Después de casi ocho lunas de embarazo, el estómago de Aenerys, se había vuelto enorme, tenía prohibido volar, y no iba sola a ninguna parte, por lo que se encontraba frustrada, tomaba demasiados baños de agua caliente, para relajar sus músculos e intentar que el enojo por el encierro no la hiciera ser tan contundente con sus esposos. Justo ahora se encontraba irritada, había pedido explícitamente, no ser interrumpida por nadie, ni siquiera por los reyes, no se sentía en un buen estado como para recibir nada. Menos que en la noche, se sería su segunda boda, estando tan embarazada no creía posible moverse hasta donde sería su boda, no tan ostentosa como la primera pero sería magnifica.
-¿Esposa?-llamó por enésima vez Aegon, fastidiándola.
-Entra,-le habló sin moverse mucho, estaba demasiado cómoda.
-Pasas más tiempo en esa tina, que Aemond con Vhagar.-se burló, queriendo animarla.
-Es el único lugar en el que puedo encontrar calma estos días,-le devolvió la sonrisa queriendo apaciguarse, Aegon se sentó detrás de ella fuera de la bañera, dándole masajes suaves a sus hombros queriendo relajarla.
-Es muy grande,-le murmuró ella, refiriéndose a su panza.
-Lo sé, pero espero todo salga bien cuando decidan salir.-ella asintió un amargo subió por la garganta.
-Cuando mamá iba a tenerme,-Aenerys hizo una pausa, por alguna razón tenía un nudo en la garganta que no podía controlar, e intentó cerrar los ojos y concentrarse en su presente,-papá decidió entre ella y el bebé varón que pretendía tener, Baelon murió dos días después, pero yo sobreviví,-Aegon no detuvo sus manos pero tampoco la interrumpió,-mientras Baelon y mi madre eran quemadas por un dragón, Otto movía sus manecillas, para casar a Alicent y a mi padre, importándole poco la perdida, en su momento en realidad no me importaba mucho, nunca conocí a mi madre, y nunca estuve sola, pero ahora,-acarició su abultado estómago, buscando consuelo,-no quiero morir Aegon, pero tampoco quiero que mi bebé muera, no podría vivir sabiendo..
-No morirás, ni el bebé lo hará,-se apresuró a decir Aegon, esa era una de las posibilidades que tanto lo asustaban,- nunca permitiríamos que algo te pasara, esposa, podremos tener un millón de bebés, pero solo una tú.-los ojos de Aenerys se aguaron.
-No podría vivir sabiendo que me prefirieron por encima del bebé.-Aenerys se volvió a Aegon quedando de frente, y pudo notar la mirada vacía de Aegon.-no quiero pensar en que ustedes me odiarían por ello.
-Jamás,-fue rotundo tomándola por las mejillas, dejando delicados masajes en ellas,-nunca podríamos odiarte por algo como eso, mucho menos forzarte a repetirlo si sale mal, eres nuestro sol, Aenerys, nuestra reina, para cuidar y complacer, nunca podríamos odiarte, no pienses eso.
-Yo no quiero fallarles...
-No nos fallarás, escucha lo que te digo, vida, eres alma y fuego, tienes nuestras almas resonando para ti desde siempre, nada de lo que hagas o digas, cambiará eso, el perderte nos destrozaría más que cualquier otra cosa, esto-dijo bajando su mano al abdomen acariciándolo,-lo tenemos los tres, porque así lo quisiste tú, pero en el momento en que arriesgue tu vida, no volverá a suceder.
-Él tiene razón,-intervino Aemond desde la puerta, había escuchado lo suficiente como para saber el rumbo de la conversación,-no hay nada que temer nos tendrás a ambos, siempre.
-No quiero que tengan que decidir entre el bebé o yo.
-No hay nada que decidir, -se limitó a decir Aemond, acercándose a ella, para colocarse de cuclillas, y besar su cabeza,-tú siempre serás primero.
-No quiero hacer esto sola.
-No lo harás, nos tendrás a nosotros.-le respondió Aegon.
-Y a Helaena y a Jacaerys, si así lo quieres,-retomó Aemond.
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Sangre de Dragón
Fiksi PenggemarBaelon Targaryen el heredero por un día, no venía solo, había una niña que sobrevivió al doloroso parto de su madre, a la muerte de su hermano mellizo, y a la burla de su tío. Aenerys Targaryen desde su primer día nació luchando, y probablemente mor...