Capítulo 11

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La muerte de Laena había tomado por sorpresa a Aenerys, quién estaba ansiosa de conocer al nuevo hijo de su tío Daemon, fue demasiado triste para la princesa saber de su muerte, ella amaba a Laena como una hermana, en estos últimos años se habían vuelto cercanas, y amaba demasiado a las hijas de esta, compartía mucho de su tiempo entrenando con su tío Daemon, y sabía bien que esto lo afectaría demasiado, pero sobre todo a las niñas. Ellas eran la viva imagen de su madre, con el carácter de su padre.

Aenerys, se encontraba consolando a Rhaena mientras Baela era consolada por su abuela, la princesa Rhaenys. Se encontraban en Drifmark, en el funeral de la Velaryon.

-Nos reunimos hoy, en el Escaño del Mar para enviar a Lady Laena de la casa Velaryon a las aguas eternas, el dominio del Rey Merling donde él la cuidará en sus días venideros. Al zarpar al océano en su viaje final, Lady Laena deja en la costa a dos hijas legitimas.-Aenerys miró mal al hombre sabía bien el por qué decía eso,-Aunque su madre no regresará de su viaje ellas seguirán unidas por sangre. La sal corre por la sangre de los Velaryon. Nuestra sangre es espesa y verdadera, nunca debe diluirse.-la risa de Daemon no se hizo esperar, todos lo miraron mal, Aenerys solo rodo los ojos, su tío era un idiota sin dudarlo.

Aenerys no soltó en ningún momento a Rhaena, no quería que se sintiera sola, la muerte de una madre siempre sería la peor perdida que cualquiera pueda sentir, o eso pensó Aenerys, ella sabía en carne propia lo que significaba eso, así que acompañó a Rhaena tanto como pudo.

Rhaenyra notaba las malas miradas que le mandaban los invitados, pero poco le importaba, no encontraba a su esposo y su hijo parecía no entender el porque debían estar ahí.

-Las manos son un telar, un carrete verde, un carrete negro. Dragones de piel tejiendo dragones de hilo.-escuchó decir Aenerys a su hermana menor, el observarla dedicada a lo que sea que estuviera en su cabeza era algo que le gustaba, más de lo que podía admitir, y relajaba el verla.

-Es tan rara,-farfulló Aegon, molestando a Aenerys, quién golpeo su cabeza.

-No le digas eso,-regañó la princesa, Aemond llegó a su otro lado, viendo a su hermana jugar con las arañas.

-Aenerys tiene razón no debes de decir esos,-secundó Aemond, Aegon rodó los ojos bebiendo de su copa.

-Deja de beber, Aegon, no se verá bien,-volvió a regañar Aenerys, a ella no le gustaba que Aegon fuera tan cerrado en si mismo, y que solo bebiera sin decir como se siente o lo que quiere, refugiándose en eso mismo. Este solo negó, alejándose de sus hermanos, Aenerys no le gustaba que la desobedecieran, y que Aegon lo hiciera le molestaba, ¿desde cuando dejó de ser el pequeño hermanito que la seguía a todas partes y se convirtió en un ebrio?

La princesa caminó hacia sus primas Rhaena y Baela cuando vio que Jace estaba con ellas, pronto Rhaena se desmoronó, abrazando a Aenerys mientras Baela abrazaba a su abuela, que se había acercado a ellas, al verlas llorar.

-No quiero que mamá este muerta,-murmuró Baela, rompiendo el corazón de las dos peliblancas mayores, Aenerys abrazó fuertemente a Rhaena, queriendo reconfortarla, ambas niñas estaban destrozadas, y no había nada que ella o cualquiera pudiera hacer. Las entendía, vivir estas cosas nunca sería fácil.

Aenerys veía como su padre y tío, discutían, no sabía bien de qué, pero entendía el dolor de ambos hermanos, que parecían demasiado consumidos por ellos mismos como para entender razones de alguien más. Nerys vio a su tío irse, y a su hermana acercarse a ellos, ordenándoles ir a la cama.

-Yo los cuido,-murmuró Aenerys mientras señalaba con la cabeza por donde se había ido Daemon antes, a ella no le gustaba la pareja que hacia su tío y hermana, más que todo por lo que había pasado años atrás, no le gustaba que su hermana saliera herida. -Vamos, obedezcan,-ordenó la princesa a los menores, ellos asintieron, y Rhaena se separó de su prima.

Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora