Narrador Omnisciente.
Dia uno.
La pelinegra luchaba con todas su fuerzas, tratando de liberarse de aquello, sus manos estaban esposadas atrás de la silla en la que se encontraba, su boca estaba con una trapo blanco, silenciado todos los gritos descarradores que se ahogaban en su garganta.
Las lágrimas bajaban sin parar por sus mejillas, su vista estaba nublada, no podía ver nada con claridad, pero sabía cómo era la habitación, cuando Tom le había llevado logro verla.
Estaba en una habitación completamente a oscuras, pero había una ventana, por la cual apenas entraba la claridad del día.
El sonido de la puerta siendo abierta, y las voces de algunas personas le hizo elevar su rostro con desesperación, muerta de miedo por lo que pasaría.
Observo al de trenzas entrar con lentitud, sus manos dentro de sus bolsillos, y esa sonrisa ladina, la cual expresaba la burla que sentía, y el desprecio total hacia las personas.
─Lydia... Lydia Miller..─ Escupió con burla. ─ Por si no te quedó totalmente claro... Tu padre te entrego a mi, para poder cancelar su deuda. ─ Tom comenzó a caminar al rededor de la joven, que temblaba de miedo. ─ Si... El se salvó y como carnada te entrego a ti.─ Se acercó a la menor y con brusquedad retiro aquel pedazo de tela que cubria su boca. ─Tu padre se quedó contigo pero nunca estuvo presente... Te maltrato por años, actualmente tienes dieciséis y hasta hace poco seguías siendo víctima de sus golpes. ─ Tom detuvo sus palabras, al igual que sus pasos, se inclino un poco, quedando a centímetros del rostro de la menor. ─Y creeme... Aquí no será diferente.
Lydia trago saliva, sus mejillas empapadas de lágrimas, sus ojos intentando saber cómo es que el tipo frente a ella podía expresar tanto odio con tan solo una mirada.
─Y-yo... ¡Por favor, yo puedo pagarte! Juro que lo haré. ¡Trabajaré día y noche para poder hacerlo! No descansaré hasta haber devuelto todo el dinero que papá te presto. ¡Por favor!..
Tom soltó una pequeña risa, volvió a su antigua posición, observando fijamente el rostro de la menor, y lo débil que se veía, odiaba a las personas débiles.
Se sentía tan asqueado de tenerla frente a el, pero su ropa llamo su atención, el cuello de tortuga, los pantalones largos, y aquella chaqueta, eran tiempos demasiado calurosos.
Tom camino hasta quedar a espaldas de la menor, y desató sus manos, esta rápidamente comenzó a masajear sus muñecas, observando la sangre que corría de estás, pero no podía escapar, sus pies encadenados lo impedían.
─Quítate la chaqueta.─ Ordeno, ignorando las antiguas palabras de la joven.
─T-tengo frío.─ Nego.
─¿Te pregunte eso? No, eh dado un orden y tienes que obedecer.
─N-no.
Tom cerro sus ojos, comenzaba a cabrearse, tomo el cuello de la prenda, y con brusquedad bajo está por los brazos de la joven.
Su expresión era neutral, sus ojos bagavan por todas las cicatrices de la chica, moretones, algunos eran verdes, muchos rasguños, algunas heridas provocadas por algo filozo, podía reconocer los cortes perfectamente.
El de trenzas tomo la chaqueta entre sus manos, y la tiró en algún lado de la habitación, asqueado por aquella imagen.
─¿Albert te hacia eso?─ Pregunto y su tono de voz era un poco más suave.
─S-si...─Susurro, Tom arrugó su rostro y camino hasta quedar frente a la menor, tomo el mentón de esta, con fuerza.
─Odio a las personas débiles, odio el que no puedan hacer nada para defenderse y tú eres una muestra de eso.─ Escupió con total odio y desprecio, las lágrimas de la menor eran frecuentes y algunas caían en la mano del mayor. ─Si... Puedes llorar, hazlo... Llora como una niña pequeña... Por qué al final, eso es lo único que puedes hacer. ─Tom sonrió burlesco y de un brusco movimiento aparto su mano del rostro de la menor, causando que este se ladera un poco.
─No... ¡No! ¡Por favor! ¡No me dejes aquí!
Tom soltó una pequeña risa burlesca y le dió una última mirada, para salir de la habitación, dando un leve portazo.
Los gritos descarradores de la menor de podían escuchar al otro lado de la puerta, donde algunas guardias se encontraban para poder vigilar que está no intentará escapar.
En cambio Tom, quien salia de aquella habitación con tranquilidad, los ojos de sus dos mejores perros lo recibieron.
Warren fue el primero en acercarse, detrás venía Eliot, ambos llenos de dudas, normalmente estos siempre se hablaban de los planes que realizarian, pero Tom los tomo por sorpresa.
─Tom... ¿Que carajos hicistes?─ Warren pregunto confundido.
─¿Que que hablas?─ Respondio el de trenzas.
─¿Lydia Miller? ¿Traerla aquí?
─Si... Es muy linda, será bueno para el negocio, pienso sacarla a la venta lo más antes posible.─ este se encogió de hombros, pasando por el lado de su amigo.
─Pense que sería para ti...─ Hablo Eliot, por primera vez.
Tom paro en seco ante aquello, su mente se quedó en proceso... ¿La quería para el? ¿O realmente la pondría en venta? No... Le asqueaba tanta debilidad en una persona.
─No... Ella será como las demás, la vendere al que mejor dinero me ofrezca.─ Soltó con frialdad, sin sentimiento alguno.
─Pero... ¿Por qué la tragiste a tu casa? ¿Por qué no la llevaste directamente al prostíbulo?
Cierto... ¿Por qué le había llevado a su casa? Ni siquiera el lo sabía.
─Contacten a nuestro mejores clientes, y avisen de la nueva mercancía.─ Ignoro las palabras de su amigo y encendió un cigarrillo, para poder subir las escaleras que daban a su oficina.
Dejando a ambos chicos con muchas dudas en su cabeza, Tom actuaba más raro de lo normal, sus palabras eran más frías que nunca, su mirada y expresión eran más oscuras, sin duda, parecía odiar a la menor.
Sabrina.
Holaaaaa, segundo capítulo, estoy agradecida por el cómo han recibido este libro, y el amor que le han dado en tan solo un día de publicación, muchas gracias por todo, realmente lxs amo demasiado.
¡No se olviden de votar y comentar! Cualquier duda, critica, opinión, aquí.<33
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𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Fanfic"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...