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Tomé algunos alimentos de la cocina, después volví a mi encierro. Caminé por la sala y me di cuenta que William ya no estaba, tan rápido se fue. Bueno tenía que descansar en una cama — me dije a mi misma.
— Gracias por la sábana — escuché su voz desde una esquina.
Mi corazón golpeó mi pecho al escucharlo tan de repente, a tal punto que las frutas cayeron al piso.
— De nada — solté un suspiro llevando las manos a mi pecho.
— No quería asustarte — volvió a mi y me vió.
Su camisa seguía desabotonada, podía ver su firme pecho, ese pantalón le quedaba bastante ajustado, tanto que su trasero podía notarse muy bien.
Como siempre él miraba hacia afuera, me moría de ganas de preguntarle por que era tan serio y cortante.
Pero no podía.
— De... descuida — respondí, para después agacharme y recoger mi cena.
William hizo lo mismo, me ayudó a recoger algunas manzanas. Frunció levemente el ceño y me la entregó.
— ¿Cenarás fruta?
No podía decirle acerca de la descortesía de Bianca. Vacilé por unos segundos y después inventé una buena excusa que terminó siendo verdad.
— Es... saludable.
— Claro.
Volvió a sentarse, cerró sus ojos y apretó el puente de su nariz. No podía verlo así.
— Estás... te ves cansado — me senté a lado de él, dejando las frutas sobre la mesa.
— El trabajo no espera — respondió y puso sus ojos en mi.
Podría describir ese momento, una extraña sensación se apoderó de mi, algo recorrió todo mi cuerpo hasta llegar a mi corazón el cual latía con tanta fuerza que creí que lo escuchaba. Desvié la mirada hacia otro lado, si seguía mirándolo no se que pasaría.
— Entiendo pero, la salud es importante... digo si estás todo el tiempo cansado no rendirás, no debes ser esclavo del trabajo William, eres una persona no una máquina.
Sonrió de lado mientras veía sus manos, ese hoyuelo que se le marcaba en la mejilla al sonreír, hacia que se viera como una obra ante mi, ¡Que!...
— Es la primera vez que escucho a alguien que se preocupa por mi... gracias pero debo ir a terminar algo que no debe esperar — tomó su maletín y también su saco.
— Espérate... no me lo tomes a mal pero te ves terrible... digo estás que te mueres de cansancio, no permitiré que sigas trabajando, así no — lo encaré, y arrebaté su maletín.
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La elección de amar
RomanceSofía Jhonson, es intercambiada por uno de los hombres más poderosos y fríos del mundo, o es lo que todos dicen. De un arreglo de ambas familias surgirá el amor. Los Garner y los Jhonson, unen a esta pareja destinada, en sagrado matrimonio, Sofí...