Epílogo

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La cena había sido servida, y cada integrante de la casa Targaryen, estaba a la mesa, en espera de su rey, tanto Alicent como Otto estaban sentados, a cada lado de lo que sería el asiento del rey, mientras Rhaenyra estaba al lado de Alicent y Daemon, Aenerys, fue custodiada por Aemond y Aegon, quedando ambos a cada lado de ella, en una de las puntas de la larga mesa, mientras Jace estaba al lado de su esposa Helaena, y Luke en medio de Baela y Rhaena. Un silencio incómodo solo era roto por el sonido de Aegon sirviéndose una copa de vino, mientras Aemond acariciaba por debajo de la mesa a su esposa, eso solía calmarlo, ya que de buenas a primeras no le gustaban las reuniones familiares, menos, tener a aquel niño que le saco el ojo. Por un momento, pensó en lo que se sentiría matarlo, por fin vengarse de aquel, que le había quitado parte de sí, pero el toque leve de Aenerys en su brazo, lo devolvía a la realidad rápidamente, a pesar de no tener un ojo, la tenía a ella, y a Vhagar, además de que gracias a esto, tenía tres niños, y otro que pronto podría llegar a su vida, ¿Qué más podía pedir? Si su más enferma obsesión, la tenía al lado dejándole acariciar su muslo, de forma descarada, mientras los demás parecían incómodos con la cercanía que tenían, y eso que no los habían visto reclamarla una y otra vez, como solo él y su hermano sabían hacerlo.

Para Aenerys, la victoria estaba en la punta de la lengua, podía saborearla, degustarla como un buen vino, o un pastel, deliciosa enriquecida para sí, tenía todo lo que una princesa podría solo soñar, ahora que veía a Daemon, al lado de su hermana, con una mirada de derrota, él se veía pequeño, por no decir, diminuto, como una pequeña pulga, que no fue más que una piedra, que casi la hace tropezar, y a su lado Rhaenyra, que para ser honestos, se veía demasiado tranquila, eso era algo que la aterraba, parecía no como una perdedora, no como Daemon, si no, como si le hubieran quitado el peso más grande de encima, como si el mundo ahora fuera pequeño, ciertamente eso la hacia feliz, llevaba años sin ver a su hermana tan relajada ante la situación, a diferencia de Alicent, que bueno, parecía aterrada, ansiosa, preocupada, sus ojos vidriosos no tenían ni una pizca de luz o brillo, al igual que Otto, parecían casi muertos en vida. 

Esa visión hacia a Aegon, feliz, ver a aquellos, que le hicieron daño a la única mujer que realmente lo quiso, que lo hizo sentir vivo, y especial por lo que, ellos aquellos que la hicieron sufrir, humillaron y dejaron sola, estén sufriendo con su triunfo, más que no saben lo que se viene una vez, Aenerys toque el trono, tanto él como Aemond, se encargarán de hacerlos sufrir, incluyendo a ese sucio en inmundo Sir Criston Cole, quién merece más que morir por haber tocado a su princesa.

--¡El rey Viserys de la casa Targaryen! ¡Primero con el nombre, rey de los Ándalos y de los Rhoynar y los primero hombres! ¡Señor de los siete reinos y protector del reino!-se anunció la llegada de su padre, quién venía en una silla que era cargada por sus hombres.

Aenerys se sentía triste, cada que lo veía, su enfermedad lo estaba matando, pero, sus maestres se encargaron de llevarlo a la tumba mucho más rápido de lo debido, ella deseaba tener a su padre con si, por muchos más años, pero sabía bien que en cualquier momento, tendría que dejarlo ir, al igual que dejó ir a Lena, y a su madre.

-¡Padre!-le saludó, con entusiasmo, este le asintió,

-¡Espero, que todos se comporten en esta cena!-fue lo primero que dijo, antes de quitarse la máscara y colocarse a duras penas, en pie, el verlo para todos era incómodo, Aenerys ya estaba acostumbrada,-Somos familia, la misma sangre corre por nuestras venas, no deberíamos estar divididos, mucho menos lejos, somos la casa del dragón, la casa protectora de los siete reinos,-la pausa fue seguida de una gran bocanada de aire que pareció darle más fuerza para seguir hablando-Mi enfermedad me llevará pronto, por como lo ven,-señaló el lado de su cara, que se había caído,-y honestamente espero que ustedes, mis hijos, mi hermano, y mi esposa, sigan juntos después de mi partida, quiero que cuiden de mi nueva heredera, Aenerys; Rhaenyra, mi amada hija, espero puedas perdonar a este pobre viejo, por no haberlo entendido antes, mereces la vida que decidas tener, mientras tú mi linda Aenerys, desde pequeña, supiste lo que querías, y aunque me costó verlo, todo tu esfuerzo, y ambición serán recompensadas, porque no solo naciste en la casa del dragón, ganaste el título de ser mi heredera, y fortaleciste tu reclamo, dándome tres hermosos nietos.-la tos lo atacó como fuego, dejándolo sin aliento y sin habla.

Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora