ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟡

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Después de lo sucedido esa noche, no volví a verlo; siempre era lo mismo, y ya me había acostumbrado a eso, sin embargo, necesitaba una explicación clara sobre el por qué, me encontraba en esa villa.
Entonces decidí a enfrentarlo, al día siguiente.

Memoricé su horario, él estaba en pie antes de las cinco de la mañana, me levanté antes y lo esperé en la gran sala que siempre daba miedo por lo silenciosa que era, y ahí lo esperé hasta que escuché sus pasos.

Siempre me impresionaba lo bien que se veía.

Aclaré mi garganta para que él notara mi presencia, y me vió.

— Buenos días, ¿Todo bien? — me pregunta, se acerca a mi dando un último arreglo a su corbata.

— Bu...buenos días, es que yo quería hablar contigo — tartamudeé.

Frunció el ceño.

— Voy de salida y ya se me hizo tarde.

— ¿Tarde? Porfavor ni siquiera ha amanecido — me quejé.

No dijo nada, dió una bocanada de aire y salió.

— ¡Oye! No me dejes hablando sola.

Lo seguí, afuera estaba su auto y también Elvin el chofer.

— Sofía en verdad que tengo prisa, si tanto quieres hablar lo haremos en quince días.

Abrí mis ojos como platos.

— ¿Qué? ¿Tanto? — pregunté.

— Te veré después...

— ¡Espera! — lo tomé del brazo he hice que me viera.

De cerca.

Muy de cerca.

— ¿Qué?

— Bueno quiero ver a tu abuelo, ya es tiempo, ¿No crees? — di un paso atrás, esa mirada me estaba poniendo nerviosa.

— No — respondió secamente.

— Pero, ¿¡Por qué eres tan cortante?! —  grité.

— No grites, que los demás aún duermen... saldré de viaje a la Ciudad de México, no tengo porque darte explicaciones, hablamos luego... pórtate bien y ya sabes, Elvin puede llevarte a donde gustes.

Después, entró al auto y este se marchó.

Zapatee sobre el suelo, estaba harta que me trataran como una niña ingenua que había sido comprada, William me cansaba con esa personalidad tan extraña, me ignoraba y siempre evadía mis preguntas.

Liberé aire de mis pulmones dando una gran bocanada de aire, después entré a la villa.

Preparé café y algo de comer. Se me ocurrió una idea no tan brillante más bien, descabellada y arriesgada.

La elección de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora