ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟠

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Me moví lentamente sobre aquella enorme cama, dónde podía dormir como quería. El ruido de afuera me despertó. Abrí los ojos lentamente, era difícil mantenerlos abiertos por el resplandor de la luz que entraba por la ventana, aún no me acostumbraba a la nueva vida que tenía.

¿Cual vida?

¿Cual futuro?...

Moví mi cuerpo hasta el borde de la cama y me puse de pie, estiré mis músculos para después acercarme a la ventana. Ví a William despedirse de Bianca después entró al auto y se marchó. Esta es la primera vez que lo veo partir.
Después de eso, me di un baño rápidamente; tenía que bajar a la cocina y preparar mis alimentos, puesto que la empleada o sea Bianca no se molestaba en preparar algo para mi.

Llegué a la cocina, el lugar era muy limpio, me dispuse a preparar algo rápido y después subí a mi habitación dónde no hacía más que, leer los mismos libros que habían en una pequeña biblioteca.

[...]

El día, la tarde, la noche y los demás días habían pasado más rápido de lo que pensé y mi situación era la misma, no sabía que hacía en ese lugar y con qué propósito me habían llevado.

No sabía nada de William, desde hacía una semana que no lo veía y era extraño en verdad, era un esclavo de su trabajo y siento que, lo hacía para aliviar algún dolor quien sabe.

Era de noche, y la luna estaba en su punto. Me detuve a ver el reloj y era la media noche, no podía dormir y decidí salir, sentí miedo pero no podía con la sed que tenía en ese momento, antes de abrir respiré hondo e hice la santísimo trinidad en mi rostro. Aquel pasillo era silencioso, tanto que podía escuchar algunos grillos cantar. Caminé abrazando mi cuerpo y mirando a ambos lados, había una habitación no muy lejos de la mía, la puerta estaba entreabierta, pensé que algo estaba pasando así que me acerqué. Mi corazón se estremeció, era la habitación de Bianca, ella estaba sentada en el borde de la cama, y lloraba sin control... intenté acercarme y tratar de hablar con ella, aunque esta última haya sido una odiosa, se notaba que era buena persona.

Me congelé al tratar de tocar la puerta, y ver quien la acompañaba, era William y este estaba semidesnudo sólo con unos jeans, él le alcanzaba un vaso con agua, el cual ella lo tomó y bebió un sorbo.

No sabía que hacer, mi corazón empezó a sentir algo extraño en el momento en que lo vi, la abrazó y ella seguía llorando, ¿Que estaba pasando? No comprendí y me di cuenta que ese no era mi lugar, salí en silencio y bajé hasta llegar a la cocina dónde también me serví un poco de agua.

Traté de respirar bien, desde la primera vez que la vi, sabía que ellos tenían algo, no debe importarme pero... dejé de pensar tanto, y decidí volver a la habitación. Me di la vuelta y entonces me lo encontré a él, iba igual, sin camisa y cabello desordenado pues ante mis ojos era obvio lo que había pasado.

— Sofía, ¿Que haces aquí tan tarde? — me preguntó mientras se acercaba a mi con el ceño fruncido.

Mis ojos se clavaron en su pecho, y no podía dejar de admirar su perfección.

— ¡Ey! — chasqueó sus dedos al ver que no reaccionaba.

Inmediatamente volví a mi realidad.

— He... yo... tenía sed bajé por algo de agua.

Desvié la mirada, por alguna razón sentía molestia y repugnancia al verlo, ¿Que es lo que estoy sintiendo ahora?.

— Ya veo... yo también necesito un poco de agua — pasó a mi lado rosando mi hombro, su aroma era sensacional.

Sentí que ese segundo duró un año, no quería seguir ahí. Mi subconsciente podría traicionarme y podría terminar preguntando cosas que no debía, apreté mi vaso con fuerza, respiré hondo y caminé hacia las escaleras.

— ¡Sofía! — volvió a hablarme.

Mis pasos se detuvieron y mi corazón, mis nervios y todo lo de mi, estaba empezando a traicionarme.

Escuchar mi nombre salir de sus labios era sensacional, su voz era perfecta.

— ¿Si? — me di la vuelta y me encontré con sus ojos, mirándome de cerca.

Aclaré mi garganta y di un paso atrás, tomando un sorbo de mi agua.

— Sé que no es el momento adecuado para preguntarte esto pero... ¿Pensaste en la propuesta que te hice? Digo... para el nuevo proyecto de alfabetización.

¿Alfabetización?

— ¿Me estás llamando analfabeta? — cuestioné mientras alzaba una ceja y la cólera me invadía.

— ¡No! Sofi... yo no estoy diciendo eso..

— ¿Sofi? — lo interrumpí.

Se puso nervioso, no podía verme al rostro.

Me reí ante su actitud, se me olvidó por completo lo que acababa de pasar.

— Lo siento, hablamos de eso otro día tengo que ir a descansar.

Esta vez no lo detuve, ¿Para qué?.

Lo imité  y busqué mi cama. Dejé de pensar cosas sin sentido. Pese a lo que estaba pasando por mi mente ahora, tendría que aceptar que, vivía mejor, en aquella villa enigma al igual que su dueño.

La elección de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora