ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 21

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Las palabras se atoraron en mi garganta, al ver como aquel amable hombre me sonreía, no entendía un maldito pepino lo que estaba pasando

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Las palabras se atoraron en mi garganta, al ver como aquel amable hombre me sonreía, no entendía un maldito pepino lo que estaba pasando.

— Bienvenida, querida Sofía — saludó con una sonrisa.

— Hola... un gusto señor — respondí aún sin salir del trance en el que me encontraba.

— Yo los dejo — dijo William — estaré afuera.

Salió de la habitación sin dirigirme la mirada, dejé el dolor para otro día, en ese momento lo único que me importaba era saber, ¿Qué quería Bernardo Garner de mi?.

— Acércate linda — dijo con voz débil.

Ese rostro lo recordaba muy bien, la amabilidad de este era algo que siempre admiré, había envejecido claro, los años le habían cobrado factura.

— No te asustes, antes que saques tus propias conclusiones porfavor escúchame.

Me senté a un lado, si antes estaba confundida... ese fue el momento en que mi mente colapsó.

— ¿Qué quiere de mi... señor? — pregunté de golpe — ¿Qué es todo esto?

Estaba desesperada... él sonrió y tomó mi mano palmeándola suavemente.

— Veo que aún te acuerdas de mi... tu abuela...

— Esa señora está muerta — lo interrumpí.

Si algo me dolía, era recordar a la que un día fue mi abuela... era algo que odiaba y mira que, yo no soy de odiar a la gente, pero esa señora fue quien me desgració la vida.

— Está bien, no te alteres... quiero que sepas que es necesario hablar de ella, para que comprendas porque decidí sacarte de esa mansión — Bernardo aún estaba muy débil, empezó a toser con fuerza tanto que su rostro empezó a cobrar un color blanco fuera de lo normal.

Corrí y tomé u vaso con agua, del cual le di a beber un poco.

— No haga mucho esfuerzo, está usted muy débil.

— Descuida esto es normal — dijo el abuelo, dando pequeñas bocanadas de aire.

— Será mejor que se recupere bien, ahora mismo está muy delicado señor.

— Sofía — mencionó mi nombre — porfavor no odies a Mercedes por lo qué pasó, ella no tiene la culpa de nada, deja que te explique porfavor.

Mercedes era mi abuela... ella me vendió, hizo un trato con mi papá, ella era la culpable de mi desgracia.

— William, ¿Sabe de esto? — pregunté.

— No — negó con la cabeza — esa historia no quiso escucharla, además no es necesario que la sepa.

— También tiene derecho de saberlo señor, quien sabe que cosas estará pensando en este momento, una desconocida llega de repente a su casa, ¡no es para nada normal! — me quejé.

— William no es lo que crees, él es el hombre más bondadoso que he conocido... a pesar de todo lo que ha vivido.

— ¿Qué es? — era el momento de saberlo — ¿Por qué esa actitud de él? Tan fría, no muestra emociones... dígame quién es William, señor Garner.

— Mi querida niña, eso es algo que no puedo decirte... poco a poco irás descubriendo quién es él en realidad, acércate a mi nieto, Sofía tengo fe en ti, creo que eres esa luz que hace falta en su vida... creo que eres ese rayo de luz al final del oscuro túnel dónde se encuentra, gana su confianza y libéralo de esa agonía que está acabando con mi nieto.

— ¿Por que yo? ¿Para eso me trajo con usted... para cumplir su petición?.

— No... te salvé de las garras de tu familia  porque es una promesa... una promesa que le hice a tu abuela...

— ¡Dije que no quería escuchar nada de esa mujer! — grité y al mismo tiempo las malditas lágrimas que hacía bastante tiempo no salían, estaban de regreso.

— Entiendo tu dolor, entiendo tu enojo porque no sabes nada de la historia verdadera... Sofía mírame — giré para verlo y él continuó — cuando tu madre te abandonó, Mercedes fue la única que se hizo cargo de ti, pero ella era solo tu abuela, en cualquier momento el estado de Mexico te alejaría de ella...

— Eso no es verdad — negué con la cabeza, estaba frustrada, el pecho me dolía y lo único que quería era un abrazo.

Bernardo no se detuvo y continuó.

— Entonces, hizo un trato con Roberto tu padre... él se haría cargo de ti, te cuidaría bajo las órdenes de Mercedes. Roberto es muy ambicioso y el precio por cuidarte fue muy alto.

— Yo soy su hija... se supone que debería cuidarme por amor, no por dinero — estallé en llanto desesperado — ¿Cual fue la suma? ¿Para él cuanto valor tenía mi vida?.

— El cien por siento de las acciones, de la empresa de tu familia... Mercedes quedó únicamente con su pensión, ella te visitó durante algunos meses, te llevaba regalos... hasta que un día Roberto se lo prohibió, pagó los mejores abogados para que ella no se acercara a ti, y lo logró, Roberto te sacó de México y te llevo a Dallas, entonces fue donde Mercedes enfermó, antes de morir ella me hizo prometerle que te sacaría de ese lugar, que serías una mujer independiente y feliz... me hizo prometerle que yo haría de ti una gran mujer, todo lo que ella no pudo hacer.

Mi padre siempre me restregó en la cara, que mi abuela Mercedes me había vendido, que no me amaba, que era igual a mi madre, todo eso me dolía tanto y había dejado tantas heridas en mi, que no creía poder sanar, odié a Mercedes sin conocerla al fondo, y ahora escucho una historia totalmente nueva y diferente, ¿Qué debería creer?.

— Y usted, ¿Cómo por que tenía que hacerse cargo de las promesas de Mercedes? ¿Acaso era su abogado a algo parecido? — pregunté limpiando las estúpidas lágrimas sobre mis mejillas.

— Porque, Mercedes fue y siempre será el amor de mi vida.

Mis ojos se clavaron en él, mi boca se abrió automáticamente por esa verdad que había salido de su boca, todo fue como un balde de agua fría que me hizo ver muchas cosas... en aquel momento.

Pensé, que las cosas irían bien, pero, una mentira me  desgarraría el alma hasta querer morir... y necesitaría su perdón a toda costa.

La elección de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora