medicamento es muy caro- responde soltando un suspiro- las quimioterapias de mi esposo son primero...-.

-¿aún no has sabido nada de Ramiro?- le respondo.

-no... uno cria a sus hijos, esperando que cuando uno llegue a la vejez estos se tienten el corazón y le ayuden a uno- respondió soltando un suspiro.

-fingamos que yo soy tu hijo y yo sí me tiento el corazón- le dije acariciando su rostro que ya tiene muchas arrugas.

-jamás lo permitiria joven Dilan- respondió con su dulce voz- debo continuar con el trabajo, te un buen día hijo-.

Se dio la vuelta y a pasos lentos llegó a la puerta.

¡mi pobre Tamara! Una pobre mujer de 60 años trabajando duro para poder ayudar a su esposo con cáncer, y su hijo mal agradecido que los abandona cuando más lo necesitaban.

Continúe con mi trabajo revisando el caso,esta vez se trataba de un caso de desviación de impuestos.

Sin darme cuenta se me paso el tiempo y papá llegó a mi oficina.

-¿Has terminado hijo?- respondió acercándose a mi escritorio.

-la verdad no, lo siento, dudo mucho poder ir a desayunar contigo- dije sin despegar los ojos de la laptop.

Papá soltó un suspiro y se sentó en la silla delante mío.

- bueno entonces te diré lo que necesito aquí. Tienes que ir hoy a la fiesta de los Hamilton, sabes que el señor Hamilton es un inversionista muy importante para el despacho y necesitas hacer uso de presencia...-.

Yo separé la vista de la computadora y solté una risa cínica.

-debes estar bromeando...- respondí levantando una ceja.

Mi Nuevo HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora