Capitulo 47

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Habían pasado un par de semanas desde que él y yo no hablábamos, mi corazón lloraba sin embargo, las lágrimas no salían por mis ojos, estaba cansada de llorar y ya no quería hacerlo, estaba reteniendo el dolor y sé que no estaba bien hacerlo pero, no podía no era justo, pues yo no tenía la culpa de nada.

Don Bernardo se fue de la villa, Alexander se mudó a un departamento pequeño, yo me quedé ahí aunque no quería hacerlo, no tenía donde ir; de vez en cuando hablábamos con Bianca, ella me escuchó noches enteras, no me dejó sola en ningún momento.

A la empresa dejé de ir, ya que empezaron a correr rumores de que, William me había encontrado con otro hombre en la villa, la gente inventa historias absurdas, al principio me reía pero, todo fue empeorando, entonces empecé a formar un carácter.

— ¿Irás a la empresa hoy? — preguntó Bianca a mi lado, las dos tomábamos el té.

— Si, empezaré mi propio negocio, ya te había hablado de eso.

— Esa es la Sofía que conozco, vamos que cuentas conmigo.

Durante los últimos meses, Bianca dejó de ser gruñona y se convirtió en mi mejor amiga, era tan buena persona y no me di cuenta de ello al principio.

Después de nuestra charla, salí de la villa directo a la empresa; era extraño pero Elvin estaba esperando por mi.

— Buenos días señorita — me saludó.

— ¿Que haces aquí? Pensé que ya no trabajabas para la familia.

— Siempre trabajaré para esta familia, aunque el jefe no esté — respondió muy sonriente.

— Ya veo, en es caso, nos vemos después.

— ¡Espere! Vine para llevarla a la empresa, ¿No subirá?

— Elvin no se si sabes pero, William y yo...

— Lo qué pasó entre ustedes dos no es de mi incumbencia señorita, estoy aquí por órdenes de don Bernardo, así que porfavor suba al auto o tendré problemas.

Lamentablemente no podía negarme y lo hacía porque Don Bernardo había sido muy bueno conmigo. Subí al auto y en el momento en que lo hice, mi mente viajó al pasado empecé a recordar cuando William y yo viajamos en la parte de atrás, todo era risa y felicidad.

No sabía donde estaba, su teléfono estaba apagado y nadie me decía nada, entonces me armé de valor en aquel momento.

— Elvin — hablé.

— Si dígame, ¿Se le ofrece algo? — me preguntó mientras me observaba por el retrovisor.

— Tú has sido muy cercano a William, ¿Sabes dónde está ahora?

En ningún momento él dejó de conducir, su silencio me mataba, estaba claro que no pensaba darme ningún tipo de indicio sobre el paradero de William.

— No, no lo sé — esas fueron sus palabras.

— Elvin, si él te pidió que no me dijeras nada, porfavor te lo pido... como una buena amiga, dime dónde está, necesito hablar con él es urgente.

— Le juro que no se donde está, el jefe es muy reservado y no comparte con nadie nada de lo que haga, en serio lo siento. Lo encontrará si él así lo quiere, de lo contrario lo veo difícil.

— ¿Qué tal si me consigues un detective? Alguien profesional.

Elvin sonrió maliciosamente antes de hablar.

— Señorita, todos los que conozco trabajan para él, nadie dará un paso sin que él lo sepa, en verdad lo siento.

Estaba hecha un desastre de mi cabeza, no sabía que hacer necesitaba hablar con él. Mis ideas se habían acabado, llegó un punto en que no importaron mis sentimientos, lo único que quería era que supiera la verdad, aquella verdad que Alexander me había confiado.

William era su verdadero hijo, los dos solo fueron víctimas del destino; ambos carecían del amor mutuo, y eso era algo con lo que no podía vivir.

Elvin no me dió una buena información, después de dejarme en la empresa él se marchó. Caminaba como un zombi, la verdad era que, quería morirme en aquel momento pero, mis sueños estaban de por medio, y si lo de William no funcionó pues ya vendrá alguien más.

Me vi y me sentí patética al mentirme a mi misma, si mi alma estaba con él, con aquel hombre de mirada profunda y melancólica, en aquel rostro que no reflejaba ningún tipo de emoción alguna.

Mi oficina estaba a un lado de la de William, deseaba que él estuviera ahí pero... quien salió de ella fue la tal Sheyla, mi corazón se comprimió en un puñado de emociones.

— Buenos días Sofia — me saludó la muy cínica.

— Esa es la oficina del presidente, ¿Tienes permiso para entrar? — en verdad quería matarla, después de darme cuenta de todo lo que hizo en el pasado.

— La oficina del presidente, ahora es mía, querida — me lo restregó en la cara con su sonrisa patética.

— Estás loca, en tu vida William le confiaría la empresa a una tipa como tú...

— Ten cuidado como me hablas tú no sabes quien soy yo. Ubícate.

— Después de saber todo lo que hiciste años atrás, créeme que sé muy bien la clase de mujer que eres, ¡Una arribista de quinta! ¡¡Lo que tienes de bonita, lo tienes de calculadora, traidora y uña ladrona!!

Después de escuchar eso, ella simplemente rió negando con la cabeza.

— Di lo que quieras, eso no me afecta,William me dejó a cargo y adivina porque... por que yo soy la madre de su hijo, Miguel es sangre de su sangre y eso es algo que no podrás cambiar, yo soy la mujer de su vida y tú, una maldita gata sin título alguno, sin apellido, sin familia una maldita protegida, no va a arrebatarme lo que es mío, ¡Entendiste bien!.

Ella dió en lo más profundo de la herida, en verdad que tenía razón yo no era nadie, lo único que podría ofrecerle a William era mi amor genuino, pero al parecer eso tampoco serviría de nada.

Sheyla era una mujer muy guapa, y su hijo era algo precioso, después de aquel enfrentamiento entré a mi oficina, ya que las lágrimas que había estado conteniendo estallaron, me dejé caer sobre la silla y lloré... si bien era verdad, estaba empezando a tenerlo todo en cuanto a lo económico, había pasado un año desde que llegué a la villa y mi vida empezó a cambiar. Pero, el amor de mi vida, el primero que me hacía viajar a la luna, él ya no estaba conmigo.

Estaba empezando a resignarme, y perderlo de una vez y para siempre.

La elección de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora