Adeline Edevane la hija menor de Robert Edevane y Elisa Edevane los duques de Ecclestone, era la mejor amiga de Daphne Bridgerton cuando eran niñas, hasta que luego de un accidente, cualquier tipo de comunicación con ella se rompió.
Tras 10 años de...
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...me mantengo demasiado ocupado últimamente, el Ecclestone todos preguntan por ti, ojalá lo vuelvas a visitar pronto.
No puedo creer que ya haya pasado un año.
Espero que te encuentres bien al igual que mis nietos, me duele un poco el corazón al pasar tanto tiempo sin verlos.
Te ama, papá.
La decimosexta carta de Robert, el duque de Ecclestone a Adeline, la condesa Kilmartine, para el cumpleaños de sus nietos.
Los invitados se quedarían por una semana, una semana en la que Adeline no estaría preparada para ver constantemente a Anthony, verlo cada cierto tiempo se había vuelto soportable, lo podía controlar, pero empezarlo a ver la mayor parte del día era algo para lo que no estaba lista, y parecía que el destino, o más bien las personas a su alrededor hacían de toda para dejarlos a solas.
—Iré a ver a los caballos — dice Elian levándose de su asiento con Connor en sus brazos, apenas unas horas atrás había amanecido y tenía que empezar sus deberes. Todos los demás invitados se habían ido con Derek a dar un paseo y mostrarle a detalle el lugar y los terrenos.
— ¿No puedes ir en otro momento? — le pregunta.
—Sí, pero quiero hacerlo ahora, estar con ustedes dos es incómodo, hay mucha tensión, es insoportable — dice antes de irse.
—Por Dios — murmura ella mientras lleva la taza de té a sus labios.
—Seguro, los demás llegarán pronto — le dice Anthony.
—Por supuesto — dice ella.
El silencio los envolvió, Adeline rogaba porque él dijera algo o que se le ocurriera algún tema de conversación.
—El lugar es muy grande — dice Anthony viendo a su alrededor.
—Sí... Les gusta pasar más tiempo aquí que en la ciudad.
— ¿Tienen una casa en la ciudad?
—Si... la visite en invierno, aquí suele hacer más frío — dice, y se volvieron a quedar en silencio.
Adeline vio a su alrededor, esperando poder ver a algún sirviente pasar y poder pedirle algo que en realidad no necesitaba, pero ninguno parecía querer pasar. Anthony le lanzaba mirada de vez en cuando y Adeline supo que quería decirle algo, pero al parecer no se atrevía.
— ¿Pasa algo? — le pregunta y Anthony se acomoda en el asiento luego de aclararse la garganta.
