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Bo-Katan no sabía cómo procesar muy bien el hecho de su sorpresiva redención. No era algo que se le hubiera pasado por la cabeza, si bien, no se había quitado el casco desde el recorrido de Kalevala hasta ese extraño planeta, no estaba en sus planes unirse al encubierto de Din. Lo único que ella había hecho era salvarlo, para que no muriera ahogado. Y, de alguna forma, él la había salvado de los remanentes imperiales que buscaban asesinarla.

La Armera la observó fijamente. —Te mostraré dónde dormirás, será junto a las otras mujeres del encubierto y….

—No—Bo-Katan interrumpió a la mujer, se quedaría mientras pensaba qué hacer, no tenía nada ahora. Ciertamente, ya no le quedaba nada. El castillo en Kalevala era lo único que aún conservaba de su familia y el imperio ahora también se lo había quitado. Lo había perdido todo. —Me quedaré con Din. —No confiaba en los otros, y no dormiría rodeada de desconocidos.

La Armera enarcó una ceja bajo el casco, su rostro cubierto de Beskar sé ladeó levemente hacia el mandaloriano de aspecto brillante. —De acuerdo, entonces les mostraré a ambos el recinto que utilizarán para descansar—La Armera dio media vuelta y los guio entre un largo pasillo, qué estaba rodeado de cavernas ocultas por puertas de metal.

Bo se mordió los labios bajo el casco, aún sin poder creer lo que estaba sucediendo, había aceptado quedarse en el encubierto. Había aceptado unirse a esos fanáticos religiosos de los cuales tanto se quejó y burló en el pasado.

La Armera se detuvo frente a una puerta de metal, que se encontraba casi al fondo del pasillo, la cueva ciertamente era lo suficiente profunda para tener tantos compartimientos—Este será su lugar, hay un pequeño baño para las necesidades básicas, y al otro lado del pasillo bajando un par de escalones hay un cenote de agua natural, es pura y hasta la fecha no hemos tenido problemas con ello, pueden agarrar agua de el y bañarse.

—Gracias—Murmuró Din—Es un honor ser nuevamente parte del encubierto.

La Armera asintió—Este es el camino—Murmuró y decidió dejarlos solos.

Din abrió la puerta metalizada, y entró, Grogu aún estaba en su cuna levitante mientras,  Bo se detuvo por unos segundos frente al lugar para luego entrar.

—Sé que no es a lo que estás acostumbrada, pero…—Din observó el par de colchonetas y cobijas arrinconadas en un lugar—Te prometo que serás bien tratada.

Bo sonrió bajo el casco—No soy tan exigente, al menos tengo algo donde dormir—Hizo una mueca que él no pudo ver—Me quedé sin nada. El imperio me lo ha quitado todo. —Le molestó el tono tan decepcionado de su voz, más no pudo impedirlo.

Grogu balbuceó algo incomprensible mientras miraba a Bo-Katan, y luego a Din.

Bo le sonrió, aunque el niño no pudo verlo—Está bien, pequeño, he sobrevivido a cosas peores—admitió, aunque no es como si fuera un orgullo reconocerlo.

Din suspiró bajo el casco, agarró las colchonetas y las sacudió, estaban cubiertas por una capa de tierra, las cobijas estaban limpias así que no tendrían problemas en utilizarlas—¿Alguna de tu preferencia?

—La que sea está bien—Bo agarró lo que sería su nueva cama y la ubicó en el lugar que creyó correcto—¿Ustedes duermen con el casco? —Preguntó.

Din tomó asiento sobre su colchón, estaba al lado contrario del de Bo-Katan—Puedes quitártelo para dormir, si… estás solo y no corres el riesgo de que nadie te vea.

Bo entrecerró los ojos y luego se mordió los labios—Mierda ¿Te quite la oportunidad de hacer eso? —Preguntó.

—Estoy acostumbrado a dormir con casco, no será un problema para mí—Murmuró con cierta simpleza Din. —¿Tu?

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