Náufrago

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POV BECKY

Cuando regresé a mi habitación tomé una ducha rápida. Ya era tarde así que debía de dormir si quería estar fresca para las clases siguientes. Pero no podía, llevaba más de una hora acostada y mis ojos no se despegaban del techo de mi habitación.

Primero mi cabeza pensó en Oaey, me sentía a gusto cuando ella me sonreía, aunque el contacto de nuestras manos siempre me hacía sobresaltar, hacia qué mi corazón latiera un poco más rápido de lo normal.

Siempre era atenta y amable y estoy segura de que hace unas horas si no me hubiera levantado del sofá ella me habría besado, la idea rondo mi cabeza y no me desagrado pero ¿podía confiar en ella?

No puedes estar hablando en serio, Rebecca. Bloqueé esa idea de mi cabeza en ese momento. La voz en mi cabeza sonada molesta. Pero tenía razón, yo no había venido a Bangkok ha involucrarme en dramas y rollos amorosos, yo estaba aquí huyendo, tratando de sanar.

Y mientras pensaba en Oaey recordé lo que había dicho sobre la rubia "es la novia de Freen" sentí un nudo en el estómago y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo.

Cerré los ojos para apaciguar ese sensación. Y de pronto mi mente estaba en Londres. Era una noche tranquila, me encontraba de pie usando un ligero camisón negro, mis pies sobre la suave arena y el viento golpeaba mi rostro delicadamente mientras mi cabello teñido de rojo se movía al ritmo de la brisa. Me encontraba parada frente al mar contemplando el hermoso cielo nocturno de Brighton Beach. Era tan tranquilo y hermoso.

-Compraré esta casa - escuché una voz detrás de mi lo que me hizo sonreír. No giré sabía quien era.

Aprisionó mi cuerpo con un abrazo sobre mi cintura y beso mi hombro suavemente mientras yo sujeté sus brazos con mis manos para reafirmar su abrazo.

-¿De qué hablas? - pregunté riendo, mientras las olas rompían en la orilla de la playa.

-Compraré esta casa - repitió- cuando nos casemos nos mudaremos aquí- yo sentía su aliento chocar con mi piel erizándola - no tendremos que preocuparnos de nada, solo disfrutaremos la vista y de nuestros hijos corriendo por la playa.

Abrí mis ojos de golpe, volviendo a mi habitación en Bangkok, sentía que no podía respirar, abrí mi boca buscando saciar mi sed del vital aire pero mientras más bocanadas incontrolables daba más aire me faltaba, sentí mi cuerpo temblar y el frío sudor resbalar por mi frente.

Estaba agitada, no podía respirar, mi vista se nublaba, y mi cuerpo no respondía.

!CALMA, BECKY! RESPIRA retumbaban las palabras en mi cabeza. Me levanté quedando sentada sobre la cama, toda la habitación estaba en completa oscuridad, estiré mi brazo y tanteé la cómoda a mi izquierda, abrí el cajón y tomé el frasco de pastillas que tenía ahí. Mis manos temblaban y abrirlo fue más difícil de lo que parecía.

Vertí dos pastillas en mi mano y me las lleve a la boca. Las empuje hacia atrás con mi lengua y sentí como se atoraban en mi garganta, tragué lo que más pude de saliva tres veces hasta que las pastillas se deslizaron hacia abajo.

Me recosté de nuevo y me cubrí con la colcha todo el cuerpo hasta la cabeza, podía escuchar mi respiración agitada, podía sentir mi cuerpo cubierto por el frío sudor, podía ver mi corazón incompleto, y la luz de mi alma volverse más tenue.

Me escondí debajo de la colcha para que los recuerdos no me pudieran encontrar.

Abrí mis ojos y la habitación seguía a oscuras, apenas un pequeño rastro de luz se filtraba a través de las cortinas que cubrían la puerta corrediza que daba al balcón.

Aproximadamente a las 6 de la mañana le había mandado un mensaje a Irin avisándole que no iría a clases, solo le dije que tenía migraña y quería descansar.

Pude conciliar el sueño justo después de mandarle aquel mensaje, no había dormido nada y la imagen de Jaja y mía los días que estuvimos en aquella playa seguían reproduciéndose en mi cabeza como una película de terror.

Me volvía a sentir vacía, los miedos floreciendo sobre mi piel como la primera noche que la encontré en la cama con otra. Lloré hasta que ninguna gota salió de mis ojos, lloré hasta que la cabeza me dolía como si estuviera a nada de explotar. Lloré tanto que me quede vacía de nuevo.

Alcance mi celular y vi la hora 17:47, había dormido prácticamente todo el día. Tocaron a la puerta y me levanté a abrir. Irin estaba parada frente a mi con una bolsa de papel café en su mano, al mirarme pude ver en sus ojos la preocupación y tristeza que sentía al verme recaer una vez más.

-Te traje algo para comer- dijo alzando la bolsa de papel. Asentí e hice un ademán con mi cabeza para que pasara. Nos sentamos en el piso del balcón observando como el sol comenzaba a descender para ocultarse.

Comimos en silencio, esta era una escena que habíamos hecho antes cuando aún vivía en Londres, ella venía me abrazaba, sin decir nada. Solo estaba ahí por cualquier cosa que necesitara.

-Creo que es momento - dijo Irin mirando la puesta de sol. - has sido demasiado paciente, Bec. Te has aferrado a no querer soltarla pero es momento de que empieces a hacerlo.

-No sé cómo - dije viendo mis manos tratando de encontrar en ellas las respuestas.

-Tienes que empezar por quererte, Bec. No hablo de que conozcas otras personas, o salgas de fiesta, o te líes con la primera que te encuentres - dijo Irin mientras acaricia mi espalda - solo no te encierres en estas paredes como lo hiciste en Londres.

-Es fácil para ti decirlo - dije sin pensar- tú no perdiste todo de un momento a otro. - sentía como mis ojos se llenaban de lágrimas de nuevo.

-Te perdí a ti, Bec. - dijo Irin en un susurro que me partió el corazón- perdí a mi amiga, perdí su risa y por más que la he buscado no la encuentro.

Todo quedó en silencio.

-No lo perdiste todo aún tienes a muchas personas que te aman, están tus padres, Richie, tus amigos en Londres, me tienes a mi Bec.

Se arrodilló frente a mi y envolvió sus brazos en mi cuello atrayendo mi cuerpo hacia ella, recostó mi cabeza sobre su pecho y mis lágrimas cayeron, yo solo podía llorar. Abrase su torso como el náufrago que se aferra a un pedazo de madera para no ahogarse.

-Bec sé que es difícil. Pero ella es la que debería estar sufriendo no tú. Ella te perdió y tú te salvaste de una persona que tarde o temprano te iba a hacer infeliz. Bangkok es tu segunda oportunidad, bebé. No te cierres a ella.

Tocaron a la puerta de mi habitación, Irin siguió acariciando mi espalda de arriba abajo, golpearon a la puerta de nuevo. Irin se separó de mí y nos levantamos entrando a la habitación.

Volvieron a tocar la puerta.

Líneas del destino. FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora