HASTA LOS CIMIENTOS

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En Puente Amargo la seguridad y vigilancia se triplico, esto para evitar de nuevo sorpresas enemigas. Lord Caswell – quien tanto el como su padre – siempre fueron fieles partidarios de los negros, ya habían recibido a Sir Laenor y Syrax, pero esa mañana recibieron al resto del ejercito que había sobrevivido la Batalla del Dorado.

La noticia de la muerte de Sunfyre fue un duro golpe para los negros, era una defensa menos para el rey, pues ahora únicamente contaba con un dragón en el Dominio. Laenys fue llevaba a una habitación para ser tratada por el maestre de la ciudad, mientras le suturaban la herida en la pierna la princesa y le curaba los nudillos no paraba de pensar en sus vuelos a lomos de su dragón: tantas cosas que habían compartido, tantos destinos a los que habían viajado. Despues de Aerea Targaryen y Balerion, Sunfyre y Laenys habían sido los primeros en regresar a Valyria y decir que habían salido ilesos de la ciudad maldita.

Pero la princesa ya no se permitio llorar, solo queria descansar, sentía su cuerpo tan pesado y la sensación de estar en una cama le parecía reconfortante. Loreon trato de consolarla, pero Laenys prefirió hundirse en su silencio y dormir para ganar energías.

-Lord – dijo el maestre a Loreon.

Ambos estaban situados ya afuera de los aposentos que Lord Caswell les había designado. Loreon se sintió preocupado al ver el semblante dudoso y preocupante del maestre, el caballero pensó que la herida de la pierna era la única que había recibido su esposa, pero aparentemente había más.

-Su esposa esta embarazada – dijo el maestre.

Eso fue una sorpresa, y una que hizo que Loreon sonriera de emoción... un hijo, que tanto había deseado desde que conocio a Laenys, su heredero de Casterly Rock y el fruto del amor de ambos. Pero la sonrisa en el rostro del caballero se desvanecio al recordar a Sunfyre desplomandose hasta el suelo, a Laenys peleando en batalla y la herida que le había hecho Alan Tarly.

-¿Ella lo sabe? – pregunto Loreon seriamente.

-No le he dicho, la princesa esta... cansada.

-Si, entiendo... pero ¿Cree que ella ya sabia de su embarazo?

El maestre asintió.

-Las mujeres no pueden pasar por alto estos cambios en su cuerpo, es lo más probable mi lord.

Loreon estaba furioso ¿Cómo pudo Laenys aventurarse en batalla en esa condición? ¿Por qué le había ocultado su embarazo? Todo porque de haberle dicho, Loreon la hubiera hecho permanecer el Casterly Rock o en la Fortaleza Roja. Loreon entendia que la princesa estaba dolida por la muerte de su madre y queria ser participe de la guerra, pero cargaba el hijo de ambos en el vientre ¿Cómo pudo arriesgarse a tal cosa?

Pese a lo mucho que Loreon queria entrar a reclamarle, considero que lo mejor era dejarla descansar, una vez que Laenys despertara hablarían al respecto, mientras prepararía todo para enviarla de regreso a Kings Landing donde pasaría el resto de la guerra.

*

Para la hora en que Laenys abrió los ojos la habitación estaba pobremente iluminada por la luz de un par de velas, la noche había caído, las horas habían pasado y aun así Laenys sentía un pesar en su pecho por sus recientes perdidas.

Aun sintiéndose un poco desorientada, Laenys se puso de pie y camino por la habitación hasta llegar a la puerta que daba al pasillo. Basto con asomar la cabeza para darse cuenta que no había nadie cerca, posiblemente todos estaban reunidos discutiendo los temas y estrategias de guerra, pero por primera vez Laenys no deseaba unírseles.

La princesa se cambio quitándose el camisón y vistiéndose en pantalones, camisa y botas, así como una gabardina, recogió su cabello en dos trenzas. Queria sentir el aire fresco de la noche, por lo que salio del castillo hasta los prados de flores para caminar bajo la luz de la luna.

THE BLOOD OF OLD VALYRIA II (LAENYS TARGARYEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora