Es de esos momentos en dónde no sé que hacer... llorar como siempre lo he hecho... la felicidad nunca ha existido para mi, y mucho menos algo como lo qué pasó.
No debería sentir lo que en aquel momento sentí, el placer recorrió mi cuerpo, el deseo de quedarme ahí para siempre es algo que no puedo explicar, William estaba empezando a ser mi debilidad y eso era algo que debía evitar.
Pero... a pesar de su enigmática personalidad sé que tiene su lado tierno y frágil, todos lo tenemos, todos necesitamos un hombro en el cual llorar, llega un momento en que colapsamos tanto de cuerpo, mente y alma... él trataba de no mostrar sus emociones, sus sentimientos... por algo qué pasó en su pasado.
Alexander así lo dijo, y ahora más que nunca debo alejarme de él... sin cumplir con la promesa que hice.
Respiré hondo tratando de liberarme de todo lo que estaba sintiendo... escuché unos pasos bajar de la habitación, no me atreví a voltear y lo único que escuché al final fue... el azotón de la puerta y él se marchó.
La noche ya casi estaba en su punto, y yo seguía mirando el cielo, mi mente estaba hecha un lío, hundida en un mar de confusiones... la forma en como él exploró mi cuerpo me hizo viajar a otro planeta.
¿Qué clase de sentimiento era ese?
Tenía miedo.
Estaba cansada... mis ojos pesaban toneladas y no podía mantenerlos abiertos, ni siquiera me di cuenta la hora en que quedé dormida.
**
Por la mañana, los leves rayos del sol hicieron que abriera los ojos, estaba sobre el sofá y una sábana tibia sobre mi cuerpo.
Me levanté confundida... según yo estaba fuera en el balcón, respiré hondo y busqué mis zapatos, cuando él llegó.
No sabía como actuar en ese momento, sólo me quedé inmóvil sin ver su rostro.
— Prepárate iremos al hospital — dijo él sin verme también, pasando a mi lado, ignorando todo lo que había pasado la noche anterior.
— Claro — respondí mientras subía las escaleras rumbo a la habitación.
Era una situación tan incómoda para mi, tal vez para él sea normal pero no lo es para mi.
Ya no tenía ánimos de conocer al abuelo, sin embargo ese había sido el motivo del viaje, recogí mi cabello en una coleta alta, dejé unos jeans azules, y una blusa corta, también usé zapatillas y bajé.
— Estoy lista vamos.
Veía su teléfono, su maldita forma de actuar me ponía de mal humor, era como si no hubiese pasado nada.
— Bien — respondió, guardó su teléfono, pasó a mi lado sin mirarme.
Sentí un hueco en mi corazón al sentirlo tan esquivo.
Afuera nos esperaba Elvin, quién amablemente abrió la puerta trasera del auto, entré primero y después William lo hizo.
El ambiente estaba muy tenso, hasta el presidente de los idiotas se daría cuenta que entre él y yo pasaba algo. Elvin lo notó eso lo sé, pero es demasiado prudente para hacerse notar.
Dentro de aquel artefacto con cuarto ruedas, el silencio fue el protagonista del momento, ambos nos limitamos a vernos, yo veía hacia la ventana y él también... movía mis dedos con desesperación, deseaba llegar al hospital y acabar con esa incomodidad que me mataba.
Por otro lado, la belleza de la Ciudad de México, hizo que me tranquilizara un poco, desde niña no veía mi ciudad natal, se sentía tan bien estar de regreso al menos por un momento.
Toda mi vida ignoré esto, vivía en mi pequeña burbuja y creía que ahí moriría... y... hubiese preferido mil veces seguir con mi vida dentro de aquella mansión, que sentir esta agonía que cada día que pasa se hace más grande.
Sin darme cuenta, y sumida en mis pensamientos... no me percaté que ya habíamos llegado.
— Elvin adelántate — dijo William quién por fin rompió el silencio.
Elvin asintió y salió.
Pretendía salir del auto también, cuando él mencionó mi nombre.
— Sofía espera.
Aún no podía creer lo que causaba en mi, con el simple hecho de mencionar mi nombre.
— Dime, ¿Qué pasa? — pregunté mientras veía su perfil.
Él me vió... sus ojos estaban rojos, su rostro demacrado. Fue tan extraño verlo así, estaba claro que había bebido toda la noche.
— Lo que pasó ayer no debió haber pasado, en verdad lo siento mucho.
Eso fue un fuerte golpe a mi corazón, sentí mi pecho temblar, mis ojos empezaban a humedecerse, pese a todo eso, me tragué el dolor y sonreí.
— Descuida, fue un impulso — respiré hondo — señor Garner, lo qué pasó anoche quedará en el olvido, descuide... ahora vamos que el abuelo nos espera.
Fingir no era algo que podía hacer, pero lo intenté... fingí estar bien, fingí aceptarlo, fingí que no me dolieron sus palabras... fingí y me mentí a mi misma al hacerme creer que, no estaba sintiendo nada por él.
Sin embargo... William ya había quedado grabado en mi mente y corazón, su olor había quedado impregnado en mi piel.
El hospital era algo enorme, para mi suerte Elvin me esperaba en la entrada... estaba a punto de hablarle cuando William llegó.
— Elvin estaciona el auto, puedes ir a comer algo... tardaremos un rato — dijo William.
— Como ordene — asintió Elvin.
Después de que el fuera, los dos caminamos por el gran pasillo, como siempre nadie dijo algo... hasta que llegamos a la recepción.
Las enfermeras eran muy amables, no preguntaron absolutamente nada, y nos dejaron entrar, todo era de color blanco, tan limpio, se podía decir que era un hospital de cinco estrellas.
Nos detuvimos enfrente de la habitación 138, William giró la perilla de la puerta y abrió lentamente. Estaba nerviosa no podía negarlo.
— Abuelo — saludó William entrando despacio — ¿Cómo estás? Traigo una sorpresa para ti.
El cuerpo de este último impedía que viera al paciente, sin embargo cuando el dio lugar a que yo lo viera, la pequeña sonrisa que llevaba se desvaneció poco a poco... al reconocer a ese hombre.
Yo lo conocía.
Bernardo Garner era él... aún seguía con vida.
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La elección de amar
RomanceSofía Jhonson, es intercambiada por uno de los hombres más poderosos y fríos del mundo, o es lo que todos dicen. De un arreglo de ambas familias surgirá el amor. Los Garner y los Jhonson, unen a esta pareja destinada, en sagrado matrimonio, Sofí...