ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟙𝟚

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Dentro del auto se tornó un terrible silencio y la incomodidad me invadió, sentía que el camino era eterno, él ni siquiera me veía, su cara de enfado hizo que yo también me enfadara.

— No debiste haber salido así del hospital — rompió el silencio, pero no me vió.

— Ya no quería estar ahí, me siento mejor — respondí.

— ¿Cómo fue que te enfermaste? ¡Quiero la verdad! Sofía — en cuanto dijo mi nombre, me miró por un segundo, después puso sus ojos en la carretera esperando mi respuesta.

No sabía que decirle, su novia había sido grosera conmigo desde el primer día en que llegué a esa casa, como le creería a una desconocida.

— ¡Me lo dirás! — alzó la voz, al ver que no respondía.

— No vas a creerme igual — dije sin levantar la cabeza.

— Sólo dímelo y ya, yo veré que tan creíble es.

— ¡Ja! Si claro... eres el único que puede decir si creer o no, independientemente de que tengas razón o no — lo miré y al mismo tiempo él también.

El chillido del motor hizo que cubriera mis oídos, frenó de repente haciendo que mi cuerpo se hiciera para el frente de golpe, sino hubiese llevado el cinturón, habría muerto ahí mismo.

— ¡Pero que te pasa acaso quieres matarme! ¡Eres un animal! — esa fue la primera vez que lo insulté de esa manera.

No dijo nada, su mirada seguía fija en la carretera, podía ver como su mandíbula estaba tensa quien sabe porqué.

— Dime que fue lo qué pasó... y quiero la verdad.

Giró para verme, su rostro era sereno pero había algo que le molestaba.

Por otro lado, no sabía si decirle le verdad, Bianca podría ir hasta la cárcel por dejarme a la intemperie y que casi muriera, y no solo eso, sino que, mis alimentos los conseguía Elvin y también se encargaba de subirlos a mi habitación.

* Elvin...

— Él es muy amable — lo interrumpí — cuando enfermé él se encargó de llevarme los alimentos para no morir, Elvin acató muy bien tus órdenes — respiré hondo — No quiero que, vayas a tomar represalias en contra de ella, pero... sino te lo cuento vas a culparme de quien sabe que cosas...

— Sé que Bianca es especial — me interrumpió — pero en el fondo es buena persona.

Hablaba tan bien de ella, como si fuese un ángel caído del cielo... la ira corrió por mis venas en el momento en que lo escuché.

— Buena persona — me reí — toqué la puerta William, le grité una y mil veces más y que hizo ella, ¡nada! Me dejó ahí parada bajo la lluvia hasta que cesó y Elvin abrió la puerta con su pie, ¡Su pie! — grité y al mismo tiempo las lágrimas corrieron por mi rostro.

Me dolía tanto.

Desde que mi padre me desgració la vida en aquel entonces, no lloraba así, con amargura y dolor, en algún momento deseé morir.

— Ella... ¿Hizo eso?.

Limpié mis lágrimas, estaba cansada.

— Vámonos, estoy cansada y necesito dormir — me limite a verlo, y vi hacia la ventana del auto, podía ver por el vidrio su rostro sin emoción alguna.

No dijo nada y encendió el auto para después marcharnos del lugar. Quería llorar por alguna razón, no era por lo que la bruja de Bianca me había hecho, sino por la actitud de él.

Lo último que puedo hacer, es fijarme en ese hombre.

Aquel auto parecía que volaba sobre la carretera, me asusté tanto que cerré los ojos, no sentí en que momento llegamos a la villa, solo vi cuando el portón se abrió y ya estábamos en frente de la casa.

William salió primero, después rodeó el auto y abrió la puerta para que yo saliera, me impresionaba su amabilidad para conmigo, era tan gentil, y extraño a la vez.

Me traía tan confundida.

— Adelántate, necesito hacer una llamada.

Asentí en respuesta y caminé lento hasta la puerta, tenía miedo, a que iba a pasar, me arrepentí el haberle dicho esas cosas sobre Bianca, después de todo, ella es con quien está ahora.

Me detuve en frente de la puerta, dudando si tocar o no... en el instante que iba hacerlo, la puerta se abrió y era ella.

— ¿¡Tú!? ¿No se supones que estabas casi muerta en el hospital? Es más... ¿Quién te llevó? ¿Fue Elvin?.

Fruncí levemente el ceño.

— ¿Qué? ¿No... lo sabes? — pregunté.

— Saber que... tu salud no me importa es más... debí haberte dejado toda la noche allá afuera, tal vez así...

— Bianca porfavor, sólo hazte a  un lado que quiero descansar.

— Si querías descansar, te hubieses quedado en el hospital... aquí tienes que trabajar — se cruzó de brazos obstruyéndome el paso.

Rasqué mi cabeza, estaba claro que no sabía que William había llegado a casa, no quería presenciar un momento tan incómodo.

— Basta, no se que te he hecho pero... perdóname si te he ofendido, en verdad no quiero pelear ahora — traté de entrar pero ella lo evitó nuevamente.

Se creía la dueña de la villa.

Resoplo.

— Porfavor Bianca,  William está aquí — tenía que usarlo a él.

— ¿Qué? N...no eso no es posible él regresa en una semana — su voz tembló al instante en que escuchó su nombre.

— Pues parece que te mintió, ¿Me das permiso? Quiero dormir.

Pasé a su lado rosando su hombro, en cuanto pisé el último escalón ella me habló.

— ¡Ey!

Volteé para verla, mis ánimos estaban por los suelos después del pequeño entretenimiento que tuve con él, y no estaba dispuesta a soportar sus insolencias, no esta vez.

— ¿Qué quieres? — pregunté.

— Si algo le dijiste te juro que te vas a arrepentir el resto de vida que pases en este lugar Sofía.

Me señaló con su dedo índice, sus ojos denotaban un odio grande hacia mi, me dió miedo en el momento en que vi esa mirada asesina.

Esta vez no estaba dispuesta a ser humillada, en el momento en que iba a abrir la boca, William entró por la puerta con su teléfono entre sus manos.

— Bianca, necesito hablar contigo — dijo él dirigiéndose hasta ella.

— S... si dime — tartamudeó ella.

Quedé como una estatua, en el mismo lugar mientras que William se limitó a verme.

— Que sea la última vez, que desobedeces una orden... sabes que el aprecio que tiene al abuelo para ti es el mismo que yo tengo, pero porfavor compórtate, ¿Entendiste bien?.

No pude evitar no escuchar pues estaba a su lado, ¿Aprecio mutuo? ¿Qué ellos dos no eran...??.

Por otro lado, me desconcertó ver como la intimidaba, fue una clara demostración de que ellos dos, no tienen otra relación que no sea, jefe y empleado.

Que alivio.

La elección de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora