ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟚

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Mis ojos se abrieron lentamente a causa del resplandor de la luna que se filtra a través de mi ventana, lo único bueno de dormir cerca de la cocina es que puedo apreciar el satélite natural en su máximo esplendor.

Lentamente giro mi rostro hacia la derecha enfocando la vista sobre el objeto que yace sobre el buro, el reloj. Este marca las 3 en punto de la madrugada.

El resto de la noche me dedico a pensar en las palabras que anteriormente salieron de la boca de mi padre... él jamás se había atrevido a presentarme a alguien y si soy sincera, no me molesta en absoluto.

A pesar del dolor que destroza mi corazón trato de hacer amena la convivencia con este, viviendo felizmente en mi burbuja con su no tan agradable compañía.

Tenía 26 años, y a mi edad no conocía lo que era el amor o un poco de afecto por alguien, ignoraba ese sentimiento hacia una persona, por las únicas cosas que había sentido amor era por las plantas del jardín, eso me hacía más que feliz.

Después de ver el techo y pensar, en aquella visita tan misteriosa, me levanté de la cama y me dispuse a buscar mi uniforme para empezar con los quehaceres del día. Pronto el reloj dió las 5:00 a.m y yo, ya tenía todo impecable y también tenía el estómago lleno.

Recordé lo que papá me había dicho, volví a ducharme y cepillé mi cabello dejándolo suelto, me dejé un vestido sencillo que llegaba a mis rodillas; y unas zapatillas que Francisca la antigua ama de llaves, me había regalado.

No quería parecer que me arreglaba para alguien, porque no sabía que era lo que papá tendría planeado ese día. Me llené de ilusión por un momento y pensé, a lo mejor, entraré a tomar algunas clases para poder ayudar en la empresa, con la publicidad ya que se dedicaban a eso, o también pensé, que tomaría clases de diseño ya que amaba eso. Terminé de hacer lo necesario, me senté sobre el borde de mi cama y esperé, hasta que el reloj dió las 8:00 am, y tocaron mi puerta; salté del susto y cerré los ojos respirando hondo y abrí.

Había una joven de algunos 18 años, muy bonita y con el uniforme de la casa, la miré con el ceño fruncido y pensé, ¿Contrataron a alguien más?.

— Buenos días señorita Sofía, su padre la espera en la sala, porfavor vaya inmediatamente — la chica era muy amable en realidad, y esa era la primera vez que alguien me decía "señorita"

Sonreí en respuesta y asentí, pero necesitaba saber, en que momento la contrataron pues, conmigo era suficiente para hacer de esta mansión un sitio brillante con aroma delicioso, así que pregunté.

— ¿Y tú eres...? — no terminé la pregunta pues sabía que entendería mi interrogante, ella me sonrió y respondió.

— Mi nombre es Pamela, y fui enviada por la agencia de contratación, señorita.

La elección de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora