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Querido lector, el tan esperado día a llegado, la boda de la única hija del Duque de Eccleston, esta autora fue invitada, así que si tienen planeado asistir, les aseguro que ahí estaré

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Querido lector, el tan esperado día a llegado, la boda de la única hija del Duque de Eccleston, esta autora fue invitada, así que si tienen planeado asistir, les aseguro que ahí estaré. 

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN.

El día de la boda, frente al altar, Adeline sintió unas enormes ganas de llorar, estaba vestida de novia, la iglesia estaba hermosamente decorada, su padre estaba ahí y agradecías que su hermano también estuviera, las cosas habrían sido perfectas, pero el hombre con el que se estaba casando no era al que amaba, no era al que amaba tanto como para dejarlo ir, los Bridgerton no estaban ahí, ni su madre.

«Yo os declaro...»

Adeline sintió un escalofrío, pero Derek la veía, con una pequeña sonrisa, qué logro calmarla.

«Marido y Mujer»

Y ambos sabían que tenían que besarse, pero ninguno de los dos sabía quién quería hacerlo menos.

«Puedes besar a la novia.»

Y si bien Adeline podía sentir la tensión, el pequeño beso que se dieron no le pareció tan malo como lo habría imaginado.

Sonrió cuando se volteó hacia todos y su sonrisa no era del todo falsa.


Anthony, él estaba lleno de moretones, había intentado cruzar la seguridad de la mansión docenas de veces, había mandado cartas, incluso pagado a sirvientes para que le entregaran mensajes a Adeline y nada parecía haber funcionado. Y ahora... el amor de su vida se estaba casando, casando con un hombre que no era él.

Sus pulmones estaban en llamas. Anthony estaba corriendo. A través de las calles de Londres, ignorando las miradas curiosas de los transeúntes, estaba corriendo.

Había un extraño y poderoso ritmo en sus movimientos —uno dos tres cuatro, uno dos tres cuatro— que lo empujaban, impulsándolo a seguir adelante, mientras su mente permanecía enfocada en una sola cosa.

La iglesia.

Tenía que llegar a la iglesia.

Tenía que detener la boda.

¿Cuánto tiempo llevaba corriendo? ¿Un minuto? ¿Cinco? No podía saberlo, no podía concentrarse en otra cosa diferente a su destino.

La iglesia. Tenía que llegar a la iglesia.

Tendría que haber empezado a las once. Eso. La ceremonia. Eso que jamás debió haber pasado. Pero, sin embargo, ella lo había hecho. Y él tenía que detenerla. Tenía que detenerla a ella. No sabía cómo lo iba a hacer, pero ella estaba haciéndolo, y todo era un error.

Ella tenía que saber que estaba en un error.

Ella era suya. Ambos se pertenecían. Ella lo sabía. Lo peor de todo, era que ella lo sabía.

Ser Feliz / Anthony BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora