Por Joselo Rangel
Wednesday, April 30, 2014
Sasha Grey se veía más pequeña de lo que él se la imaginaba. Su sonrisa, coqueta pero burlona, parecía decir claramente lo que pensaba de esta presentación en la FIL y de sus asistentes. Hernaldo se había disgustado mucho cuando descubrió que la mayoría de los que estaban ahí eran menores de edad. Puro chavito calenturiento. Sasha era una persona inteligente, más allá de su fama de actriz porno. No se merecía este público que parecía esperar que en cualquier momento se desnudara. Sólo les faltaba comenzar a gritar: ¡que se encuere! ¡que se encuere! ¿Dónde estaban los intelectuales para iniciar un diálogo interesante y profundo? No era justo.
Sasha y él eran almas gemelas. O eso pensaba Hernaldo, que había estudiado literatura en la U de G, y que tenía un miembro de tamaño nada despreciable. Sentía que Sasha lo podría ayudar, cubrirlo bajo su ala protectora, convertirlo en su pupilo. Con la enorme bendición que le había dado Dios dotándolo así, y su mente intelectual, podría llegar tan lejos como esta mujer que ahora presentaba su primera novela. Aunque estaba al tanto de que Sasha había dejado las películas porno, seguramente aún tenía contactos, conocía gente: actores, directores, productores. Todo era cuestión de que viera lo que él podía ofrecer. Para eso traía un sobre con fotos en donde aparecía desnudo. Las fotografías, en blanco y negro, no eran para nada vulgares, o al menos eso creía Hernaldo que las había revisado un millón de veces, aunque en alguna de ellas su miembro estuviera erecto. Su pene atraía tanto la atención, que la poca gente que había visto las fotos no se daba cuenta del cuerpo bien formado que tenía. Tampoco notaban que era en realidad muy guapo. Y claro ¿quién iba a ver algo más en esas fotos que su enorme pito? La foto más sorprendente era una en la que estaba de perfil: sus nalgas redondas, que en otra persona se considerarían su mayor atractivo, en él pasaban desapercibidas, empequeñecidas por el tamaño del falo que parecía hacerlo perder el equilibrio hasta el punto de dar la sensación de que iba a caerse de boca.
Desde donde estaba pudo ver claramente quién venía acompañando a Sasha Grey en su visita a la FIL. Ahí estaban los de la editorial mexicana que publicó su libro. Esos no le servirían de nada. Pero aquella mujer, que sin duda era extranjera, esa sí. Ella era su objetivo.
Se le acercó para presentarse. Con su mejor inglés le explicó lo que quería. Sasha estaba allá contestando preguntas estúpidas de la gente, cumpliendo el ritual lo mejor posible.
—OK, give me the envelope and as soon as possible, after this circus, Sasha could take a look to your photographs.
Hernaldo le dio el sobre, en donde había puesto su nombre y su correo electrónico con su mejor letra. La mujer lo leyó con su acento gringo.
—Hernaldo Villaseñor. Good name! Why dont you write your cell number? Who knows? Maybe Sasha would like to call you.
¿Se estaba burlando la gringa? ¿O todo era así, tan fácil? ¿No sería una treta para deshacerse de los miles (¡millones!) de fans que hicieran exactamente lo mismo que él?
Escribió un tanto avergonzado el número de su celular en el sobre. Antes no se había dado cuenta de que lo que estaba haciendo era una pendejada. Ahora se sentía el ser más ingenuo del planeta al pensar que Sasha Grey lo iba a buscar.
Ya ni siquiera se quedó a la firma de autógrafos que la ex actriz porno y ahora escritora de novelas estaba dando a quien se acercara. De todos modos no traía su libro, mismo que había leído con esmero. Esa no era la razón por la que había venido.