Capítulo 28

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Los años pasaron, quizá muchos o pocos, para Aenerys fueron como un parpadeo, sus trillizos ahora de tres años, eran un terremoto que la azotaba fuertemente, cada que los veía, Baelon era el más travieso de los tres, normalmente era  el que iniciaba las travesuras de sus demás hermanos, seguido de él Aemma, era sin duda la más mimada, por todos, incluido el rey, quién no podía parar de admirar la belleza de la niña, quién podía pasar horas escuchándolo hablar de antiguas historias, mientras que Rhaegar, incluso siendo el menor, era el más tranquilo y sereno de los tres. Para su corta edad ya llegaba a la altura de mirar a todos por encima de su pequeño hombro como se lo había enseñado su papá Aemond, los ojos de los tres principes, y de el rey eran sin duda dichos niños, que corrían y disfrutaban de los lujos de ser los menores.

Mientras tanto, Helaena ya gestante de su primer embarazo, era mimada y cuidada por sus hermanos, quienes al verla demasiado vulnerable, cada que Jacaerys volaba a Roca Dragón, la cuidaron y acunaron como si de su propia hija se tratase. Más cuando Jacaerys volvió una noche antes de lo previsto de su viaje, enfurecido, e incluso más que eso, decepcionado.

-Jacaerys, ¿Qué sucedió?-preguntó Aenerys, quién parecía para nada sorprendida por esta reacción, apostaba a que sabía que era lo que mantenía tan furioso al príncipe.

-No,-gruñó mientras caminaba en círculos,-es inaudito y estúpido, ¿Cómo si quiera se atreve?-seguía murmurando, Aenerys lo miró interrogante, pero como este no le hacia caso, perdió la paciencia, ¿Quién se creía para ignorarla?

-¡Jacaerys Velaryon!-terminó por gritar asustando al susodicho,-Respeta a tus mayores, dime, ¿que sucedió?

-La serpiente marina esta enferma.

-Estoy al tanto de ellos.

-Su sobrino, pone en duda la legitimidad de mi hermano como siguiente señor de las mareas.-Aenerys se sorprendió por un momento, pero su rostro volvió a ser neutro.

-¿Por qué te sorprende? Es un idiota, con ansias de poder.

-A solicitado una audiencia con el rey, y ambos sabemos que el abuelo no está para esto.

-Relájate, lo solucionaré.

-¿Cómo? Otto Hightower estara a la cabeza de la audiencia y le dará legitimidad a sus injurias. 

-Escuchame, Jacaerys-Aenerys avanzó, para tomar por las mejillas al menor con una mano,-dije que lo revolveré, siempre lo hago Otto Hightower podrá ser la mano del rey, pero yo soy su hija, mi palabra, será siempre más importante que la de él. Además esto solo adelantará mis planes.

-¿Que planes?-preguntó extrañado el castaño.

-Ya verás.-la sonrisa maliciosa no salió de ella incluso cuando la reina Alicent se interpuso entre ella y la puerta del rey.

-Si me permite su majestad, vengo a darle las buenas noches a mi padre.-ni siquiera la miró, parecía incrédula.

-El rey esta dormido.

-No importa, igual entraré.-por un momento se miraron, en silencio, hasta que Alicent, vuelta en vergüenza y colera levantó la voz.

-¡Yo soy tu reina!

-Consorte si se me permite recordarselo, reina con-sor-te,-dijo la peliblanca, con burla y remarcando cada una de las silabas de la palabra,-y por si se le olvida, yo soy una princesa Targaryen, legitima princesa Targaryen.-aclaró para que de forma burlona, golpeara el hombro de la pelirroja, para abrir las puertas por su cuenta.

Para Aenerys, era simplemente ridículo, el enojo, que tenía Alicent por ella, no había hecho nada malo, todo lo contrario, ¡intentaba salvar a sus hijos! A los que amaba y ellos la amaban a ella, pero parecía que su fe siempre sería un impedimento para que pudiera ver más allá, de lo que su padre le permitiera, simplemente ridiculo.

Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora