Capítulo 18 (Advertencia +18)

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Los labios suaves de Aegon recorrían el cuerpo de Aenerys, su abdomen, lento, no queriendo asustarla llegando a su monte de venus. La respiración de Aenerys se volvió superficial, expectante a lo que su lindo hermanito, estaba apunto de hacerle. Antes de que Aegon pudiera seguir bajando, la puerta fue tocada, Aemond. Aegon maldijo a su hermano menor en voz baja, pero la mayor no podía parar de pensar en como se sentiría tenerlos, a ambos, al mismo tiempo. Tuvo que respirar profundamente, para quitar esa idea de su cabeza pero, la lujuria seguía ahí, latente mientras, Aemond seguía tocando su puerta, y Aegon colocaba su frente en el abdomen de su hermana. ¿no iba a seguir? La pregunta retumbó en la cabeza de la joven como una idea aterradora.

-Vuelve luego, Aemond,-por fin encontró su voz, aunque suave, decidida, lo que hizo sonreír a Aegon, quién tuvo una idea maliciosa, mientras su hermano estaba detrás de la puerta.

-¿Estás bien, Narys? -preguntó el joven, después de la huida de su hermana, estaba demasiado preocupado para dejarla sola.

-Así es, Aemond, vuelve...-la voz de Aenerys falló, y un gemido quiso salir desde el fondo de su garganta, Aegon entre sus piernas, lamiendo sus pliegues la había tomado por sorpresa, ¿era tonto? ¿Cómo podía hacer eso mientras hablaba con Aemond?

-¿Nerys? -volvió a preguntar el más joven de los tres, pero Aenerys o podía abrir la boca, menos, cuando Aegon encontró ese punto sensible, con su lengua, deseaba matarlo, pero más deseaba que siguiera con su trabajo, Nerys mordió su labio, para no soltar ningún sonido, mientras Aegon parecía muy entretenido con lo que había encontrado.

-¿No vas a contestarle a nuestro hermanito,hermana? -la pregunta de Aegon, fue baja, y su voz ronca hizo crispar los vellos de su nuca, el aliento caliente la golpeada directamente en su coño, y la estaba haciedo delirar, por un momento pensó, en dejar entrar a Aemond, para que los viera, solo eso.

Sentir la mirada, de su hermanito menor, mientras el otro la devoraba con su boca, la idea la hizo querer gemir, pero, sabía bien la relación torcida que tenían sus hermanos, ¡mierda! No comparten ni el vino menos a una mujer.

-Vuelve luego Aemond, estoy bien- habló la mayor, intentando ocultar su deseo insano de gemir, y de pedirle que entre a la habitación.

La sonrisa de Aegon se ensanchó cuando ella le pidió al idiota tuerto que se fuera, ¡por fin! la tendría solo para él como siempre había soñado. Así que siguió con su trabajo, lamiendo los pliegues de arriba abajo, mientras sentía como la chica tomaba su cabello blanco, instándolo a ir más profundo, así que como buen esclavo, y devoto de ella, lo hizo, abriéndola con una de sus manos, y llevando con la otra su pierna derecha por arriba de su hombro, quería verla bien, memorizar como se veía, para poder recordarla cada que no pudiera tenerla en su cara, como la tenía justo hora.

La espera mataba a Aenerys, ¿Qué tanto veía Aegon? Nunca se consideró poco atractiva, pero bajo la mirada caliente, y el escrutinio del menor, a su vagina, le estaba entrando un poco e pánico, pero decidió dejarlo en el fondo de su mente, cuando sintió a Aegon pasar sus dedos, acompañados por su lengua, en toda su extensión, parecía saborearla, y ¡Dioses! Como le gustó esa idea. Sonidos bajos salían de su boca sin poderlo controlar, mientas el chico introducía uno de sus dedos en su cavidad, y con su lengua jugaba con su punto sensible.

-Mierda- maldijo, la habían tocado antes, claro que sí, pero no quién tenia en frente, o bueno debajo de sí, su hermanito. Sin esperar mucho, sus caderas empezaron a moverse, contra los dedos de su hermano, deseando sentir más. No le gustaba el sexo suave, pero dejaría que Aegon comandara, al menos solo por esta vez, su primera vez, juntos.

Aegon movía sus dedos al compas de Aenerys, siguiéndole el ritmo, al poco tiempo se unieron otros dos dedos, haciendo gemir alto a la chica, sonaba demasiado bien para Aegon, quería seguir escuchándola, sintiendo como ella tomaba su cabello con más fuerza, y como mojaba sus labios con su excitación, no pudo evitar pensar en lo delicioso que era, tenerla así, su sabor, su olor, inundándolo por completo, y volviéndolo sediento de más.

Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora