Capítulo 9

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Sobrevivo a los siguientes dos días hasta que el fin de semana llega. Al parecer, la constructora no trabaja los fines de semana, el pueblo es chico que no hace falta que se trabaje de lunes a sábado como en muchos otros trabajos, es una suerte.

El sábado por la mañana, me despierto aún temprano, aunque no alrededor de las cinco de la mañana como lo había estado haciendo, al parecer, mi cuerpo ya se ha ido acostumbrando a despertarse temprano que el fin de semana es imposible que me levante pasadas de las siete de la mañana.

Tomo una ducha temprano y me dispongo a limpiar, pero aún me hacen falta productos de limpieza en casa y un par de cosas más por lo que termino yendo a la casa de Quinn, donde ella sugiere que vayamos de compras a una de las tiendas locales del pueblo, asegurando que podré encontrar lo indispensable.

Consigo administrarme con el dinero para lo indispensable como productos de limpieza, comida con la que quizás podría cocinar y digo quizás porque no soy buena cocinando. Cualquiera pensaría que yo no tengo razón a la hora de andar de compras, que no soy consciente cuando se trata de ahorrar dinero, sin embargo, soy buena con las cuentas, las matemáticas se me dan bien y aunque sí me vuelvo una loca de las compras, puedo ser consciente con el dinero y en cómo utilizarlo adecuadamente.

Una hora después de las compras, regreso a casa con un par de bolsas y me pongo manos a la obra para comenzar a limpiar la casa, antes de eso, decido cambiarme la ropa por unos shorts y una blusa sencilla junto con sandalias cómodas para poder limpiar mejor, también me ato el cabello en una cola alta de caballo.

¿Cuándo fue la última vez que me había tocado limpiar todo por mi cuenta? Ya no lo recuerdo exactamente, pero sí que hubo un tiempo en el que fue de ese modo.

Al principio, encuentro tedioso limpiar con todo el silencio que hay en la casa por lo que se me ocurre poner música en mi celular y eso hace que las horas limpiando se me pasen más rápido y sean menos tediosas. Dos horas y media después de hacer una limpieza profunda por la casa, estoy exhausta y necesito una segunda ducha además de que tengo hambre.

***

Para cuando salgo de la ducha y estoy cambiada aun en una vestimenta cómoda, pienso en que puedo prepararme algo de comer, pero lo cierto es que mis habilidades en la cocina son casi nulas y no se me ocurre una receta y termino preparándome un sándwich. Recuerdo cuando mi tío solía decirme que los sándwiches eran mi especialidad porque me quedaban muy buenos.

Me como el sándwich en silencio con aquel recuerdo rondando en mi cabeza, después voy escaleras arriba hacia una de las habitaciones que he escogido como mi habitación principal, necesito comprar al menos un colchón inflable para así poco a poco comenzar a dormir en la habitación, pero lamentablemente en la tienda local del pueblo no venden colchones inflables.

Pienso en que quizás pueda comprar uno cuando alguien vaya a la ciudad, podría pedirle raite y así abastecerme de mis otras necesidades con el dinero que vaya ahorrando.

El sonido de la música de mi celular en la cocina me sobresalta y salgo corriendo escaleras abajo para contestar la llamada, incrédula, miro la pantalla, parece que hoy es un buen día porque tengo señal.

Se trata de mamá.

Por unos segundos me quedo mirando a la pantalla, insegura de responderle o no, una parte de mi no quiere hacerlo después de aquel día en que hablamos por última vez.

Sé que si no respondo me sentiré más mal luego, por lo que termino respondiendo la llamada.

─¿Savannah? ¿estás allí?

Siento un pinchazo en mi corazón en el momento en el que escucho la voz de mamá del otro lado del teléfono.

─Sí, hola ─me armo de valor para responderle de inmediato─. ¿cómo estás? ¿cómo están todos en casa?

Amor en construcciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora