La reunión con los pequeños empresarios llegó a su fin dos horas después, era algo tedioso para mi... lidiar con gente sin experiencia, pero es lo que tocó.
— ¿Y bien? — cuestionó Oscar de repente.
Sabía a lo que se refería, sabía la lluvia de preguntas que haría, sus estúpidas suposiciones y por supuesto... uno que otro "consejo".
— Ya sé a lo que te refieres, porfavor no hagas especulaciones y evita las estupideces salir de tu boca — señalé con mi dedo índice.
Él rió negando con la cabeza.
— Si pero es que... ¿Trabajar en tu oficina? ¿Contigo? — sus ojos por poco y salían de su rostro.
Siempre me había caracterizado por ser un hombre al que le gusta su soledad, privacidad, en lo personal como en lo profesional, odiaba que me interrumpieran en mi oficina... sólo era yo y la oscuridad que me consumía día con día.
— No tenemos espacio, Oscar... dejemos el tema porfavor.
— William, eres mi amigo y hermano... por algo me has dejado a cargo de la empresa cuando tú no estás... y es mi responsabilidad decirte esto.
Torcí los ojos, siempre salía con un buen sermón sobre mi personalidad y mi perspectiva sobre el asqueroso mundo que tenía.
— No empieces... o dejarás de ser mi amigo...
— Porque soy tu amigo te lo repito... hermano olvídala ya es tiempo... William eres un hombre joven, apuesto, millonario. Tienes 28 años la juventud no dura para siempre, deja el rencor, olvida la mierda de pasado que tienes, dale vuelta a la página... y empieza de cero.
No podía responder a lo que Oscar me había dicho, solo veía hacia la puerta, conteniendo ese nudo en mi garganta que hacía que me doliera el alma... un nudo que necesitaba desatar con alguien o con algo, una tristeza que me estaba consumiendo el alma, un rencor, odio y deseo de venganza y amor al mismo tiempo... no me dejaban tranquilos.
Cómo es posible que llegué a depender tanto de ella, a tal punto de no sentirme suficiente para alguien, era una maldita obsesión, un capricho, un amor inmortal, un vacío que solo ella podía llenar, Sheyla.
— Cómo podría empezar de cero, si para hacerlo necesito sacarla de mis pensamientos... y esto último lo veo imposible — agregué mirando hacia el techo.
— Yo pienso que necesitas a alguien que le de color a tu vida... tal vez una rubia con sonrisa de ángel.
Me reí ante eso.
— No digas estupideces, sabía que este "consejos" saldría de tu boca.
Y él seguía con esa sonrisa torcida llena de malicia.
— Es preciosa, y algunos ya le clavamos el ojo por así decirlo.
— ¿Clavamos? — pregunté alzando una ceja.
— Exacto, yo, tú, nosotros, vosotros, aquellos... — siguió riendo como idiota.
— Ve a hacer tu trabajo... que el hecho de que seas mi amigo no tienes ningún privilegio.
— Ya, está bien... recuerda lo que te dije — dijo antes de retirarse.
Negué con la cabeza, que podría recordar y para qué... respiré hondo y pensé muy bien en lo que haría desde ahí en adelante, seguir las ordenes de mi abuelo hasta que se recuperara por completo, después entregarle a Sofía para que se la lleve lejos dónde ella sabrá una verdad que yo no quise saber.
Me iría lejos de aquí, empezaría de cero, no con una relación sino con un buen negocio en Londres... si, mi vida ya estaba planeada, dentro de un año todo lo que me hacía sufrir quedaría atrás, incluso esa empresa que no me pertenecía.
Tenía todo bajo control.
Seguía mis propias reglas.
Tenía claros mis sentimientos en aquel entonces, sin embargo, todo dio un giro inesperado y...
No fui capaz de dejarla ir... rompí mis propias reglas.
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La elección de amar
RomanceSofía Jhonson, es intercambiada por uno de los hombres más poderosos y fríos del mundo, o es lo que todos dicen. De un arreglo de ambas familias surgirá el amor. Los Garner y los Jhonson, unen a esta pareja destinada, en sagrado matrimonio, Sofí...