Por Joselo Rangel
Wednesday, April 2, 2014
La ves prender otro cigarro e inhalar el humo, y el deseo crece dentro de ti. Por la cantidad de cigarros que lleva mientras está aquí sentada contigo, imaginas que su boca apestará a cenicero. Eso te excita. Mueres por pasar tu lengua por esa otra lengua que debe saber a miles de cigarros.
Si alguien te preguntara por qué te excita sexualmente besar a alguien con ese sabor en su lengua, no sabrías qué contestar. Pero muy en el fondo de tu mente, allá en un lugar escondido, lo sabes.
¿Cómo no te vas a excitar si la primera persona que besaste en la boca sabía así? Fue una amiga de tu hermana mayor. La fiesta estaba a oscuras. Todos estaban en lo suyo. Ella te jaló hacía un lugar apartado, y su lengua, más experta que la tuya, se introdujo en tu boca y exploró todo lo explorable. El sabor de su saliva era extraño, desagradable pero al mismo tiempo atractivo. Cigarro. Muchos. El recuerdo está escondido muy al fondo de tu ser, y ahí se va a quedar.
De repente ella apaga su cigarro con una mueca de disgusto. Apachurra la colilla en el cenicero con rabia:
– Lo voy a dejar – dice.
– ¡No! – gritas tú desesperado.
– ¿Cómo?
Te das cuenta que tu reacción la ha asustado. No sabes bien por qué gritaste así, pero ahora debes arreglar las cosas.
– Bueno, supongo que es lo mejor.
– Sí – suspira- mañana entro a una terapia que me va a hacer dejar el cigarro para siempre.
Tu deseo sé desinfla. Ya no la ves tan hermosa, tan apetecible. No sabes a qué se debe el cambio pero ahora le ves defectos, muchos.
Los minutos que siguen se te hacen horas. No escuchas nada de lo que te dice. Estás aburrido, te quieres ir.
Pero en el último minuto, antes de despedirse, ella vuelve a encender otro cigarro y dice:
– Bueno, al fin que mañana voy a dejarlo, uno más no creo que me haga daño.
Te vuelves a excitar. Sabes, ahora sí, que te la llevarás a la cama. Nada puede detener tu ímpetu animal.
Mañana, cuando ella entre a terapia, cuando deje de fumar, la abandonarás pretextando cualquier cosa. Entonces buscarás a otra dispuesta a morir de cáncer de pulmón, de enfisema pulmonar, con tal de satisfacer tus fantasías sexuales. Al fin y al cabo, hay muchas.