─Tom Kaulitz.
─Ven... Es hora de que duermas, seguramente tenías un horario ¿Cierto, Mocosa?─ Solté en burla, recibiendo una mala mirada de su parte.
Ella se alejo de mi, y subió a la cama, dejando su cuerpo a un lado de esta, tomo una de las sábanas y se cubrió.
─Hoy... ¿Te quedarás?... ─Me preguntó, y pude ver aquel extraño brillo en sus ojos, y eso me causaba frustración, ella no tenía por qué sentirse feliz, ella no podía mirarme, no de esa manera...
─Tal vez... ¿Quieres que duerma contigo?─ Pregunte, y por primera vez en toda mi existencia sentir algo vivo en mi, me sentia capaz de no dañarla, al menos solo no por esta noche.─Te cumpliré el deseo de dormir conmigo, en la misma cama. ─ Solté burlón, camine hacia la cama, y deje caer mi cuerpo sobre esta, escuché como suspiraba, seguramente irritada por mi actitud, pero claramente no me importaba.
Ella volteo su cuerpo, y ambos quedamos en la misma posición, ambos mirando al techo, perdidos en la oscuridad de la noche.
Gire mi cabeza hacie ella, su cabello era una maldita maravilla, su color azabache y el reflejo de la luna, le hacía resaltar demasiado, su piel pálida, sus ojos cafés...
Ella eran tan transparente, que con tan solo una mirada, podía ver más allá, podía ver su alma, tan limpia e inocente, lo contrario a la mía... y eso era lo que me tenía tan intrigado ¿Cómo es que una persona que ha pasado por tanto en su vida, podía ser tan malditamente angelical? Tan pura..
─¿No tienes miedo?─ Pregunte, y ella volteo su rostro, topando nuestras miradas.
─¿Deberia?─ Respondió. ─ Tu dijiste que era lo último que debía sentir..
─Cierto... Pero nunca te dije que no lo sintieras conmigo, yo puedo dañarte. ¿Estas dispuesta a soportarlo?
─Tom... A mí ya me dañaron hace muchos años atrás, un poco más no será un problema.─ Me dedico una sonrisa tranquila, la cual yo no pude corresponder.
Era impresionante la manera en la que sus ojos saltones me atrapaban, y hasta había llegado a odiarlos, mucho, los detestaba.
La manera en la que no me molestaba que me llamara por mi nombre, el cómo mi cuerpo gosaba cuando lo escuchaba salir de sus labios, y ella lo sabía.
Me acomode y ladee mi cuerpo un poco, estirando mi mano, y con mis dedos trazar pequeños dibujos en las escasas cicatrices al aire.
─No es común que no lleves puesto un suéter o algo para taparte...
Ella bajo su mirada ante mis dedos, y sonrió, mientras buscaba nuevamente mi mirada, y logro encontrarla fácilmente, me atrapo.
─¿Que haces? ¿Que dibujas? ─ Pregunto, curiosa.
─Estoy trazando estrellas alrededor de tus cicatrices, Mocosa. ─ Sonreí ladino, y con suavidad comencé a subir mis dedos por su rostro, hasta llegar a su carnosos y deseables labios.
Y ella se quedó helada ante mi tacto, sin saber que hacer, dónde mover, que decir... Simplemente sintiendo mis dedos sobre su boca.
De un rápido movimiento subí mi mano hasta su cuello, atrayendo su rostro, pegando nuestros labios de un golpe, en donde ella correspondio en seguida.
Sus dos manos tomaron mi cuello, y yo aproveche aquello para tomar su cintura fuertemente, elevando nuestros cuerpos, me sente sobre la cama, dejando que ella quedará sobre mi regazo.
La sensación era tan malditamente mágica, tan única, que podía jurar que está mendiga mocosa, provocaba cosas que nunca nadie más había hecho, ni siquiera Emma, contando las veces que me acosté con esa rubia.
Con suavidad entroduci mis manos por debajo de su camisa, quemado su piel con las yemas de mis dedos, acariciando su espalda y cintura, sintiendo como encajaba perfectamente conmigo.
La forma en la que sus labios se movían sobre los míos, la forma en la que sus manos y dedos acariciaban mi nuca, la forma que mi lengua entraba y exploraba su cavidad vocal, la forma en la que mis dientes se adueñaban de sus labios, y mordian de forma agresiva.
Sus labios eran una verdadera delicia, nunca en mi vida había probado una droga tan adictiva, de esas que te hacian querer probarlas y tenerlas en todo momento, de esas que muchos medios advertencian, por sus inmensas consecuencias.
No era correcto hacerme adicto a una mercancía.
Recosté nuestros cuerpos nuevamente sobre la cama, está vez siendo yo quien dominaba la situación.
Nos alejamos por la falta de aire, la expresión en su rostro era celestial, sus mejillas sonrojadas, sus cabellos alborotados, y sus labios con un pequeño hilo de sangre.
Hundí mi cabeza en su cuello, repartiendo pequeños besos por este, dejando que mi entrepierna rozara su vientre.
Sonreí triunfal al momento que ella ladeó su cabeza, dándome más espacio para dominar, si perder el tiempo succione fuertemente una parte de su piel, hasta que sentí como ella tenía del dolor.
─Buenas noches, mocosa.─ Me levanté y le dedique una sonrisa, una donde ella tenía que saber que esto era solo un juego para mí, un juego el cual no estaba dispuesto a perder.
No pensaba tomarlo en serio, unos cuantos besos, una acostada, y la olvidaría por completo, pero sabía que sus tan deliciosos labios quedarían tatuados en mi memoria.
Le di una última mirada, Observando su cuerpo sobre la cama, su mirada confundida y al mismo tiempo dolida, a ese tipo de daño me refería.
Salí por la puerta, y realmente no me importaba arruinar el sueño de los demás, así que al momento de cerrar fue con un leve portazo.
(...)
─Lydia Miller.
Observe mi vestimenta en el espejo, pasando mis manos por aquella tela, realmente me gustaba se veía en mi aquel vertido rojo vino y la chaqueta negra.
─¿Estás lista?─ Me voltee hacia el, y asenti, tomo mi muñeca acercando mi cuerpo hacia el de el.
─No estoy de acuerdo con ese vestido, Mocosa.─ Senti cómo el agarre en mi muñeca era más fuerte, y una de sus manos tomaba mi cadera. ─Mucho menos para visitar el negocio, y te aseguro que pasará lo mismo de aquella vez si descubro a alguien mirándote como yo lo hago.
Trague saliva, el simple hecho de recordar al hombre muerto a mi lado, su mirada, tan oscura.
─No me cambiare.─ Respondi, y una sonrisa se formó en su rostro.
Soltó un poco mi muñeca y comenzamos a caminar hacia abajo, a lo lejos pude ver a Eliot y Warren, ambos tumbados en el sofá, con sus ojos sobre nosotros.
Rapidamente el recuerdo con el castaño me vino a la mente, y la vergüenza inundó mi sistema, sentí mi rostro caliente, y la sonrisa burlona en su rostro me hizo desear que la tierra me tragara.
─¿La dejaras en club? Ese lugar es aún más peligroso.─ Hablo Eliot, dirigiéndose a Tom.
─Nadie la tocará, ya todas saben que es de las mías, que es mía.─ Hizo una pequeña pausa y volteo a verme. ─Nadie se atreveria a tocarle un solo cabello.
Senti mis mejillas calentar, su mirada, y la mirada de los demás sobre mi, normalmente me molestaba tener varias miradas sobre mi, pero la de Tom lo solucionaba todo.
Podía sentir como me desvestía y tomaba mi ropa interior, con tan solo una maldita mirada.
─¿La dejaras con Emma? Ten cuidado, esa rubia es una aprovechadora.─ Solto Eliot, y Tom nego.
─Ella más que nadie sabe lo que pasará si me tocan a la mocosa.
Sabrina.
HOLANNN, Disculpen la tardanza, estuve muy acupada el día de hoy, y con costo me dió tiempo de escribir un poco, se que es algo corto, pero el siguiente lo soluciona todo, lo prometo. ¡LOS ANOOOOO! SKSK
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𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Fanfic"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...