Capítulo 33

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La supuesta "verdad" que me había confesado el señor Alexander, me ponía en un situación demasiado complicada; no sabía que hacer si seguir escuchando o no, yo era una completa desconocida como para darme cuenta de los secretos más grandes de aquella familia tan prestigiosa.

— Señor Alexander, agradezco que tenga esa confianza en mi, apenas llevo unos meses en la Villa me alegra que... me haya elegido para desahogarse pero... no se si deba saber los secretos más íntimos de su familia, soy simplemente una desconocida para ustedes.

— No eres simplemente eso Sofía, eres la persona a quien William ha escogido en medio de su tormenta; entre miles él te ha elegido a ti, te has convertido en alguien importante para él y ya deberías darte cuenta de eso, no eres su juguete... créeme.

Al menos, eso me llenó de alegría.

— Aún así, si usted me ha contado esto, significa que soy complice de una mentira, William me odiaría si se llegase a dar cuenta de esto... se lo pido no me ponga en esta situación.

De su cartera sacó unos papeles, parece que lo que dije hacía un momento, no lo escuchó y me ignoró por completo.

— Hace unos días, recibí una noticia... estoy enfermo y lo más que me queda de vida son unos meses, no se con exactitud cuanto la verdad....

— Eso no es verdad...

— Déjame terminar, después puedes decir lo que quieras. William iba a casarse hace exactamente seis años, fue su primera novia y la amaba con locura, le daba todo lo que ella quería, la tenía como una reina; Sheyla era una gran médico, el hospital donde está internado Bernardo, sería de su propiedad como un obsequio de bodas, pero ella no se merecía todo eso, no merecía un hombre como mi hijo... lo engañó con su propio hermano, mi hijo Carlos, fui testigo de eso yo los vi, en su propia cama de bodas... la muy perra me lo restregó en la cara, y también me chantajeó.

— ¿Chantajeó? ¿Cómo? — pregunté.

— Ella ya sabía que... William es mi verdadero hijo, yo aún no estaba preparado para decirle la verdad y pensaba en morir y llevarme a la tumba ese secreto, ya que William estaba empezando a aceptarme y no quería arruinarlo, yo no quería que se diera cuenta que, la que creía su madre era una víbora en todos los sentidos... Sheyla se aprovechó de ese momento, me pidió una fuerte cantidad de dinero y se la di, pensé que con eso bastaría pero ella era demasiado ambiciosa y pensó en lo peor — tomó un descanso y respiró hondo.

Mi mente había quedado en shock por las palabras que acababa de escuchar.

— ¿Qué pasó después? — pregunté.

— Me hizo culparme... le dije a William que había sido yo quien orilló a Sheyla para que lo traicionara con su hermano, por que ella no me agradaba para la familia... y que el hijo que esperaba no lo volvería a ver si la perdonaba.

— Espere un momento... ¿William tiene un hijo?.

Mi corazón quedó en un hilo, quería escuchar una respuesta negativa, mi pecho empezó a dolerme a tal punto que mi respiración se aceleró.

— Eso es lo que él cree, Sheyla estaba embarazada pero... el niño...

Y en ese momento mi teléfono sonó, vi la pantalla y era él.

— Es él, debo irme no quiero tener problemas.

Me levanté del asiento pretendiendo irme.

— Espera aún no sabes todo.

— Nos vemos después, en verdad no quiero tener problemas — repetí.

Mi teléfono sonaba y sonaba, veía en la pantalla su nombre y no me atrevía a responder.

— Contesta, es muy paranoico empezará a pensar en lo peor — sugirió Alexander tomando el último sorbo de su café.

Respiré hondo y contesté.

*Hola William.

* ¿Dónde estás?

* Emm yo, tenía que hacer algo antes llegaré en un momento — mi voz temblaba en ese momento.

* Entiendo, llegaré tarde a casa; tengo una reunión imprevista y no puedo rechazarla... no me esperes despierta.

Eso me destrozó.

* No te preocupes... no te desveles mucho porfavor.

* No lo haré, te veré después.

Eso fue todo, y colgó el teléfono... vi el mismo con desesperación e ira a la vez, tenía el deseo de regresar a la empresa y verificar si era verdad todo lo que me había dicho.

— ¿Todo bien? — preguntó el señor Alexander quien seguramente había leído mis expresiones.

— Si, al parecer él no llegará — respondí con tristeza.

— Tiene demasiado trabajo, te aseguro que él jamás te mentirá lo conozco muy bien... Sofía, quiero agradecerte por haberme escuchado, me he quitado una gran carga de encima.

Sonreí y tomé sus manos.

— No se preocupe, gracias por confiar en mi; le prometo que haré lo posible para que usted y William tengan una conversación.

— Si puedes lograrlo antes de seis meses te lo agradecería.

— ¿Por que seis meses? — cuestioné intrigada.

— Solo decía — palmeó mi mano mientras sonreía — vamos te llevaré a casa.

— Oh no! Puedo tomar un taxi...

— No permitiré que mi nuera se vaya en un mugroso taxi, eso jamás.

Las mariposas empezaron a moverse como locas dentro de mi estómago, lo que escuché fue algo increíble, no respondí con palabras y asentí en respuesta. El auto que afuera nos esperaba era digno para un rey, habían dos hombres vestidos de negro, ambos entramos a la parte trasera del auto, e inmediatamente este se puso en marcha.

Pese a todo lo que había escuchado, no podía dejar de pensar en la enfermedad del señor Alexander, tenía la esperanza que él lo dijese, para aparentar ser una víctima, y que William hablara con él, su padre parecía ser una buena persona y no me gustaría que algo le pasara.

Esa era una de mis tantas preocupaciones... la otra era, el supuesto hijo de William, un lazo muy fuerte entre esa mujer y él.

La elección de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora