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Dicen que los médicos son los peores pacientes, pero es la opinión de esta autora que cualquier hombre es un paciente terrible

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Dicen que los médicos son los peores pacientes, pero es la opinión de esta autora que cualquier hombre es un paciente terrible. Podríamos decir que ser un paciente exige paciencia, y Dios sabe que la mitad masculina de nuestra especie no goza de abundancia de paciencia.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN

Adeline ya había terminado de ducharse y se había cambiado, estaba en la habitación que siempre usaba cuando se quedaba ahí.

—Qué lindas —dice cuando toma una pequeña pintura que se encontraba en un tocador cerca de la cama y tenía algo escrito: Te extrañamos Addie.

Eran flores azules, Adeline de niña estaba obsesionada con el significado de las flores y la flor no me olvides era la que estaba retractado en el cuadro.

Recordaba el día en que su madre le había dicho que Benedict le había hecho un regalo, pero ella se había negado a recibir y se pregunto si era ese.

Cuando estaba por dejar el cuadro en su lugar noto algo en el tocador; una piedra. Eso la hizo reír, era una piedra rosa en forma de corazón y se preguntó si Benedict seguía coleccionándolas.

Pasado una hora tamo la charola con té y galletas que le había pedido a una de las sirvientas y se dirigió a la habitación del segundo de los Bridgerton. Llamo a la puerta y espero uno segundo a recibir respuesta, pero al no obtener nada decidió asomarse un poco, se adentró a la habitación, dejo la charola en una pequeña mesa frente a la cama. Él yacía en su cama con una inmovilidad casi antinatural. Se le acercó un poco, con los ojos fijos en su pecho. Sabía que no podía estar muerto, pero se sintió muchísimo mejor al ver que el pecho le subía y le bajaba con la respiración.

—Ben — susurro — Benedict.

Pero no hubo respuesta.

— ¿Benedict? — pregunta moviéndolo un poco del hombro.

Él sacó bruscamente la mano y le cogió , haciéndola perder el equilibrio y caer encima de la cama.

— ¡Benedict!

Pero él comenzó a moverse, agitado, gimiendo y girándose a un lado y otro de la cama. Su cuerpo despedía tanto calor que ella comprendió que estaba muy afiebrado.

Cuando logró liberarse y bajar de la cama, él continuaba agitado, dándose vueltas y vueltas, y hablando dormido, encadenando palabras que formaban frases sin ningún sentido.

Después de observarlo un momento en silencio le puso la mano en la frente. La tenía ardiendo. Se mordió el labio inferior, volvió a colocar el trapo que tal vez alguna de las sirvientas había colocado, pero se le había caído por el movimiento.

En ese momento Benedict se removió y musitó:

—Bésame.

Adeline sonrió tomándole la mano.

Ser Feliz / Anthony BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora