Por Joselo Rangel
Wednesday, February 5, 2014
Adán se despertó con un dolor en el costado izquierdo. Aún no abría completamente los ojos cuando tocó la cicatriz que la noche anterior no tenía. Pasaban cosas raras ahí, en el Paraíso. Si bien no tenía de qué quejarse, era imposible no sorprenderse cada vez que algo nuevo sucedía.
Así que ahora tenía una cicatriz justo encima de sus costillas. ¿Significaba eso que lo habían abierto la noche anterior? ¿Para qué? Su padre, Dios, de repente hacía cosas sin avisarle.
No era lo único nuevo esa mañana. A su lado estaba un ser parecido a él, pero completamente distinto: pelo más largo, facciones más finas, dos protuberancias brotaban de su pecho (el suyo era plano). A diferencia de Adán, nada le colgaba en medio de las piernas y éstas eran mas largas y estilizadas que las suyas.
¿Quién era este ser? "Ah, ya caigo", pensó. Adán había visto que todos los animales del paraíso iban de dos en dos y seguramente Dios se dio cuenta que estaba solo y le mandó este ser para acompañarlo.
Pero algo extraño le pasó por la cabeza desde el primer momento. En vez de sentirse atraído, deseó ser igual a el. Quería sus manos finas en vez de las toscas que tenía. Quería esos labios carnosos en vez de los delgados de su boca. Quería esas nalgas redondas y paradas en vez de las pequeñas y duras que tenía.
—NO SE SUPONE QUE QUIERAS SER IGUAL A EVA (ASÍ SE LLAMA TU COMPAÑERA), SINO QUE SE TE ANTOJE PARA QUE PUEBLEN LA TIERRA QUE LES DI.
Le dijo Dios, quien le había leído el pensamiento.
Hasta ese momento Adán no se había dado cuenta de que eso de que le leyeran la mente no era muy buena idea.
—¿Y por qué no me preguntas qué quiero yo? Soy tu hijo, no tu esclavo.
Adán y Eva se hicieron amigos. Andaban de la mano de aquí para allá. Adán le mostraba todos los rincones del Paraíso y cuando Eva preguntaba cómo se llamaban aquellas flores o esas plantas, Adán se inventaba un nombre inmediatamente, pues hasta ese momento no había tenido caso llamarles de ninguna forma. Adán resultó bueno para los nombres, aunque éstos eran medio coquetos: violeta, margarita, lila, sapito y huele de noche.
Se comenzaron a fabricar ropa y zapatos. Adán resultó muy buen diseñador de modas. También le hacía peinados a Eva y se la pasaban bomba.
Dios veía todo esto con malos ojos. Así qué le pidió a su ángel más querido que los corriera del Paraíso. Cuando Adán, llorando en la salida, viendo que más allá la tierra era inhóspita, le preguntó a Dios: ¿por qué?
Dios le contestó:
—NO SOPORTO VER QUE TENGO UN HIJO PUTO.
Al cerrar la puerta, Luzbel le preguntó a Dios que qué iban a decir, no podían decir la verdad, serían el hazmerreír si se sabía que Adán, la gran creación de Dios, le había salido maricón.
—...INVÉNTATE ALGO. TÚ ERES BUENO PA' LAS MENTIRAS.
Aunque Adán y Eva vivían fuera del Paraíso, Dios los veía todo el tiempo. Así que un día Eva, que era más inteligente que Adán, convenció a éste para que hicieran lo que Dios quería.
—Tú nomás imagínate que estás con uno así de fuertote como tú.
Tuvieron dos hijos y Dios estaba muy contento. Al fin y al cabo Adán le había salido machito. Un poco amanerado, eso sí, pero había embarazado a Eva no una, sino dos veces. Aunque Dios leyó la mente de Adán cuando estaba conociendo a Eva y vio musculaturas y miembros toscos, se hizo de la vista gorda. Ni modo, lo que tenía que aguantar para tener descendencia.
Pero Caín y Abel salieron re peleoneros. Claro, no eran hijos suyos como Adán, pero él se sentía responsable.
—NO DOY UNA, MEJOR VOY PREPARANDO LAS NUBES PARA EL DILUVIO.
Adán vivió muchos años pero nunca salió del closet. Era complicado porque no había otros hombres con los que pudiera andar y porque, bueno, tampoco había closets de los cuales salir.