Adeline Edevane la hija menor de Robert Edevane y Elisa Edevane los duques de Ecclestone, era la mejor amiga de Daphne Bridgerton cuando eran niñas, hasta que luego de un accidente, cualquier tipo de comunicación con ella se rompió.
Tras 10 años de...
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Por la mañana Blue Gate estaba más ruidoso de lo normal.
—Por Dios, siento que fue hace una eternidad que no entraba aquí – dice Daphne viendo a su alrededor.
Anthony se mantenía algo alejado mientras trataba de calmarse, la señorita Edwina veía todo con asombro, si todo salía como lo había planeado, no se arrepentiría de haberla llevado.
Las risas se fueron apagando de apoco cuando Thomas entro, empujaba una silla de ruedas donde se encontraba Adeline.
Adeline.
Estaba sonriéndoles mientras los veía.
— ¡Adeline! – dice Benedict yendo a abrazarla - ¡Ya no eres la bella durmiente!
Adeline le da un pequeño golpe des forzado por el comentario.
—Ho... Hola...
—Oh... bendecidos son estos oídos de volver a escucharte – dice de forma dramática, pero en realidad la había extrañado muchísimo y se sentía radiante de felicidad por verla despierta.
Adeline rueda los ojos y con ayuda de Thomas y un nuevo bastón se levanta.
Thomas pasando los ojos por los invitados mientras los que se tornaban para abrazar a su hermana encontrándose con Anthony y la ira empezó a encenderse en su pecho cuando vio a su acompañante.
—Ella es la señorita Edwina Sharma – le dice Anthony esperando que Thomas no le gritara ni le pidiera que se fueran.
—Es un placer poder conocerlo, su excelencia – dice la chica haciendo una reverencia – es muy hermoso su hogar.
Thomas la ve por un segundo.
—Mi padre no ha muerto - dice.
—Oh... lo lamento creí que...
—No se preocupe...
—Hay... Addie – le dice Daphne a su amiga – No sabes cuanto lo lamento...
Adeline le devolvió el abrazo tan fuerte como pudo.
—Es un gusto poner conocer la señorita Edevane – le dice Edwina – Eh escuchado hablar mucho de usted.
Adeline la ve dándole una pequeña sonrisa, y de inmediato supo que la cercanía de ella con Anthony no era solo casualidad.
—El almuerzo está listo – dice uno de los sirvientes.
Thomas ayuda a Adeline a llegar a la enorme mesa, algo decepcionada de que Anthony no la hubiera saludado.
El almuerzo de Adeline era diferente a los demás, solo eran alimentos blandos y aunque todos los días era ayudada por una de las criadas, esta vez se negó a ser ayudada, le avergonzaba que la vieran así, pero le avergonzaría más que vieran que necesitaba de alguien más para poder comer.
