Gracias a que todo había sido un éxito, me gané unas vacaciones, estaba feliz en verdad, jamás había tenido unas vacaciones, y bueno, William había prometido una sorpresa y esperaba que esta vez, si la cumpliera.
Bajé las escaleras con todos los ánimos del mundo, y ahí estaba don Bernardo disfrutando de su té.
- Don Bernardo - llegué a él y lo abracé - que alegría tenerlo aquí, no sabe el gusto que me da.
- Mi niña, pero mira lo bella que estás, Sofía eres igual a tu abuela, hermosa.
Ambos no sentamos uno enfrente del otro. Bianca me llevó un café.
- Es usted muy amable, dígame que se va a quedar con nosotros, porfavor - supliqué.
- Esta villa es de William, y... a lo mejor a él no le agrade que yo esté aquí - su voz feliz cambió a una triste y apagada.
- ¿Aún no arregla las cosas con él? - pregunté.
- No, intenté hacerle entrar en razón pero... parece que en verdad nos odia, lo que más me duele es que, él no sepa la verdad sobre su padre.
- Es lo que pienso, el señor Alexander debería decirle que él es... que él es su padre, William tiene derecho a saberlo.
- William es demasiado cerrado, espero que al final del día no se arrepienta.
Respiró hondo, dando un sorbo a su bebida.
- Si no le dicen la verdad, él no podrá arrepentirse, no es ningún adivino - reproché.
- No, no lo es. Pero bueno quiero hablar de ti, como ves ya estoy bien... y quiero que vengas conmigo a Londres, desde ahora vivirás conmigo.
Mi mundo se derrumbó en cuanto escuché eso, mi corazón quería llorar, no quería irme... nadie me había dicho que me iría de la villa, nadie me dijo que tendría que alejarme de él.
- ¿Irme... con usted? ¿A Londres?.
- Así es - asintió - no quiero que mi nieto me odie más por... cargar con mis promesas.
Eso me destrozó el alma.
- Usted cree que, ¿Soy una carga para él? - mi voz se apagó.
- No, no Sofía pero... escucha no mal interpretes mis palabras, es solo que quiero lo mejor para ti linda.
Lo mejor para mi era estar junto a él.
- Y si le digo que, no me quiero ir - dije mientras lo veía al rostro.
Eso lo sorprendió.
- ¿Por qué? Dime una buena razón para dejarte aquí.
Don Bernardo era bastante serio, ya no era el viejo enfermo del hospital.
Por otro lado, no podía decirle que William y yo estábamos juntos, no me atrevía.
- He conocido gente buena, por eso lo digo...
- Sofía, estás aquí - William llegó en ese momento - buen día abuelo - saludó.
- Estaba hablando con Sofía, sobre el viaje de llevármela a Londres... casualmente ella no se quiere ir.
William me miró enarcando una ceja, después sonrió.
- ¿En verdad? ¿Por qué no quieres irte Sofía? - me preguntó.
Estaba claro cuales eran sus intenciones.
- William no es momento para bromas.
Caminó hasta mi y sin previo aviso, me besó.
Sentí mi rostro arder.
- Abuelo, ella está enamorada de mi, es por eso que no quiere irse.
Abrí mi boca al mismo tiempo que mis ojos... no supe que decir. Don Bernardo solo reía, era felicidad.
William también reía contagiándome también, en ese momento él apretó mi mano, y me di cuenta de lo feliz que era, de la armonía que había en casa, de la oscuridad que se disipaba con cada risa.
Pero faltaba alguien.
- Solo tenían que decirlo, par de tontos - dijo Don Bernardo con cariño.
- Señor le juro que yo no lo busqué, esta no era mi intención.
- Sofía porfavor, como dices eso - exclamó William - si en cada rincón de esta villa te encontraba, yo creo que me vigilabas todo el tiempo, por supuesto que tu buscaste esto no te retractes ahora.
Apreté los dientes.
- ¡Pero como dices eso delante de tu abuelo!
- William es muy ocurrente Sofía, lo conozco muy bien, no te preocupes - agregó don Bernardo.
- Y también sabe que soy irresistible - guiñó un ojo - ¿Cierto abuelo?
- Eres gran hombre hijo, claro que lo eres - respondió don Bernardo lleno de orgullo.
- Bueno... es momento de irnos, el camino puede ponerse feo cuando cae la lluvia.
- ¿Van a algún lugar? - preguntó don Bernardo.
Miré a William, apreté su mano y sonreí, él siempre le costó trabajar mostrar sus sentimientos.
- Si - respondió - iremos a la hacienda.
La sonrisa en el rostro de don Bernardo, creció.
- William.
- Abuelo, puedes quedarte el tiempo que quieras, esta siempre será tu casa, y eso lo sabes.
- Gracias, me hace muy feliz escuchar esas palabras.
- Un día de estos, llama a mi padre, podemos tener una cena en familia, como antes.
Mi corazón se llenó de alegría al escucharlo, don Bernardo aún no lo asimilaba, estaba claro que al igual que yo, también estaba sorprendido.
- Cuenta con ello, yo le diré.
- Muy bien, se nos hace tarde. Nos vemos.
- Disfruten esas vacaciones, que se las merecen.
Antes de irnos, me despedí del señor Bernardo con un fuerte abrazo, llevamos las cosas necesarias y partimos.
Aún no sabía cuanto nos tardaríamos, ni que tenía de especial la hacienda que era el lugar donde iríamos, solo se que, para ellos era muy especial, pude ver como los ojos de don Bernardo se iluminaron cuando William mencionó el lugar.
Iba feliz, el saber que había cambiado el corazón de William, y que Alexander ahora si tuviera una oportunidad para hablar con su hijo.
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La elección de amar
RomanceSofía Jhonson, es intercambiada por uno de los hombres más poderosos y fríos del mundo, o es lo que todos dicen. De un arreglo de ambas familias surgirá el amor. Los Garner y los Jhonson, unen a esta pareja destinada, en sagrado matrimonio, Sofí...