Capítulo 2

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Aenerys de ahora casi cuatro años jugaba en el suelo, mientras veía como su padre celebraba a su medio hermano menor, Aegon, por el día del nombre,  entendía poco, sobre porqué harían una cacería por él, cuando por ella nunca lo hicieron, pero su hermana Rhaenyra, le dijo que no le tomara importancia a tal cosa, puesto que solo era politiquería (que tampoco sabía bien que significaba eso), así que ignoró las miradas que le dieron los presentes, solo esperaba que su hermana llegara para poder jugar con ella, ya que la nueva esposa de su padre, no la dejaba jugar con Aegon, que siempre se escapaba para verla.

No prestaba atención a lo que los adultos decían en realidad nunca le prestaba atención a casi nada que no fuera su hermana.

-¿Has visto a Rhaenyra? -escuchó como el rey preguntó, y alzó su cabeza para poder escuchar mejor la conversación de su padre.

-No lo he hecho, majestad.-al oír la respuesta la pequeña se levantó del suelo, se cansó de esperarla, preferiría ir a buscarla. 

Salió del ajetreo que había, hacia los jardines donde encontró a un bardo cantar, supo que su hermana estaría, corrió rápidamente hacia ella.

-¡Rhaenyra! -gritó al llegar, tirándose encima de ella, donde su hermana la recibió gustosa.

-Nerys, ten más cuidado, podrías hacerte daño.-murmuró la princesa quitando el libro de sus piernas y sentando a su hermana en ella.

-Me dejaste ahí dentro, sola, no había con quién jugar.

-¿No estaba Aegon? -la pequeña asintió.

-Pero sabes que, la reina no me deja acercarme a él.-murmuró triste la niña, a Rhaenyra no le gustaba que su hermana le tuviera ligero miedo a Alicent, mucho menos que no la dejara jugar con Aegon, que al final de cuentas también era su hermano.

-Ignórala, Nerys siempre puedes jugar conmigo.

-¿Por qué, la reina no me deja jugar con Aegon? 

-No lo sé, Nerys, pero no estés triste,-ver a su hermana cabizbaja solo porque Alicent no la quería cerca, hacia hervir su sangre, pero no se lo demostraría, y queriendo animara su hermana, le empezó a hacer cosquillas, haciendo reír a la niña a carcajadas. Sin esperarlo se quedaron en silencio, el bardo dejó de cantar.

-Majestad,-al oírlo Rhaenyra rodó los ojos, y abrazó a su hermana contra su pecho.

-¿Dije que te detuvieras? Desde el principio-la voz molesta de la princesas, hizo al bardo volver a cantar.

-Rhaenyra,-llamó la ahora reina consorte.

-¿Sí, mi reina? -habló sin dejar de acariciar el cabello blanco de su hermana pequeña, que jugaba con el de ella.

-Se requiere tu presencia en el patio exterior, la cacería real se alista para partir.

-Hemos decidido quedarnos aquí, y leer.

-Puedes irte, Samwell.

-Tú te quedarás por orden de la princesa.

-La reina ordena que te vayas de inmediato,-no sabía porque, pero a la pequeña Aenerys le molestaba el tono de la reina.

-Princesa.-se despidió el pobre bardo, que se vio envuelto en una riña que no le correspondía.

Rhaenyra suspiró, y siguió con lo suyo, susurrándole a Aenerys que estuviera tranquila.

-El rey desea que nos acompañes.

-El rey tiene mucho que celebrar, no necesita de mí ni de Aenerys.-dolía decirlo, y Aenerys le dolía escucharlo, pero ambas sabían que era verdad.

Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora